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--Rueouse…-- Me susurraba Félix, mientras me acariciaba la frente delicadamente y sonreía. Parecía que lloraría de la felicidad. Aún en sus brazos no tenía la fuerza suficiente para levantarme, ni siquiera para hablar. Solo lo miraba directo a los ojos.
Al cabo de una hora el ya me había hidratado, tenía varias cantimploras llenas de agua tibia a causa del calor abrasador, pero en fin, agua, y es lo que me había salvado la vida. Félix me había salvado la vida. Luego me ofreció alimento y comí un poco de liebre que él había cazado. ¿Cómo se lo iba a agradecer?
--Félix… yo…-- Le dije con un hilo de voz, tan débil que parecía que enmudecería de inmediato. —No sé como agradecértelo…-- No pude terminar, el me había tomado de la cara y me estaba acariciando las mejillas con sus dedos, y me dejaba sin aliento.
--Rueouse…-- Suspiró.—Por nada en el mundo hubiese dejado que te vayas.—Me dijo susurrando, y me dio un beso en la frente que me dio tranquilidad, sentí sus labios tibios en mi frente fría. Se apoyó contra un árbol y me acunó como a un bebé hasta que me quedé totalmente tranquila.
Hacía unas horas yo estaba con Finnick, Prim y Rue. Fue el sueño más raro del mundo. La sensación que corría por mis venas en ese instante era tan helada, sentía las extremidades frías. Me dolía el pecho como si una piedra me pesara en lugar del corazón. Sentía el estómago vacío. Veía la tenue luz que atravesaba el congelado vidrio, el resplandor blanco que entraba a través de la cerradura de la puerta enfrentándose al calor de la llama de la chimenea, pero me sentía tranquila. Mucho mejor que cuando desperté, que fue como si se me cayera el alma al suelo, como si fuese un cuerpo desfallecido, y si estaba desfallecida. Pero luego apareció mi salvador, se le notaban unos pequeños rasguños en los brazos, pero nada grave. También de sus ojos caían unas ojeras moradas que me daban a entender que no había estado descansando. Pero aún así no perdía ese calor que me transmitía, como cuando me abrazó en la entrevista. Como cuando dijo a todo Panem que necesitaba protegerme, y aquí está para cumplirlo, protegiéndome de todo lo que me podría hacer mal. Yo con mi cabeza en su pecho, y el abrazándome, viendo los destellos anaranjados del atardecer escabullirse entre las ramas y hojas, rozándonos la piel.
De repente un ruido, que me dejó un pitido en los oídos, me hizo pararme de golpe. Un cañonazo.
¡Dios mío!
--Marteens.—Dije mas para mí que para Félix mientras lo miraba escandalizada. El pareció acordarse también y me tomó del brazo deteniéndome, ya me estaba tambaleando. Estaba débil. Cansada. Y entendí que de nada serviría si yo estaba así. Y mucho menos de noche. La noche había caído sobre nuestros cuerpos, y el frío empezaba a congelarme los pies. Miré a Félix y me eché a llorar con todas mis fuerzas.
--El fue a buscarme agua, el se fue para salvarme, y yo lo tenía que proteger a él.—Sollozaba en los brazos de Félix.—Ahora está solo, o quizás esta...—No pude ni pronunciar la horrible palabra. No podría imaginarme a Marteens de esa manera.
-- Rueouse…-- Me interrumpió en un susurro. Y yo lo oía bien, el único sonido además de nuestras respiraciones eran las pequeñas chicharras que se escabullían entre las hojas del suelo.—Mañana a primera hora, salimos a buscarlo. Ahora necesitamos descansar, ambos.—Me dijo señalando el gran árbol donde yo dormía con Marteens. Asentí mientras me secaba las lágrimas.
Félix sacó un par de cosas de su mochila y se la echó a la espalda. Me ayudó a subirme al árbol y él se subió detrás de mí. Se apoyó contra el tronco abriendo las piernas para que yo me acomodara en su pecho, nos tapó con una manta que venía en su equipaje y luego nos ató con una soga. Félix estaba haciendo tantas cosas por mí.
De repente el himno del Capitolio empezó a resonar por toda la Arena. Sentía que se me saldría el corazón por la boca, sentía nauseas. No quería ver el rostro de Marteens en el cielo. No podía.
Empezaba con los distritos más bajos. El nuestro iría a lo último.
La chica del 6. El chico del 8… eso me provocó un dolor en el pecho. Kendall, había pensado en hacerlo mi aliado. El chico del distrito 10, el pequeño del 11 y… nadie más. Quedamos 13. Marteens estaba vivo. Solté un suspiro de alivio y sonreí mirando al cielo. Luego, abrasé a Félix con todas mis fuerzas.
--¿Sabes?—Me dijo con un tono suave, yo lo mire a los ojos y él me acariciaba la mejilla.—Cuando peleaba en la Cornucopia con los demás tributos para alcanzar las armas, en lo único que podía concentrarme era en si tu estabas bien. Así me gané estos rasguños.—Me dijo señalando sus brazos.—Cada noche que pasaba, yo esperaba a ver el himno del Capitolio a ver si estabas bien. Y cuando no te veía en el cielo, me dormía tranquilo. Y deseaba encontrarte. Y te encontré.—Me susurró.
Y entonces me tomó la cara con las dos manos, y me besó.
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¡HAY! qué capitulo no?
Espero que les guste!!
Les dejo una foto de Félix cuando Rueouse despertó.
Dedicado a Mysagy. Por ser una de mis escritoras preferidas de Wattpad.
SALUDOS! ♥
Lu