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Chuck era él típico chico malo. El que nunca se enamoraba y solo se acostaba con las chicas y al día siguiente se olvidaba de ellas. Todo un cliché. Guapo, atlético, pero mujeriego. Ninguna chica lo rechazaba, todas estaban a sus pies con tan solo una mirada. Podía acostarse con quién quisiera cuando lo quisiera. O eso creía a él. Hasta que llegó Lisa Johnson. Chuck vio en ella lo que nunca había visto en nadie y sintió con ella lo que nunca antes había sentido. El único problema era que Lisa lo rechazaba una y otra vez. Aquella chica que no estaba a sus pies había cambiado el pronóstico de su vida. Ahora él estaba a sus pies. Se había enamorado como nunca creyó hacerlo. La gente pensaba que era imposible ver a Chuck Clayton enamorado, pero así era como se encontraba ahora.
Por su parte, Chuck todos los días le pedía a la vida que Lisa y él terminaran juntos. Era como desear la lluvia mientras estas en el desierto. Así era como se sentía Chuck.
— Por favor, tengamos una cita.— Chuck rogaba por la atención de la chica situado justo a un lado de su casillero. Lisa cerró la puerta de este un poco rápido y miró a Chuck.
— ¿Nunca te rindes? — Lisa le preguntó y Chuck negó.
— No cuando alguien me gusta de verdad.— Dijo y esas palabras parecieron tener un efecto en Lisa, porque la chica sonrió y asintió.
— Bien. Tengamos una cita. — Sonrió ampliamente al igual que Chuck. — El viernes, a las 7.
— A las 7, el viernes.— Chuck afirmó sin quitar la emocionada sonrisa en su rostro.— ¿Paso por ti?
— Por supuesto.— Lisa beso la mejilla de él moreno y se dió la vuelta dejándolo como idiota sonriendo a la nada.
