No te vayas, Rusia

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Narra México

Entro a la casa felizmente con una amplia sonrisa y tarareando una canción de Cepillin, subo las escaleras y cuando estoy llegando a mi cuarto se abre la puerta del de Rusia, él sale del mismo trayendo consigo una maleta.

—¿A dónde vas, Rusia?.—Le cuestiono un tanto confundido.

—Francia dijo que ya puedo irme, ya estoy mejor, me estaba quedando aquí por lo del desmayo, ¿Recuerdas?—Me pregunta, a lo que yo asiento—Así que ya no tiene sentido que me siga quedando, con permiso.

Camina hacia la escalera, yo me quedo de pie con las cejas juntas un momento pero luego reacciono y me giro en su dirección. No puedo permitir que se vaya porque si de por sí me cuesta trabajo monitorear su comportamiento, yéndose sólo va a hacer que todo se vuelva más complicado.

—A ver, no, pérate—Camino hacia él y le pongo una mano en el hombro—¿Y ahora dónde te vas a quedar?.

—No lo sé.—Dice con simpleza y sin mirarme.

—¿Cómo que no sabes?—Pregunto con algo de ironía—¿Te vas a ir ahorita a deambular por París buscando un lugar dónde dormir? En ese caso mejor ni te vayas, ya mañana en la mañana vamos a buscar, ahorita no falta mucho para que oscurezca, se te va a hacer noche.—Intento convencerlo de quedarse para tener tiempo en la noche de crear un plan para impedir que se vaya.

—México, esta es una de los principales destinos turísticos del mundo, aquí hay muchísimos hoteles, no me voy a tardar nada en encontrar alguno donde pueda dormir.—Me mira con seriedad.

Analizo su rostro por un segundo, se ve diferente, se ve... ¿Enojado?, ¿Estresado?, ¿Cansado? No lo sé, no puedo decirlo con certeza, pero definitivamente no se ve feliz, nada feliz.

—¿Te pasa algo?.—Me pongo de puntitas para acercarme a su cara y poder verlo mejor tratando de leer su expresión.

No sé si lo hace como acto reflejo o por voluntad, pero se hace para atrás de inmediato.

—México, estoy bien—Me dice, su tono de voz suena impaciente—No tienes porqué hacer todo esto.

—¿Hacer qué?.—Sonrío con inocencia, a lo que él rueda los ojos, no sé porqué está tan encabronado pero no va a salir de aquí hasta que me lo diga. Bueno, no va a salir de aquí aunque me lo diga.

—Sólo... Dame permiso, se me va a hacer más tarde.—Me aparta con su brazo y baja las escaleras, obviamente yo bajo detrás de él.

—Pérate wey, estamos chupando tranquilos, no te vayas.

—¿Qué?.

—Que estábamos platicando—Le aclaro llegando a su lado, ambos estamos caminando aún, se está dirigiendo hacia el estacionamiento—¿Me vas a dejar solo solin solito aquí en esta casota?, ¿Qué tal que hoy en la noche se me aparece un fantasma y me jala los pies?, ¿No te importa ni siquiera un poquito?.

—No estás solo, hay como 30 empleados y está Francia.

—Sí, pero no todos esos empleados son de planta, la mayoría se van a sus casas por la noche. Y el francés nunca está.

—Es una lástima.—Contesta indiferente.

Yo jalo aire sonoramente mientras me pongo una mano en el pecho para hacerme el ofendido.

—No lo puedo creer. No te importa que venga por mí el chupacabras.

—Nadie va a venir por tí—Suspira y me mira con hartazgo mientras llegamos al estacionamiento—Te lo puedo jurar.

—Pues si te quieres ir me vas a tener que atropellar porque me voy a poner en la puerta del garaje y no te voy a dejar salir de aquí a menos que pases sobre mi cadáver.—Expreso determinado.

—Bien, entonces sobre tu cadáver será.

—¡Rusia!—Le reprocho ya un tanto cansado de su actitud, ¡Que terco es! Nomás no cede—Ya, no seas así, quédate, quédate conmigo, ¿Puedes quedarte conmigo?.

Lo miro con cara de tristeza, él me mira fijamente unos segundos antes cerrar los ojos con fuerza y abrirlos sólo para apartarme la mirada, aprieta los labios, sé que lo está pensando.

—No puedo.—Dice casi en un susurro.

Me decepciono, creí que diría que sí, tenía toda la cara de que me iba a decir que sí.

—Rusia...—Lo llamo suavemente mientras me acerco y tomo su antebrazo, pero él se aparta de inmediato y retrocede con un gesto de molestia y desagrado—No te vayas, no me quiero quedar solito.

—Podrías decirle a Francia que te deje invitar a Dominique más seguido.

—No, no es lo mismo, yo no quiero traerlo a él, quiero que tú te quedes.

La mueca de su cara desaparece lentamente y la tensión de su cuerpo también, se me queda viendo mucho más relajado, por lo que creo que ya lo terminé de convencer, me acerco un poco a él.

—Ven—Le sonrío—¿Por qué no vemos una película juntos?, ¿Te gustan los super héroes?.

Él asiente ante mi pregunta, doy otro paso hacia adelante y vuelvo a tomar su antebrazo, esta vez no hace nada para impedirlo, no sé qué pasó pero me alegra haber logrado que se calmara aunque sea tantito, todo indica que en estos momentos se siente sumamente mal y no puedo dejarlo solo, tengo que cuidarlo mejor, me he estado distrayendo un poco últimamente, eso no está nada bien.

Cuando veo que bajó la guardia por completo le doy un abrazo, siento que su cuerpo se tensa por la impresión y levanta un poco las manos, pero no me aparto y él tampoco, quiero decirle sin palabras que aquí estoy para lo que necesite, que me puede contar lo que quiera y que siempre voy a estar dispuesto a escucharlo. Así que lo abrazo con toda la calidez y cariño que tengo en el corazón.

Siento un hueco en el pecho cuando siento cuan delgado es su cuerpo en comparación de otros que he abrazado, se siente como si tuviera que tener mucho cuidado de no apretar demasiado porque de lo contrario podría romperse. Me dan ganas de llorar, se está haciendo tanto daño...

—Me iré por la mañana.—Me susurra mientras me corresponde al abrazo.

Yo solamente asiento porque si hablo sé que mi voz sonará quebrada, tengo que impedir que se vaya...

Anorexia (Rusmex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora