-051.-

1.3K 130 220
                                    

Alerta: capítulo con escenas de sadismo, sexo, mención de alcohol, etc

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Alerta: capítulo con escenas de sadismo, sexo, mención de alcohol, etc. No alentar estos comportamientos. Porfis lean la nota del final, si no comentan mucho desaparezco 2 semanas.

051.—

Dagan.

No puedo quitar mis ojos de ella, de su postura relajada a pesar de tener frente que ella a los hombres que tanto nos hicieron daño de niños. Su respiración era tranquila y ni siquiera movía los ojos del hombre albino que siempre la acompañaba.

Él se acerca y le dice algo muy cerca del rostro, tomando su cabello entre sus dedos y tirando su cabeza para atrás, haciendo que ella lo mirara a los ojos. Ella sonríe antes de plantar un beso en su nariz y guiñarle el ojo.

Me estremecí, era extraño pensar en ella de aquella manera tan atrevida, después de todo, solo conocía a la pequeña niña que necesitaba ayuda.

Ella se alejó, no sin antes plantar un beso en la mejilla del recién llegado héroe, a quien los hombres le suplicaban que los liberaran, ofreciendole cantidades altas de dinero. Ella dio unos pasos hacia una mesa de metal y agarró un látigo.

Lo chasquea un par de veces en el aire antes de levantar su brazo y bajarlo, haciendo que el golpe de la punta del látigo de con los pechos de dos de los hombres atados de brazos y piernas. El chasquido solo dejó de sobresaltarme cuando los golpea por quinta vez. Escucho a Kirito decir algo, pero no creo que me haya hablado a mi. Trago saliva mientras sigo mirando, los gritos subieron de intensidad cuando ella cambió el látigo por uno de mango más corto y un montón de tiras de —al menos— un metro, lo cual implicaba que ella debía estar un poco más cerca de ellos. Ciertamente eso me incomodaba, no me gustaba verla tan cerca de esos...animales.

Pero ella, joder, se veía tan confiada, tan fiera, tan salvaje, sin embargo, también parecía dolida, traicionada.

Y, aunque se lo merecían, los gritos de aquellos hombre me aterraban. Mientras ella les daba los más crueles azotes —aún manteniendo su elegancia natural a pesar de realizar una tarea tan feroz— en toda la noche no se oían más que golpes y lamentos en la oscura bodega donde ella solía torturarlos.

Agitada, mientras sonreía, pasó el dorso de su mano por su frente, limpiando el sudor. Se miraba genuinamente complacida con su tarea.

— Madam, su prometido sigue llamándola —ella puso los ojos en blanco cuando otro albino, un poco afeminado, se acercó a ella con su teléfono en sus manos.

Ella bostezó e hizo el látigo a un lado, acariciando el cabello del albino antes de tomar el teléfono entre sus manos y salir de la habitación, al ser su guardaespaldas, la seguí.

— Shoto, ¿qué haces llamándome a esta hora? —volvió a bostezar—. Lo sé, cariño, pero pronto volveré a Japón y me quedaré un tiempo en tu casa ¿te parece? Te llamaré cuando sean las diez de la mañana, recuerda que es el horario de Paris.

ᴇɴᴄʜᴀɴᴛʀᴇꜱꜱ [ ʙɴʜᴀ +21 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora