[...] K&P

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Me sentía en las nubes, flotando. ¿Ésta será la sensación de estar muerta? Aunque no del todo quieta, pequeños movimientos repetitivos se turnaban con la sensación de flotar. Entonces entendí que no era más que Félix cargándome, llevándome a algún lugar. Que esos movimientos eran sus pisadas, que esa sensación de estar volando, era yo desvanecida en sus brazos. Trataba de abrir los ojos, pero hasta ese mínimo esfuerzo dolía en el costado de mi estómago. Si dolía, no estaba muerta. Si sentía, no estaba muerta. Si no estaba Finnick, Rue, o Prim, no estaba muerta.

Empezaba a sentir frío, y las pisadas no se detenían. De repente, siento estar recostada sobre la tierra humedecida. Entonces, perdí la conciencia.

--¿Qué pasó?—Mi voz sonaba como si estuviese en mi lecho de muerte. Temblorosa, y mis ojos parpadeaban tratando de abrirse mínimamente. Sentado a mi lado, Félix.

--Te han herido Rueouse…-- Me dice, preocupado. Me trato de sentar pero un gemido de dolor sale de mi boca, y mis labios secos como una lija.—Tranquila, no, no. No te sientes.—Me levanto la camiseta, y veo ahí una venda manchada completamente de rojo. Entonces recuerdo: El chico del distrito 3, yo desvaneciéndome, el cañonazo, Félix salvándome. Mi salvador toma la cantimplora de agua, y me da un poco en la boca.

-- Félix, gracias por salvarme. Gracias, y perdón por irme sola de la cueva, yo solo quería…--

--Rueouse,-- Me interrumpe.—Yo no te he salvado…—Me dice, avergonzado y mirando la pared de la cueva.—Y te pido perdón por eso…

--Entonces… ¿Quién?—Le pregunto tratando de recordar. Félix me mira dudoso y me acaricia la frente.

--Genesus te ha salvado, el te ha visto de rodillas y ha matado al que te ha herido. Él te sostuvo antes de que caigas, y te cargó en sus brazos, te trajo aquí, conmigo, junto con una liebre y agua que tu conseguiste. Luego, te dejó suavemente en el suelo, y me advirtió que los profesionales ya sabían que estábamos aquí, y que todo esto sea un secreto.—De repente, mi mente quedó en blanco. Genesus me ha salvado, el profesional, el mismo que no me mató cuando tuvo oportunidad, el mismo que me mira con esos ojos… compasivos. Pero… ¿Hasta qué punto puede llegar esa compasión? ¿Es capaz de llegar hasta el punto de matar a tu aliado, y serle “infiel” a tus compañeros de batalla?

De repente, entre pensamiento y pensamiento, el dolor de mi abdomen vuelve con desesperación, me aprieto la herida con ambos brazos, y vuelvo a quedar inconsciente.

--¡Rueouse!...—Escucho repetidamente, la voz de Félix, cada vez más suave, hasta convertirse en un simple susurro.

Un pitido me interrumpía mis sueños, mi inconsciencia. Como un leve “pip” repetidamente, aunque se escuchaba a lo lejos.

Abrí mis ojos un poco y vi que Félix no estaba a mi lado. Entonces miré para el otro lado, miré como pude hacia atrás, y no estaba. Empecé a asustarme y a tratar de llamarlo.

--Félix…-- Susurraba, era lo único que mi cuerpo me permitía. –Félix…--- Intentaba de nuevo.

De repente llega corriendo por la entrada de la cueva.

--¡Rueouse! Has despertado…-- Se tendió a mi lado y me besó la frente.—Pensé que te perdía, mi niña…-- Me abrazaba, me besaba, me acariciaba. Y por un momento se me olvidaba el dolor.—Escuchaba un sonido extraño, como un pitido…-- El sonido que me despertó.—Y entonces salí a investigar y me encontré con esto colgado de una rama.—Me dijo mostrándome como una especie de cajita plateada, con un paracaídas.

--¡Es un regalo!—Le digo a Félix al recordar los regalos de Haymitch hacia mi madre y padre. -- ¡Ábrelo!—Le digo apurándolo. Félix lo toma con ambas manos y lo gira hacia lados contrarios, la “cajita” se abre y dentro hay agua tibia, con un paño. Y flotando sobre el agua una cajita más pequeña. Félix la abre, y dentro una crema rosácea, con un papel. -- ¿Qué dice?—Le pregunto ansiosa.

--“Te extrañamos… cúrate.      K&P”.—De repente se me empiezan a llenar los ojos de lágrimas. Mamá y Papá, si tan solo estuviesen aquí, con sus abrazos. Con su calor, su amor. La primera lágrima cae por mi mejilla derecha.—Tranquila, Rueouse.—Me dice Félix secándola con sus dedos. Félix me levantó la camiseta y quitó la venda de mi herida. Apreté fuerte los dientes, tomó el paño remojado en agua tibia y me lo empezó a pasar por la herida.

--Arde…-- Le susurré con la voz cortada, mientras las lágrimas me caían, esta vez, todas juntas. Félix me miró a los ojos, dejó el paño dentro del agua, la que se tiñó con mi sangre, se acercó a mí y me besó suavemente en los labios.

--A mi me duele verte así…-- Me susurró, y me apoyo su frente en la mía. Luego de eso, el dolor había disminuido, pero muy poco. Siguió lavándome la herida, y luego siguió con la de mi tobillo. Esa dolía, pero gracias a la infección.

-- Tu herida también…-- Le dije mirándolo a los ojos. Él lanzó una risa burlona.

--No… esto no es para mí. —Me dijo todavía con la sonrisa en su cara.

--Por favor…-- Le dije suplicándole. El suspiró y se empezó a lavar su herida también. Luego tomó la crema y la paso suavemente con sus dedos por la herida abierta de mi abdomen. Poco a poco fue refrescándome. Luego en la herida de mi tobillo, y luego en la suya. Se metió conmigo en la manta que me había puesto para protegerme del frío, y ambos, nos quedamos profundamente dormidos. 

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Hola! HAY espero que les guste este capitulo, aunque es medio aburrido. 

Les dejo una foto de Genesus, el salvador de Rueouse. ♥

SALUDOS!

LU.

RueouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora