Un poco de compasión

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Las ramas se partían en mi cuerpo, rompía las hojas que pisaba, y corría con todas mis fuerzas, hasta que me detuve cuando ya no pude más. Me sostuve de un árbol a recuperar el aliento, y podía apostar a que se me saldría el corazón.

De repente me sobresalté y me puse a la defensiva al escuchar que se acercaba alguien corriendo detrás de mí.

--¡Marteens!—Grité cuando lo vi, éste se acercó a mí y me abrazó, mientras recuperaba el aliento también.

Nos sentamos al pié de un árbol a descansar un poco, y a pensar en un plan.

--Lo más importante es no provocar a nadie, tenemos que sobrevivir, tenemos que ser inteligentes.—Le dije a Marteens. Él me miró y asintió con la cabeza mientras jugaba con una rama.— También tenemos que cuidarnos de… de lo que sea el creador de esos sonidos que se escuchan.—Nos detuvimos a escuchar unos bufidos a lo lejos que me hizo poner los pelos de punta.

--Necesitamos armas. —Me dijo Marteens. Y tenía razón. Necesitaba un arco si pretendía sobrevivir. Me quedé un rato pensando que hacer.

--Bien pero primero necesitamos buscar agua, y comida. —Le dije poniendo entusiasmo en la voz solo para no preocuparlo, pero no me creyó.

Aparté rápido la mirada y me paré tendiéndole la mano para que se parara también, e iniciamos la búsqueda. Armamos un par de trampas en el camino, con unas ramas bastante flexibles y con unas lianas firmes. Caminamos, y caminamos por todo el bosque, pero nunca encontramos el agua.

Volvimos por el mismo camino revisando cada trampa, pero solo conseguimos un pequeño conejo que solo nos alcanzaría para día y medio. Pero era mejor que nada. Estaba anocheciendo, así que empezaba a refrescar.

Llegamos a nuestro lugar de encuentro, y pusimos a cocinar el conejo, pero a las brasas, para no generar fuego y no atraer a los depredadores ni a los profesionales.

Comimos una pata cada uno y el resto lo envolvimos en unas hojas que arrancamos de un árbol.

--¿Qué vamos a hacer si no conseguimos agua?—Me preguntó Marteens. Ya estábamos en lo alto de un árbol atados con las lianas.

--No lo sé…-- Le contesté con toda la sinceridad del mundo. Era cierto. No sabía que haríamos si no la encontrábamos. Morir deshidratados era lo primero que se me venía a la mente. Pero no permitiría que al Capitolio se le hiciera tan fácil matarnos. Era eso lo que quería Coin. Matarme, matar a Félix por ser hijo de Finnick… ¿Qué estaría haciendo Félix en este momento? Espero que esté bien.

Y como si me hubiesen leído la mente, ahí en el cielo pasaban el himno del Capitolio y luego a los caídos. El corazón me latía fuerte, no quería ver la imagen de Félix allí arriba.

La chica del distrito 3, la chica del 4: la compañera de Félix, el chico del 6, Oh… Penil había muerto. La pequeña del distrito 8. Miré a Marteens de reojo y vi como se le llenaban los ojos de lágrimas. Los dos del distrito 9, y la chica del 10. En total habían muerto 7. Ahora solo quedan 17. Gracias a Dios que Félix estaba vivo.

--Bien… vamos a dormir que mañana tenemos que seguir buscando—Le dije a Marteens, que lloraba en silencio. No dijo nada, solo se acomodó y cerró los ojos. Y yo también.

Estaba en el lago que solía ir con mi madre a refrescarnos luego de practicar en el bosque, me zambullía, tomaba agua, nadaba, y mi madre me veía desde lejos sentada con las piernas estiradas. De repente ella mira hacia atrás y ahí venía mi padre, a sentarse a su lado. Se abrazaban, se besaban, se veían tan libres, y los extrañaba tanto.

Me desperté con el primer rayo de luz que me daba en los ojos. Había sido un sueño, pero muy feliz. El primer sueño feliz desde hace tiempo. Obviamente un sueño. Me atacaba la nostalgia, y la sed. Se empezaba a notar los síntomas de deshidratación en mí. Eran aproximadamente las 6 de la mañana y ya hacía demasiado calor. Qué días nos esperan si el clima va a ser así, y sin agua. Sonó un cañonazo que hizo que Marteens se despertara de un salto.

De repente escuchamos voces que se acercaban. Nos miramos y nos quedamos mudos, inmóviles. Eran los profesionales, estaban todos juntos. Se les había unido el chico del distrito 3, que parecía muy débil. Se reían, y me recordaban a los profesionales que trataron de matar a mi madre, que estaba subida a un árbol como yo.

--Hay que encontrar a la niña, hay que matarla rápido. —Decía Lean, uno de los profesionales. Parecía feroz. Kenya se reía aún de quien sea que acababan de matar, mientras limpiaba la sangre de su cuchillo.

--Y cuando la encontremos, yo la voy a matar. Yo voy a matar a la pequeña en llamas. —Dijo Julhia. Y se me paró el corazón. Hablaban de mi, a mi me querían matar. El único que no parecía ansioso por matarme, más bien parecía nervioso, era Genesus. El único de los profesionales que se le ve una pizca de compasión. Estaba segura que escuchaban los latidos de mi corazón. Pero se alejaron corriendo.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, solté un suspiro que hacía pensar que no había respirado en todo este tiempo. Marteens también estaba agitado. Nos bajamos con cuidado del árbol, sin hacer mucho ruido, y nos comimos lo que quedaba del conejo. Pero era tan difícil pasarlo sin una gota de agua. Estábamos sedientos.

Empezamos de nuevo nuestro recorrido. Ningún animal en las trampas, ni un rastro de agua. Marteens se alejó un poco para recolectar frutos de los arbustos. Yo me fui en dirección contraria siguiendo rastros de musgo, y tierra mínimamente más húmeda.

Escuchaba crujir las hojas alrededor de los arboles donde yo estaba, pero no eran pisadas suaves y livianas como las de Marteens. Ni era un animal. No sabía bien para qué dirección correr, pero opté por cualquiera. Cualquier escapatoria. Pero tomé la equivocada. Choqué contra un cuerpo grande y fuerte que me tiró al piso. Genesus.

Me preparé para mi muerte, lo miré directo a los ojos, y vi como dudaba si matarme o no. Cuando decidió que debía atravesarme el pecho con su espada, se me llenaron los ojos de lágrimas, y él se detuvo. Se agarró la cabeza y empezó a golpear un árbol descargando toda su furia, hasta parecía que iba a llorar.  Me miró con el ceño fruncido, y se llevó el dedo índice a los labios, en señal de que no dijera nada. Y se perdió entre los arbustos. No estaba equivocada en lo de su compasión. Hasta sentí un poco de pena por él, estando con todos esos monstruos. Estaría eternamente agradecida con él. Para siempre. 

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Hola amigos, perdonen la demora y perdonen el capítulo cortito que escribí, ademas que esta poco interesante, pero era una introducción a lo que viene despues, que les va a encantar. 

Ahora la historia esta patentada, en la pagina SAFE CREATIVE, con el codigo  1212304262322.

Espero que disfruten lo que viene despues, y les dejo una foto de Genesus. 

RECOMENDADO : http://www.wattpad.com/story/3153771-encantos-peligrosos 

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