No quería creer lo que estaba viendo.

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Mi cara cambió a sombría, y estaba casi segura que todo Panem estaba viendo mi expresión, así que sonreí dulcemente. Pero en esos momentos mil imágenes se pasaban por mi cabeza: Los ojos bellos de Félix, su calor cuando me abrazaba, sus labios suaves sobre los míos, el y yo durmiendo juntos en la cueva, con el sonido de la fría lluvia; Y entonces me entraron ganas de llorar.

Miré a Genesus horrorizada, no quería que me vea llorar y lastimarlo, no quería responderle su “Te quiero” con un llanto. Pero las lágrimas me quemaban los ojos, y no tuve más remedio que soltarlas. Me tapé rápido la cara con las manos, pero se escuchaba un pequeño sollozo que me delataba.

Genesus se acercó y me abrazó con ternura.

--Hey… Tranquila.—Me dijo casi susurrando.—No tienes que responder, no quería ponerte mal.—Me dijo apoyando su cabeza sobre la mía. Me levantó la cara, me secó las lágrimas y me besó suavemente en la frente.

Me metí en las botas muchas hojas medicinales, era de noche y teníamos que partir.

No teníamos donde llevar agua, así que decidimos no alejarnos demasiado y siempre volver al lago.

Caminábamos entre la oscuridad de la noche buscando a Félix, sin mucho éxito, pero a Genesus comenzaba a darle fiebre por su herida. Las plantas no habían ayudado mucho.

Nos recostamos a los pies de un árbol a descansar. Genesus volaba de fiebre, y tenía demasiado frío. No lo dudé, me quité mi chaqueta y se la coloqué encima, tantas veces me había salvado la vida que esto era necesario.

Él no se quejó, es más, me sonrió y me susurró un débil y tembloroso “gracias”, le besé en la mejilla y me acosté a su lado para darle calor.

Esa noche no dormí, me preocupaba que algo nos pasara, y la única defensa que teníamos era… yo. Además las ideas y pensamientos se me atropellaban en la cabeza.

Félix… ni siquiera sé cuantos quedamos en la Arena, todas las veces que han pasado el himno desde hace días, o estaba agonizando, o dormida, o huyendo de una bestia.

“Te quiero”, rebotaba en mi cabeza, el de Félix y el de Genesus.

Lo miré y sonreí.

“Pobre Genesus, le debo tanto.”

Le acaricié la frente.

Al amanecer me levanté sin despertarlo y me trepé a un pequeño árbol donde había unas frutas bastante grandes. Me estiré la camisa formando una “canasta” y puse más o menos cinco.

Me bajé del árbol para examinar más de cerca las frutas. Cabían en la palma de la mano, eran redondas pero no perfectas, anaranjadas y pálidas. Las olí y sonreí.

“Duraznos “Pensé.

Corrí hacía Genesus y me senté a su lado. Aún dormía. Hoy era un día caluroso, muy caluroso.

Luego de un rato no aguanté mas, se hacía tarde, le toqué la frente y ya no tenía fiebre.

-Genesus…-- Le susurraba mientras lo movía de un lado a otro.

Él se sentó de un salto y con la respiración agitada.

--¡Tranquilo!—Le dije riendo.—Mira lo que he encontrado.—Le dije con una sonrisa en la cara, le mostré los duraznos y abrió los ojos como platos, tomo uno y lo olió.

--Duraznos…-- Me dijo sonriendo. Ambos abrimos uno a la mitad y lo devoramos. Dulce y suave. Me recordaba cuando andaba caminando por la Veta comiendo un durazno, acompañada a paso lento por el viejo Buttercup.

Genesus se quitó la camisa y me dejó cambiarle las hojas, comenzaba a cicatrizar. Me metí los tres duraznos que quedaron en el carcaj y emprendimos nuestro camino nuevamente.

Me empezaba a preocupar no encontrar a Félix, y me sudaban las manos de nervios.

¿Qué tal si Félix estaba malherido y yo mientras, chapoteaba en el lago con Genesus? Se me hizo un nudo en la garganta de culpa.

Hoy era uno de los días más calurosos en la Arena. Las gotas de sudor caían por mi frente.

Genesus notó mis nervios y se paró tomándome de la muñeca.

--Ven, descansemos un momento.—Me dijo corriendo de mi cara unos mechones de cabello.

--No, no. Tenemos que seguir.—Le dije caminando y tirando de él, ya que no me soltaba la muñeca.

-- Pero estas agotada… nerviosa.—Me dijo dudando de sus palabras.

--No.—Le respondí bruscamente. Me solté de su mano y continué.

Empezamos a atravesar unas enredaderas húmedas, y detrás de ellas se encontraba un pequeño campo de césped, rodeado de arboles formando un círculo perfecto.

Pero mis ojos… no querían creer lo que estaban viendo.

--Félix…-- Susurré.

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EL PRÓXIMO CAPITULO ES MUY IMPORTANTE.

PROMETO SUBIRLOS RAPIDO, ESTA A PUNTO DE TERMINAR ESTA HISTORIA.

LOS ADORO♥

Dedicado a : cheeseq♥

Lu.

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