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— Dios mío, Mark, ¿no puedes madurar y conseguir un trabajo? ¡Estoy cansada de traer todo el dinero a la casa, y que tú robes mi mierda y la vendas! — Grité y Mark rió secamente, lamiéndose los labios.
— ¿Qué vas a hacer, Adelaide? No eres nada sin...—
Me reí. — Eso es muy gracioso, porque yo soy la que tiene el dinero, ¡así que no eres nada sin mí! — Sus fosas nasales se encendieron y me pare de puntitas, poniéndome en su cara. —Ahora, sal de mi puta caravana.
Mi hermano salió furioso, dando un portazo, me dejé caer en el sofá. Pasé mis dedos por el cabello y suspiré, mirando a mi alrededor. Saqué mi teléfono del bolsillo cuando comenzó a sonar. Era Toni.
— ¿Vienes al Whyte Wyrm esta noche a las 8? Vamos a tener algo para FP que vuelve de la cárcel y no sería lo mismo sin ti, te echamos de menos.— La voz del otro lado me hizo sonreír.
— Yo también los extraño, ahí estaré.— Colgué la llamada.
Miré la hora en mi celular. Aún faltaban dos horas para las ocho. Me levanté del sofá y me dirigí a la ducha. Necesitaba quitarme todas las malas vibras y la sensación de suciedad que sentía.
No me había olvidado de Fp y de que estaba en la cárcel, echaba mucho de menos a ese hombre. Era un gran tipo, y por no hablar de que era muy guapo. Siempre estuve enamorada de él, y verlo ir a la cárcel me rompió el corazón. Lo visitaba con Jughead de vez en cuando y siempre me miraba fijamente. Su mirada era intimidante, mientras que mis sentimientos crecían con el tiempo.
Después de la ducha, me puse un conjunto de ropa interior color rojo y un vestido negro y corto, con la esperanza de ir a casa con alguien esta noche. Con alguien en especifico.
Entonces me miré en el espejo, satisfecha de lo que llevaba puesto, me veía estupenda, seguro que llamaría la atención. Me puse la chaqueta de serpiente y sonreí. Oí el ruido de un motor en el exterior y elevé las cejas. Tomé mis cosas y abrí la puerta. Fp se encontraba a fuera, para mi sorpresa.
— Mira lo que él viento trajo.— Me crucé de brazos y el mayor mostró una sonrisa de lado, dando un pequeño asentimiento.
— Toni me dijo que irías, así que, ¿por qué no llevarte conmigo?— Su lengua salió para mojar sus labios. Cerré la puerta y caminé hasta quedar frente a él, cerca de su rostro.
— Qué caballero.— Susurré mientras sentía su aliento en mi rostro, soltando una pequeña risa.
