Capítulo escrito por @pyresofvaranasi y editado por @Ofiuco
CAPÍTULO IX: EL DIRECTOR TENEBROSO
Los días sin Severus eran tormentosos y aburridos, como si una capa de angustia siempre estuviera a su alrededor, asfixiándola y dejándola sin aire. Su padre había escrito varias veces en esa fría navidad, pero ella jamás abrió las cartas, no necesitaba más dolor.
Adquirió la costumbre de dar largas caminatas en los bordes del bosque prohibido, sintiéndose ansiosa y esperando cualquier señal que le regalara tan solo un poco de esperanza.
Severus se había convertido en su mentor, su ancla, su protector, ahora estaba sola en las tinieblas, melancólicamente desamparada.
Hasta que en uno de esos paseos colapsó en la suave hierba, rodeada de copos de nieve se permitió quebrarse unos minutos por su severo amor, por su suicida profesor.... Y por ella misma, por ser tan malditamente indefensa, pese a lo que había aprendido sobre vivir y morir.
Indefensa a un amor que la quemaba como el fuego, un amor que terminaría tan mal como ellos, un amor que la dejaría hecha polvo.
"Sus lágrimas son puñales, Swan".
Pensó que estaba loca, porque esa voz era inconfundible... pero él no estaba allí, solo era su macabra imaginación.
Alzó la mirada y lo encontró frente a ella, tan quieto cómo una escultura, alto, pálido, delgado y vestido del usual negro, su profesor: Severus Snape.
-Sev...-siseó, sintiendo sus lágrimas quemar en sus mejillas, y antes de que se diera cuenta él se había arrodillado al frente suyo, separados únicamente por centímetros sus alientos se rozaron en la profundidad del bosque.
-Béseme niña.... He regresado –siseó, borracho de añoro... un añoro que no sabia que existía en su corazón.
Ella soltó un pequeño gemido antes de lanzarse a sus brazos y caer de lleno en la congelada manta blanca del bosque.
Severus casi sollozó de la alegría, pensó que ella había huido, cualquiera en su sano juicio lo haría, pero no Helena, ella era una roca firme, ella cumplía sus promesas.
Sus bocas se encontraron antes de tener tiempo de preguntar o reclamar cualquier banalidad, el deseo estalló cómo un imán en sus cuerpos y antes que se dieran cuenta estaban forcejando con sus túnicas.
Helena jadeaba ansiosa, deseando más y más de su oscuro mentor, Severus dudaba, pero incapaz de parar y contra su juicio la despojó de su túnica y su suéter escolar, dejándola solo en una camiseta blanca, suave y transparente.
-¿Podrás perdonarme alguna vez? -Helena frunció el ceño ante esa pregunta, técnicamente, aún no tenía que perdonarlo por nada, ¿qué tan grave y dañino tendrás que ser Severus?
-Nunca vuelvas a irte así –siseó, conteniendo toda su ansiedad.
Severus hizo una mueca hostil.
-Pronto me iré para siempre Swan. ¿O ya lo olvido? -su pregunta fue como un balde de agua fría para el joven corazón de Helena.
-Lo sé, pero esto fue distinto.... Pensé... pensé que tendría que regresar -su voz se ahogó en un llanto casi infantil.
-Nunca más tendrás que verlo Helena. ¡Puedes confiar en eso! -siseó con orgullo- Yo me encargaré de ti -casi como un voto matrimonial juró esas palabras con seguridad.
Las manos del profesor bajaron con lentitud por sus hombros hasta rozar sus pezones sobre la camisa blanca, ella se estremeció de anhelo.
-Esto esta mal, usted es una niña, mi alumna, mi ejecutora –susurró, rozando sus labios casi congelados.
-Severus eres lo único que tengo, no te atrevas a acobardarte ahora-gimió ella posando las manos sobre las suyas y haciéndolo estrujar sus senos.
Severus jadeo sintiendo su miembro endurecerse, duro y caliente, deseando follarla tan fuerte hasta casi romperla.
Pero Severus era racional.
-Vamos al castillo, Swan, tenemos tiempo aun -prometió tomando su mano y llevándosela del bosque prohibido.
Los días no fueron mejores para ella o para cualquiera en Hogwarts, Severus como director, los Carrow, y el ambiente moribundo tenían al castillo en una delicada línea de pánico colectivo.
Severus evitaba a Helena, demasiado temeroso de perder la poca cordura que le quedaba a su alrededor e intentando que recapacitara acerca de esos problemáticos sentimientos que compartían.
Helena pasaba desapercibida por los tormentosos castigos de los Carrows debido a la procedencia oscura de su padre, debido a su linaje puro, y a su cercanía a Lord Voldemort.
Pasar desapercibida por los verdugos era ser el centro de atención de los alumnos y por consiguiente ganarse el odio de todos sus compañeros, Helena era la paria de Hogwarts y no culpaba a nadie, ese parecía ser su destino.
Siempre en la dirección contraria, a destiempo, tarde, o muy lejos de los demás.
Hasta que una tarde en pociones, todo se fue a la mierda.
TODO.
-¿Escuchaste lo que dicen? Dicen que Snape se está follando a Swan, y que deja que los Carrows observen para librarla de los castigos -la voz de Goyle era venenosa y desató una risa colectiva que involucró incluso a miembros de la casa dorada y roja.
Helena apretó los dientes sintiéndose mareada e iracunda.
-¿Y sabes que es lo mejor que escuche? Mi padre me dijo que Charles Swan abusaba de ella desde niña, es una pequeña puta oportunista -siseó el plateado rey de Slytherin con sorna.
La simple mención de su padre y de las atrocidades que había hecho con su espíritu bastaron para hacer de Helena, una fiera incontrolable.
Se volteó instantáneamente de su mesa y apuntó al trio de serpientes con furia.
Todo quedo en un silencio filoso que fue cortado por Severus, que cuidadosamente intentó contener a Helena, Severus sabía su ira, y conocía que quizás esta vez no habría contención.
-Siéntate, Helena-dijo firme, con un tono de voz que no toleraba negativas, tuteándola sin importarle rangos.
-¡No! -siseó ella, temblando sin control y lanzando el hechizo que había aprendido de memoria- Sectumsempra -instantáneamente Draco cayó al suelo y comenzó a gritar sin control mientras que la sangre inundaba el suelo de mármol.
- ¡No! -rugió Snape lanzándose al suelo e intentando controlar la hemorragia.
Ya era muy tarde, Helena Swan era una granada sin seguro, una granada a punto de explotar.
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Corazón Violento
FanfictionCo-autoria que comparto con @ofiuco, espero la disfruten. .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- La señora Astoryas había tenido una vida trágica. Llena de dolor y rota hasta la médula jamás imagino enamorarse. No es...