Éclair

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Narra Rusia

Me levanto por la mañana, al salir de la habitación noto que por fortuna México sigue dormido, me agrada mucho pero tiene alguna especie de fijación con la comida y justo ahora no tengo un pretexto creíble para decirle que no quiero desayunar con él (De nuevo). Decido salir de la casa antes de que se levante y tenga que pasar por ese incómodo momento.

Cuando llegué Francia me prestó uno de sus autos para que lo usara en mi estancia aquí, me subo en él y salgo sin saber exactamente a dónde, pero mientras voy en el camino se me ocurre ir a ver la torre Eiffel, aunque acababa de ir con México, quería ir y simplemente quedarme ahí, una visita tranquila sin ningún propósito en especial.

Al llegar estaciono el auto y me bajo, camino hacia la torre, hay un pastizal frente a ella y en el pastizal hay algunas bancas, me siento en una de ellas, está haciendo frío, debí traer un suéter más cálido.

Después de varios minutos se me viene a la mente el momento en el que México quería tomar una foto donde pareciera que estaba sosteniendo la torre pero no parecía eso para nada. Sonrío instantánea e inconscientemente, México es muy gracioso, tiene muchas anécdotas con cosas que le pasan, me ha contado varias en estos pocos días que hemos convivido, me gusta escuchar sus historias, me gusta pasar tiempo con él.

Me siento un poco mal por haber tirado a la basura lo que me dio ayer, pero de verdad no podía comerla, espero que alguna vez pueda perdonarme aunque no sepa que lo hice, pienso en una manera para compensarlo y casi de inmediato se me ocurre una.

Me levanto y camino en dirección a la panadería donde hemos estado comprando el pan, entro y ahí está la misma chica de cabello rizado que siempre atiende.

—Bonjour.—La saludo.

—¡Bonjour!—Sonríe—¿Ya vió? Le dije que iba a regresar, ¿Quiere otra chausson aux pommes?.

Me sorprende su capacidad de memorización, aún recuerda que vine entres y que me dijo que volvería.

—No—Niego con la cabeza—Esta vez quisiera algo más...—Miro alrededor buscando algo para llevar que pueda gustarle a México—Quisiera... Quisiera un éclair, por favor—Le digo cuando mi mirada se cruza con el mencionado producto.

—Con todo gusto, permítame—Toma uno con un par de pinzas y con mucho cuidado de no romperlo, ya que por su forma alargada podría romperse con su propio peso al levantarlo.

Lo pone en una charola mientras saca una especie de contenedor de la parte trasera del mostrador, miro alrededor y veo una fotografía donde se puede observar a la chica que atiende igual de sonriente que siempre pero más joven, está cortando el listón de inauguración de este mismo local, esbozo una sonrisa pequeña.

—¿Qué le pareció la chausson aux pommes?.—Me pregunta y yo me giro a verla, está cerrando el contenedor.

Recuerdo el incidente que tuve con las que me dio México, sólo me comí una y para ser sinceros casi no la saboreé, en ese momento simplemente quería comerlas y ya, pero estoy seguro de que están bastante bien México no ha parado de comerlas.

—¿No le gustaron?.—Me saca de mis pensamientos. En ese momento me doy cuenta de que yo estaba haciendo una mueca.

—¡No!—Normalizo la posición de los elementos de mi cara—Quiero decir, sí... Dije no para que no pienses que no me gustaron, no lo dije porque no me hayan gustado, están bastante ricas, a decir verdad, a uno de mis amigos le gustaron mucho.

Y probablemente mi único amigo o quizá ni siquiera seamos amigos, no hemos convivido tanto, somos conocidos, supongo, pero eso es información que a la chica no le interesa.

Anorexia (Rusmex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora