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Estaba acostada sobre una cama hecha con agujas de pino, y la frescura del bosque me daba en la cara, sentía que me mecían suavemente, y de nuevo estaba en casa. Veía a los Sinsajos volar por encima de mí y yo les silbaba para que repitan mis melodías.
Cuando abrí los ojos de nuevo me choque con mis propios ojos. Y ese suave movimiento que notaba en mi sueño era Peeta, que me llevaba en brazos. No podía hablar, solo miraba sus facciones, sus ojos azules, su cabello rubio. Y él ni siquiera me miraba. Que lamentable que no estaba recostada sobre agujas de pino, en el bosque de mi distrito. Que lamentable que todavía, al abrir mis ojos, siguiera acá, en el Capitolio.
--Papá, perdón,-- Le dije al fin, antes de llegar a nuestro hogar del Capitolio.
--No te preocupes…- Me dijo, aun dolido por haberlo tratado así la otra noche. Nunca peleábamos, las peleas siempre eran entre mi madre y yo, y a él le dolió que mostrándome su preocupación hacia mí, yo lo haya hecho sentir mal.
--No… enserio yo no quería tratarte mal, eres el mejor papá que podría haber tenido. —Le dije mientras las lágrimas se me escapaban de los ojos. El me abrazó con todas sus fuerzas y me dio un beso en la frente.
Cuando llegamos, todos estaban muy preocupados por mí. Mi madre me abrazó y Marteens también. Nos sentamos todos en el sofá temiendo por mi puntación.
Caesar Flickerman se encontraba en las pantallas de todo Panem. Increíble que siga manteniendo su aspecto, no al pie de la letra pero las cirugías ayudaron bastante con su vejez.
A medida que avanzaban los tributos, se me erizaba la piel cada vez más. Félix obtuvo una puntuación de 10, y el máximo era 12. Todos los profesionales obtuvieron 11. Ya podía ver mi muerte. Marteens obtuvo un 6. El corazón me latía fuerte mientras escuchaba mi nombre: Rueouse Mellark, 8.
De acuerdo, nadie se sorprendió. Y tal vez esto ayude mucho a mi equipo con Marteens, nada de llamar la atención. Aunque mi puntuación sea un poco mediocre, eso ayudará a que los profesionales se dediquen a otros primero.
Estaba agotada, al otro día serían las entrevistas frente a frente con el público y yo no tenía energías. Me fui a mi habitación luego de despedirme de todos, y me senté en mi cama. Tomé mi cuaderno de dibujos y empecé a pasar las hojas una por una. Tenía muchos retratos de Buttercup. Gale lo debe estar cuidando bien. En estos momentos me sentía como un gato deprimido y viejo, sin nada de energías por vivir. Quería cerrar los ojos y no despertar.
Al día siguiente desperté sin recordar el momento en el que me dormí. Tenía muy pocas energías y no quería que llegue el momento en el que esté sentada en el sofá con Caesar, donde toda la gente me vería.
Desayuné en mi habitación y luego me quede hecha un ovillo hasta que me vinieron a buscar para producirme. Plettair me llevaba a rastras. Pero mi estilista ya no era Jenny Lerson, si no un hombre de mediana edad y con una barba muy extravagante. Le pregunté donde estaba Jenny, pues me incomodaba que sea hombre el que me vista. Aunque mi madre quiso con toda su alma a Cinna, y me hubiese gustado mucho conocerlo.
--Ya… no está con nosotros.—Me dijo con un tono frustrado. Era obvio. La habían matado, debe de haber sido por culpa de los trajes… Coin si que era poderosa. No pude evitar que se me formara un nudo en la garganta por Jenny, en la única vez que la vi me había parecido una muy buena persona, y obviamente con muchas ganas de vivir. Me obligué a no ponerme triste, debía estar concentrada para esta noche. Me pregunto que estará haciendo Félix en estos instantes… probablemente lo mismo que yo. Por qué será que pensaba tan a menudo en el…
Me sobresalté cuando entro mi equipo de preparación, estás mujeres sí que son escandalosas. Me sentaron y me empezaron a tironear el cabello mientras me arreglaban las uñas. Al final, me miré al espejo y no me pude reconocer… Me habían hecho un recogido que dejaba caer unos mechones por detrás de mi oreja, y aunque llevaba muy poco maquillaje, mis pestañas hacían resaltar mis ojos.