Hola y adiós

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Narra México

Estoy nervioso. Y mucho.

Después de mi pequeña conversación con Enrique respecto a Rusia empecé a pensar y me sentí mala persona por no haberlo visitado ni una sola vez en toda su estadía en la clínica, me costó mucho trabajo agarrar valor suficiente para decidirme a verlo, pero finalmente conseguí pedirle a mi asistente que llamara a la clínica para que me dejen verlo. Le dijeron que no era un día de visitas, pero que harían una excepción porque ambos somos representantes y porque Rusia ha mostrado mucha mejoría y ha cooperado muy bien en su recuperación, agendaron el día para una semana después de la llamada, la cual se pasó volando y ni siquiera tuve tiempo de asimilarlo bien.

No sé qué ponerme, lo cual es ridículo porque me ha visto usando el más caro de mis trajes en las juntas importantes, pero también me ha visto con la cara llena de saliva y mis playeras de partidos políticos que me quedan gigantes, supongo que lo que debo hacer es buscar un punto medio, algo casual.

Saco una camisa azul de botones, un pantalón de mezclilla y tenis. Me lo pongo de la manera más lenta posible, me levanté con bastante tiempo de anticipación para tener un rato en el que pudiera mentalizarme para verlo mientras me arreglo, así que no tengo prisa. Cuando termino me peino y me quedo sentado en la cama un instante.

Miro el reloj y dejo salir un suspiro levantándome, me subo a mi carro y conduzco hacia la clínica, desgraciadamente no hay tráfico y llego mucho más rápido de lo que esperaba, me dejan pasar y me mandan al jardín mientras van por Rusia, según me dijeron mi visita es una sorpresa para él, el resto de los internos están en sus actividades grupales así que nadie nos va a interrumpir en un rato.

Me quedo mirando los rosales que están plantados en el lugar mientras pienso en todo lo que pasó con Rusia, en el día que empezamos a hablar y en la última vez que lo ví. Es complicado describir cómo me siento en este momento, ¿Ya mencioné que estoy nervioso? Estoy nostálgico y asustado, pero también estoy feliz de verlo, desde hace mucho que tengo ganas de ver con mis propios ojos cómo está.

Después de que le envié la carta él me envió otra y estuvimos comunicándonos así durante dos meses, aunque cada quien recibió tan sólo tres cartas lo considero un avance y nos ayudará a sentirnos menos incómodos hoy.

De repente escucho un par de voces y siento como mi corazón se detiene por una milésima de segundo, aprieto los labios empezando a sentir que me falta el aire y que mi miedo se multiplica como por diez, me dan ganas de salir corriendo y a la vez me quiero quedar, quiero dejar de ser cobarde y voltear hacia atrás para ver de una vez a Rusia, pero mis nervios no me lo permiten, simplemente permanezco mirando las rosas y evadiendo el exterior como un niño que se oculta detrás de su imaginación.

Narra Rusia

Estando en mi taller de lectura la puerta se abre, cosa que nunca pasa pues regularmente no interrumpen a menos que sea un asunto demasiado importante. La cabeza de Hortensia se asoma tímidamente por la puerta, me busca con la mirada y cuando me enfoca me dedica una sonrisa gigante, demasiado alegre, una sonrisa que jamás había visto en ella.

—Oye Lola, ¿Me prestas a Rusia?.—Le pregunta a la mujer que dirige la lectura.

—¿Para qué lo quieres?.—Cuestiona con curiosidad. Hortensia lo piensa un segundo antes de responder.

—Paulina quiere verlo.—Resuelve finalmente.

Lola me hace una señal para que me levante y vaya, Dolly me mira preocupada, me encojo de hombros hacia ella antes de salir tranquilamente.

No sé si debería estar asustado, el hecho de que Paulina llame a alguien cuando no le toca sesión con ella es una mala señal, pero Hortensia estaba muy sonriente cuando entró. Aunque podría estar sonriendo por cualquier cosa, como alguna conversación graciosa con otra enfermera o algo así.

Anorexia (Rusmex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora