ᴇɴᴄʜᴀɴᴛʀᴇꜱꜱ [ ʙɴʜᴀ +21 ]

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Advertencia: este capítulo contiene escenas de violencia, sexo —O smut/lemmon— BDSM (solo bondage y es bastante soft) y mencionado de violación y maltrato. Lean la nota del final please.

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Majakutsu ________.

Apenas había escuchado un susurro de Geoffrey en las últimas semanas, no había sido visto desde que mi madre le dio unos días estipulados de vacaciones.

Parece realmente cansado a pesar que le dieron días de descanso. Debo descubrir que trama lo más pronto posible.

Primera tarea: descubrir cuál es su objetivo, donde planeaba atacar. Aquel día puse mucha atención al arreglarme  después de un mal dormir gracias a que anteriormente cené con mi madre, que hacía grandes esfuerzos —por alguna razón— para mantener la familia unida.

Eso no alteraba demasiado mis planes.

Planes que no compartía con nadie más que con Kai, Dabi y mi conciencia, aunque, lo único que Kai realmente sabía era que quería crear balas para enfrentarme a alguien. No me sometí al riesgo de decirle mucho más.

Dabi era otro caso, aunque no sabía con detalle el cambio de mis planes actuales, sabía desde hace mucho lo que quería hacer con mi madre. Esa era la razón por la que cambie sus piercings por argollas hechas con el hierro de mi cuerpo, para que mi madre no pudiera someterlo a control mental, ni siquiera él lo sabe. De lo único que él es conciente es que debe cuidarlos bien.

Geoffrey llevaba una chaqueta de cuero negro, lijero, sobre su camisa Blanca, si cabello rojizo estaba peinado a la perfección. Nos observaba a todos desde los escalones de mármol blanco de la entrada a la residencia de mi madre y su boca se enroscada hacia mi en una sonrisa torcida.

— Tienes mejor aspecto desde la última vez que la vi.

Lo miré a los ojos y no dijo nada.

La última vez que me vio yo despertaba agitada de uno de aquellos sueños extraños, que, por cierto, ha no eran tan recurrentes como antes. Menos mal.

Geoffrey resopló e hizo un gesto hacia cinco hombres detrás de él:— Permitame presentar a sus nuevos ayudantes, Dagan, Kirito y Asuza —dijo, dirigiéndose a mi madre.

Los miré. Eran los tres hombres que acosaban a Ochako y luego descubrí mirándome en el festival.

— Bievenidos, ya hay habitaciones en la residencia de mi esposo, Akim. Están preparadas para ustedes —explicó con tranquilidad y elegancia, sin embargo, ellos mantenían sus miradas puestas en mi.

— De hecho, nos preguntábamos si habría habitaciones cercanas a la residencia de la señora, así podríamos asistir de inmediato si nos necesita —dijo el pelirrojo, desviando su vista lentamente hacia Akira.