19
Me empezaron a temblar las rodillas y me desvanecí. La sangre me hervía por dentro, y me latía en los oídos. Volví a levantar la vista y lo vi de nuevo.
El cuerpo de Félix de rodillas, todo masacrado, herido, con sus dos ojos morados y con la boca sangrando, atado de manos, y tan débil de no poder defenderse con las piernas.
En frente de él, Kenya, golpeándolo en la cara. Mas lejos, Julhia, revolviendo entre las armas, y mochilas que tenían para subsistir, amontonadas a un lado. Se reían divertidas, cómplices, disfrutando de cada golpe que recibía el cuerpo, y el rostro de Félix.
Kenya se preparó, se sonó los huesos de la mano, y luego le dio un golpe en la cara, dejándolo inconsciente, y en el suelo boca abajo, con un gran moratón en la mejilla.
Entonces algo cambió en mí. Mi mirada se perdió en esa imagen, y apreté fuerte los dientes. Agresiva.
--¡Félix!—Grité, destapándose así mis oídos también. Kenya y Julhia se sobresaltaron y voltearon asustadas.
Mi vista se posó sobre los ojos oscuros de Kenya. Empecé a caminar firme, decidida, bufando como el viejo Buttercup cuando veía a mi madre. Saqué una de mis flechas, dejando caer los duraznos que había metido en mi carcaj…
Pero de repente, me quedé atontada, y me paré en seco, tan firme que me dolieron las piernas, me había desconcentrado…
Me había desconcentrado Genesus, corriendo, un poco cojo a causa de sus heridas, yendo directamente hacia Kenya. Entré de nuevo en shock.
Cuando ella vio a quien se iba a enfrentar, sonrió malvada. Genesus estaba desarmado, estaba indefenso. La empezó a golpear en el estómago dejándola sin aire.
Kenya se detuvo un momento tratando de recuperar el aliento, y cuando él se le volvió a acercar, ella le dio un empujón que le abrió las heridas del abdomen. Genesus se quedó duro al ver la sangre en su camisa.
Y todo fue tan rápido.
Kenya sacó una cuchilla afilada de su cinturón, y como un águila a su presa, fue corriendo, gritando de furia, y se la enterró en el estómago a Genesus. Lo empujó dejándolo caer de espaldas, y sonrió.
--¡AHÍ ESTÁ EL TRAIDOR! ¡AHÍ ESTÁ!—Reía y le gritaba a Julhia, pero cuando se dio vuelta, Julhia ya no estaba, y mi flecha en su cabeza, la dejó muda.
Me acerqué corriendo desesperadamente a Genesus, me lancé de rodillas a su lado, y examiné su herida…
Yo ya nada podría hacer.
Genesus me miró a los ojos, sin poder hablar mucho… y me acaricio la mejilla con su mano temblando, y susurró un débil “Rueouse”. Casi no podía respirar.
Se me llenaron los ojos de lágrimas y trataba de sonreírle pero… no podía. Así que con mis manos, mantuve la suya, temblorosa, en mi mejilla.
Mil recuerdos se me cruzaron por la cabeza en ese momento.
Genesus, siempre mirándome con sus ojos compasivos. Esos ojos negros que siempre se encontraban con los míos. Genesus perdonándome la vida, y luego salvándome demasiadas veces, siempre poniéndome a salvo, siempre pendiente de mí. Que aunque él este malherido, haya podido tenderme su mano para salvarme.
Los momentos que pasamos en el lago, chapoteando, riendo, viendo juntos el atardecer, y luego su “Te quiero, Rueouse.”
--Yo también te quiero, Genesus.—Le dije con la voz cortada y llorando. Me acerqué a él y le di un pequeño beso en los labios. Él sonrió como un niño.— Perdón por no haberte podido salvar…-- Le dije sollozando. Él no dijo nada, movió sus dedos débilmente acariciándome la mejilla con su mano que yo tenía sostenida. Luego, simplemente, cerró sus ojos, como si durmiera aún con la sonrisa en su rostro.
Le quité el cuchillo del estómago, y le cerré su chaqueta. Cerré los ojos, para sentir su calor una última vez. Luego puse sus dos manos sobre su abdomen.
--Gracias… por todo.—Susurré, y dejé salir el llanto.
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Hola, lamento mucho este capitulo tan triste. Espero que no me odien.
Son cortos, para alargar un poco mas la historia, y que no termine tan rapido.
Aunque no lo crean, esto de que mueren los personajes de mi historia me duele a mi tambien!, me duele tener que hacer esto, y Genesus siempre siempre, como decía el, va a ser uno de mis personajes preferidos.
SALUDOS.
LU~