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El club estaba en pleno auge. Todos estaban emocionados, moviéndose al ritmo de la música, casi como si estuvieran en trance. Verónica siempre era el alma de la fiesta, pero para mi ella era algo más que eso.
— Hola, extraña.— Dijo Veronica caminando hacia mi.
— Heyyy.— Seguí mientras ella me pasaba el brazo por la cintura.
Su expresión facial cambia, pasando de fiestera a seria.
— Realmente me gustas.— Menciona suavemente.
La miré y veo el amor en sus ojos.
— Pensé que no estabas lista para una relación...— Murmuré.
— Ahora lo estoy. — Dijo, sonriendo.
Y el beso perfecto surgió en medio de un club. Dos chicas menores de edad, locas la una por la otra.
