Siempre, siempre...

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Lo tomé por la cara con ambas manos, y el hizo una mueca de dolor, pero aún así llevó su mano libre sobre la mía.

--Hola…-- Me respondió en un susurro casi inaudible. Me miró directo a los ojos, y me perdí en mi propio reflejo en sus ojos negros como la noche. De repente, verlo tan herido, me empezó a angustiar.

--¿Qué te pasó…?—Le pregunté antes que se me cortara la voz. Él suspiró, le costaba hasta pronunciar palabras, le dolía hasta cada gesto, así que le puse mis dedos fríos en sus labios.—No importa…-- Pero igual me esperaba la respuesta. Ese corte que tenía, era de arma blanca. Había sido otro tributo. No tenía nada con qué curarlo, así que me arranqué un pedazo de mi camiseta, lo hice un bollo y se lo apreté contra su herida en el abdomen. Él soltó un gemido de dolor, pero no me detuvo. No dejaba de mirarme a los ojos,  y yo, por alguna razón, tampoco podía despegar mi mirada de la suya.

Habían pasado 2 horas y Genesus se ponía cada vez mas mal, ahora temblaba, y tenía los labios morados, los dedos duros, y sangraba demasiado. Él estaba sentado contra el tronco, y las piernas abiertas alrededor de la rama. Así que decidí sentarme sobre su regazo enfrentada a él, abrí mi chaqueta y metí sus manos por mi espalda, abrí la suya y metí las mías apretando fuerte su herida, y así nos quedamos, respirando el aroma del otro, el con su rostro en mi cuello, y yo recostada sobre su hombro. Le debía la vida, muchas veces, además por alguna razón que desconozco, siento un cariño grande hacia él.

--¿Me cantas?—Sus palabras me descolocaron. No me las esperaba, y me daba vergüenza cantarle, pero no podía negárselo. ¿Qué pasaba si amanecía, y el estaba muerto? Así que pensé en la primera canción que se me venía a la mente, y es aquella que mi madre me cantaba siempre que yo estaba triste, siempre que yo lloraba, que no podía dormir.

--Por supuesto…-- Suspiré.

En lo más profundo del prado, allí, bajo el sauce,

Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;

Recuéstate en ella, cierra los ojos sin miedo

Y, cuando los abras, el sol estará en el cielo.

Este sol te protege y te da calor,

Las margaritas te cuidan y te dan amor,

Tus sueños son dulces y se harán realidad

Y mi amor por ti aquí perdurará.

En lo más profundo del prado, bien oculta,

Hay una capa de hojas, un rayo de luna

Olvida tus penas y calma tu alma,

Pues por la mañana todo estará en calma.

Este sol te protege y te da calor,

Las margaritas te cuidan y te dan amor.

Tus sueños son dulces y se harán realidad

Y mi amor por ti aquí perdurará.

Cuando terminé mi canción, Genesus ya estaba dormido, todavía hundido en mi cuello, y en paz. Pareciera un pequeño niño inofensivo, no un profesional asesino. Aunque estoy segura de que el no es ese tipo de “profesionales”.

Sentir su respiración en mí me tranquilizaba, y me daba la certeza de que aún estaba vivo. Además de nuestros corazones latiendo en sinfonía. Aunque mañana no se qué será de nosotros, y me preocupa Félix.

--Donde estarás Félix… te necesito aquí, conmigo.—

Después de tanto pensar, de asegurarme que mi compañero estaba vivo, y de alguna que otra lágrima por Félix, por fin me quedé dormida, en el pecho de Genesus.

El primer rayo de sol bailaba sobre mi cara, molestándome. Fruncí el ceño y abrí lentamente los ojos. La brillante luz me encandiló, y cuando pude ver bien, lo primero que hice fue quedarme callada a ver si sentía la respiración de Genesus.

--Tranquila… Sigo vivo.—Me dijo esbozando una sonrisa dolorosa.—Que dulce voz tienes.—Su comentario me hizo sonrojar un poco, bueno… Bastante. Me separé de su pecho y aún sentada sobre su regazo lo analicé: Dos o tres cortaduras en el rostro, y la gran herida en el abdomen. Pero su ánimo: feliz. Mi calor corporal lo ayudó bastante anoche.

--¿Cómo te sientes?—Le pregunté evadiendo el tema de la canción. Él me tomó ambas manos.

--Bien, gracias a ti.—Me respondió apretando mis manos suavemente.

--En realidad, si no me hubieses salvado tantas veces…-- Me defendí.

--¿Cómo no hacerlo?—Me respondió para mi sorpresa.

--¿A qué te refieres?—Le conteste atónita. Él se mordió el labio y sonrió, lo que me hizo sonrojar.

--Desde que soy muy pequeño que te veo por la televisión cuando pasan algo de tus padres. “Katniss y Peeta, las caras de la revolución”  y siempre andaban con una pequeña niña. De pelo oscuro y trenzado, y ojos azules, que siempre andaba prendida a la camisa de su padre, que cada vez que la cámara la enfocaba ella se escondía rápidamente detrás de sus padres. Siempre, siempre te veía por la televisión. Y cuando nos anunciaron de los nuevos juegos del hambre, bueno, yo no quería venir a los juegos. Supongo que nadie quiere, ¿o sí?—Hizo una pausa mirando a un lado con las cejas fruncidas.--Y cuando me enteré que habías salido elegida en la cosecha, se me ha caído el alma al piso Rueouse, porque…-- Se detuvo dudando, se decidió, me tomó las manos y las apretó contra su pecho.—porque yo estoy enamorado de ti.

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MUERAN, MUERAN DE AMOR. SE LOS ORDENO.

OH ESPERO QUE LES GUSTE EL CAPITULO.! 

A PARTIR DE AHORA TODO CAMBIA ¿VERDAD?

FELIX O GENESUS?

DEDICADO A 

SofrainBlu

SALUDOS! LOS ADORO A TODOS, Y ME ENCANTAN SUS COMENTARIOS.

LOS QUIERE, LU~

RueouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora