015. Jughead Jones.

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Siete minutos en el paraíso.

La tela azul se abrazó a el marco cuando Verónica me arrastró a la habitación principal

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La tela azul se abrazó a el marco cuando Verónica me arrastró a la habitación principal.

— Escuchen, perras, vamos a jugar un clásico juego y si no juegan. Bueno, ya saben las reglas de la casa. — La voz de Cheryl atraviesa toda la habitación..

— Y quiero decir que todos están jugando esto. Tu también, la rubia.— La chica pelirroja me señaló, mientras escaneaba la habitación.

Me doy vuelta y veo a mi mejor amigo apoyado contra la pared con el ceño fruncido.

— ¿Qué juego es?— Pregunta uno de los vixens sin sentido.

Cheryl aplaude con sus manos bien cuidadas mientras su famosa sonrisa se arrastra sobre su rostro.— 7 minutos en el paraíso.

Mientras las parejas eran elegidas, yo rogaba para que mi pareja no fuera un idiota horrible.
Cuando Reggie y una de las Vixens salieron del armario, Cheryl se volvió hacia mi con una sonrisa.

— ¡Tu turno, Margo!— Ella agarra la botella vacía y la gira.

La botella, gira y gira y gira, hasta que se detiene.
En Jughead.
Mi corazón se detiene por un segundo. No hay forma de que el lo acepte, ¿cierto?

— Oooh. ¡Donnie Darko!— Reggie se ríe y se levanta.

— Si él no lo hace, con mucho gusto tomaré su lugar.— Sus ojos recorrieron arriba y abajo mi cuerpo.
Siento que una mano me empuja más lejos del atleta.

— Vamos.— La voz de Jug baja y un ceño fruncido todavía yace en su rostro.

Unos cuantos vítores llenan la habitación cuando Cheryl cierra la puerta.

— Ustedes dos no pueden salir hasta que algo suceda.— Ella dice por la puerta y se escucha un clic.

La puerta está bloqueada.

— Me doy la vuelta y veo a Jug con mejillas rosadas. — No tenemos que hacer nada, Juggie. — Toco su mejilla mientras él se acerca.

Su cuerpo me bloquea contra la puerta.
Una explosión de confianza conmociona su cuerpo y se inclina con una sonrisa.

— Sus ojos viajan a mis labios y él dice en voz baja. — ¿Qué pasa si quiero que lo hagamos?

Sentí que mi cuerpo se calentaba cuando una de sus manos tocaba la madera fresca detrás de mi y la otra acariciaba mi cabello hasta la base de mi cuello.
Dejé escapar un pequeño gemido mientras coloca sus labios sobre los míos en una sensación ardiente.
Mis manos se dirigen a su cabello negro y dejan un rastro de fuego donde sea que vayan.
Empujándome contra la puerta, ambos dejamos escapar un gemido cuando nuestros cuerpos chocan.

Sus ardientes labios dejan hematomas a su paso mientras baja por mi cuello, dejándome boquear mientras siento calor acumulándose entre mis piernas.

Él junta la tela contra mi piel. Yo tiró de su camisa tratando de quitarsela manteniendo el contacto entre ambos.

— ¡Se acabó el tiempo, Freaks!— La voz de Cheryl atraviesa mis pensamientos borrosos. Sus dedos rozan mis muslos.

— ¿Otra vez?— Él respira contra mi cuello.

Niego con la cabeza y suelto un pequeño gemido mientras intento alejarme.

— No. ¿Mi casa? Ahora. — Él clava sus uñas en mi piel produciendo otro grito de mi parte.

— Pensé que esto era 7 minutos en el paraíso, no 7 minutos en el paraíso y reunirse después.— Dije en un tono de burla.

Muevo mis caderas contra las suyas sintiendo su propio problema.

— Nunca encajamos.— Digo aquello y me aparto y arreglo mi vestido mientras él busca el gorro que arroje al suelo.

— No debemos.— Él me besa por última vez y abre la puerta.

Ambos salen de el lugar directo a la casa de Jughead. Si que tendrían su noche en el paraíso.

Riverdale.│One Shots. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora