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La azabache caminaba tranquilamente por los pasillos de la escuela, buscando a Denki, con quien planeaba almorzar aquel día, a pesar de eso, ella se detuvo al observar como la puerta del salón de maestros se mantenía entre abierta.

Al dar un vistazo al interior ella sonrió al observar quien se encontraba dentro, Aizawa Shota, el profesor de la clase 1-A.

Fingiendo un acto torpe ella se lanzó de espaldas contra la puerta de entrada, abriendo esta completamente y haciendo que el único maestro dentro la observara, acercándose para auxiliarla. Cuando ella se levantó, con ayuda del pelinegro, el hombre no pudo evitar sorprenderse al ver de quien se trataba.

Al levantarse el hombre rápidamente se apartó de la menor, volviendo a la mesa mientras la observaba, quería estar lejos de ella, a pesar de aquello la azabache se acercó, haciendo que Aizawa comenzara a hablar.

— Me dijiste que eras mayor de edad.— dijo Aizawa, masajenado el puente de su nariz con cansancio.

— No, solo te dije que era lo suficientemente mayor para estar en una discoteca.— dijo la azabache, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja.— y eso es cierto.

— Mira, creo que eres increíble, en muchos aspectos.— comenzó a hablar Shota.

— Aún soy esa persona...— dijo ella en voz baja.

— y yo soy un maestro.— la azabache suspiró.

— pero no mi maestro, a demas, se que no fui yo nada más. Se que tu también sientes lo mismo.— dijo ella, tomando la mano del mayor, quien la observó por un momento.

Aizawa la observó, vacilante, teniendo en mente los momentos en su habitación, la gran química que tuvieron al besarse, sin embargo, apartó su mano:— No puedo, no está bien.— Shota centró su vista en los examenes de su clase mientras ella se iba.

— ¡Espera!— exclamó Aizawa antes de que ella se fuera.— lo siento.

La azabache se detuvo, sonriendo, borrando aquella sonrisa justo antes de girar sobre su propio eje para observar al pelinegro, el cual se acercaba a ella:— ¿Por ser un idiota?

— Si.— se limitó a decir cuando se encontró frente a ella.

— Gracias.— agradeció la de orbes negros, mirando los ojos del mayor.— Jamás haría nada para lastimarte, o que te metiera en problemas.

Ella se acercó a su rostro, dejando un pequeño beso en la mejilla del mayor:— Nos vemos, Shota.— se despidió ella, dispuesta a irse, sin embargo, el mencionado tomó su mano, acercandola lo suficiente como para tomarla de la cintura y plantar un beso en sus labios.

Al separarse ambos se miraron, ella sonrió, acariciando el rostro del pelinegro, para luego separarse de él y caminar hacia la salida de la sala de maestros, cerrando la puerta tras de ella y plasmando una gran sonrisa en su rostro.

ᴇɴᴄʜᴀɴᴛʀᴇꜱꜱ [ ʙɴʜᴀ +21 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora