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Sentí el calor de su mano en mi hombro y me atravesaron unas cosquillas por el cuerpo. Supongo que lo que tanto me incomodaba de Félix era que era hijo de Finnick…
Pero… ¿Qué tal si me odiaba? Capaz me odia y soy su primer objetivo y me quiere ver muerta, ya que su padre murió por mi madre. No voy a confiar más en Félix. Solo me centrare en mantener a Marteens con vida. Es la primera vez que ponía la vida de otro sobre la mía. Me sentía tan confundida. En poco tiempo estaré en la Arena, y todo será tan distinto. Ni siquiera pude despedirme de Gale, que aunque no se habla con mi padre, y poco con mi madre, en dichas oportunidades me ha enseñado tantas cosas en el bosque. Me ha enseñado a hacer trampas ingeniosas, y sé que cada vez que me ve con el arco piensa en mi madre. Ella siempre será su amor. Pero supuestamente fue su culpa la muerte de mi tía Prim. Me hubiese gustado mucho conocerla. Y a mi abuela, me gustaría verla más seguido. Pero esta muy triste, y aislada. Y ahora debe estar viendo como yo sufro lo mismo que su propia hija. Como soy parte del juego que asesinó a Prim. Y me siento culpable por eso, aunque la culpa no me corresponde. Si no a Coin.
Me chocaron y reaccioné de inmediato. Estaba tan adentro mío, tan sumergida en mis pensamientos que no había notado que se había terminado el entrenamiento.
--Perdona, yo…- Dije distraída.
--¿Acaso estas paralizada de miedo, pequeña en llamas?—Me interrumpieron. Estaba mirando al suelo, seguí la vista recorriendo el cuerpo frente a mí de abajo hacia arriba y ahí estaba Julhia, con su cabello rojo mirándome con una sonrisa de costado, media burlona y media indiferente.
--No, yo no…-- Tartamudeaba.
--Como sea. – Me volvió a interrumpir. Me dirigió una mirada asesina y paso por mi lado, no sin antes revolear su cabello y hacerlo chocar con mi cara. Me quede mirando hacia delante asustada, pero un ruido me hizo voltear. Fue un golpe seco. Ahí estaba Julhia en el suelo, tratando de levantarse. Me quedé aun más sorprendida cuando vi a Félix Odair hacerse el indiferente mientras silbaba. Julhia se paró de inmediato y lo empujó enfurecida. Le gritaba frenética que le había puesto el pié y lo trataba de voltear. Félix se reía y retrocedía. Kenya y Geneus vinieron en ayuda de ella. Lean apareció por atrás y trataba de calmar a Julhia. Todos miraban a Félix con odio. De todos los perfectos rostros, emanaba ira. Tan susceptibles.
Félix se escapó de las garras de los profesionales, tomó mi mano firmemente y se echó a correr con tanta rapidez que yo iba dando tropezones y de vez en cuando me caía. Trataba de decirle que pare, que no podía correr más, pero luego recordaba que había cuatro asesinos enfermos de odio corriendo detrás de nosotros.
Corríamos por los pasillos que parecían interminables, y de repente Félix dobló y se metió a una puerta conmigo, era un cuartillo de mantenimiento muy pequeño y estábamos muy apretados. Solté mi mano de la de el violentamente. Genial, ahora nos matarían acá adentro. Pero escuchamos los pasos que siguieron de largo.
De repente me agarró tanto enojo hacia él. No solo puso en peligro mi vida, sino que también me gané a los peores enemigos que podría haber tenido.
--¡¿Qué estabas pensando cuando…?!—No pude terminar la oración, el ya me había tapado la boca suavemente haciéndome callar.
--No grites Rueouse. —Me dijo susurrando. —No quieres que nos maten, ¿O sí?—Le saqué las manos de mi cara.
-- ¿Qué nos maten? Ya estamos muertos. No entiendo que estabas pensando.—Apretaba los dientes con fuerza.
--No nos van a matar, no. Y menos a ti—Me dijo muy seguro mientras sonreía. Le daba muy poca importancia a lo que yo decía, seguía muy divertido en su “travesura”.