CAPÍTULO XVI: SENTIMIENTOS FEROCES

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Capítulo escrito por @pyresofvaranasi y revisado por 



CAPÍTULO XIII: SENTIMIENTOS FEROCES.




Estaba temblando de nervios, iría a ese castillo por primera vez después de un largo tiempo.

Ese castillo que fue el lugar de su soledad y dolor.

La vio caer.

La vio amar y desear con fuerza, la vio rezar.

En ese colegio había vivido las experiencias que marcaron su vida para siempre, allí se enamoró.

Allí aprendió a matar del mejor maestro.

Su melancólico profesor de pociones que la sobornó una noche para matarlo a cambio de un extraordinario.

Desearía haberte dicho que no, Severus, pensó con rabia mientras veía su reflejo en el espejo.

—Si yo fuera a ver a mi ex después de tanto tiempo, me pondría esto...—dijo divertido Fausto, el sirviente scib de su familia por generaciones, dejo sobre su cama un conjunto color beige que no se había estrenado aún.

—Voy a ver su retrato... o al menos eso espero—susurro Helena frunciendo el ceño pero decidió tomarlo.

Era hoy, o era nunca.

.

.

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Se apareció en el despacho de la nueva directora de Hogwarts a la hora acordada, Helena odiaba la impuntualidad. La verdad se sorprendió al verla, Ginny Potter no lucia nada igual que en el pasado; supongo que nadie lo hace.

Había dejado atrás las facciones juveniles, su cabello rojo estaba perfectamente arreglado en gruesos risos, el maquillaje en sus ojos la hacían ver madura y su ropa elegante le sumaba años.

La verdad se veía sobria e impecable.

—¿Esta bien señora Astoryas? —pregunto Ginny con recelo.

—Lo siento, la verdad luces muy diferente—dijo Helena con completa sinceridad, para después sentarse en el sillón al frente de su escritorio.

Escritorio que fue de Albus Dumbledore.

Escritorio donde Severus Snape la hizo su mujer después de casi matar a Draco Malfoy.

—Tú igual... ¿Puedo llamarte Helena? —pregunto Ginny con inesperada timidez.

—Lo hiciste en el pasado, es mi nombre

—Fui idiota en el pasado, todos lo fuimos...

—Llámame Helena, directora—Helena mantuvo el respeto con incomodidad. Mirando a todos lados en busca de su retrato, pero allí no estaba.

—¿Buscas algo?

—Busco su retrato—Helena fue sincera.

—¿De Dumbledore?

—Severus.

Ginny la miró confundida... ella pensaba que estaba muerto.

Severus Snape murió para la mayoría del mundo en la batalla de Hogwarts, pero la verdad era otra: Estaba vivo, el decidido vivir después de todo.

Después de Helena.

Gracias a su astucia y a la de Hagrid, Severus fue oculto y sanado poco a poco, un lento año transcurrió escondido de todos hasta que las heridas y dificultades desaparecieron.

—Te escribí por que quería hacerte una propuesta.

—¿A mí? —preguntó con sorpresa.

—Quiero ofrecerte la plaza de pociones Helena, tienes todo lo que busco, y una recomendación que no soy capaz de obviar.

—Es muy amable directora, pero soy abogada, no profesora. La verdad tengo muchas cosas por delante y no creo tener la pedagogía para enseñar a las nuevas generaciones.... Tengo una reputación que me preside en este colegio: y no es la mejor.

—Fuiste manipulada, eras joven.... Tenías una vida dolorosa.

—Fui estúpida, avariciosa y solo vi por mi bienestar, era capaz de todo por no regresar con mi padre.

—No lo mataste al final de todo.

—Pero aprendí a hacerlo, de todas las maneras posibles. Lastime y torture personas en el proceso, agredí a Draco Malfoy hasta casi matarlo...

Draco era un imbécil, lo sigue siendo.

—No puedo directora, esta escuela tiene demasiados recuerdos.... Jamás podría llenar su lugar en clase.

—Hay alguien que no piensa lo mismo—lanzó Ginny Potter con astucia.

—¿Quién?

—Sígueme Helena, y descubrirás de quien hablo...—La directora Potter se levantó de su asiento y la condujo por los pasillos de Hogwarts, haciéndose espacio entre la marea de estudiantes que morían por ver a la protagonista de todos los chismes mágicos.

Llegaron al frente del salón de defensa, junto a la puerta había una gran ventana medio abierta, Helena frunció el ceño. ¿Qué profesor en su sano juicio podía haberla recomendado?

Entonces lo vio.

Sin el humo de los calderos rodeadolo, y después de los años... sin tanto dolor y fantasmas sobre sus hombros Severus Snape lucia fantástico.

Helena jadeo tapándose la boca con las manos.

Más joven, sin tantos ropajes negros, y con una que otra arruga más, el amor de su vida hablaba sobre maldiciones con experiencia infinita.

Helena se tambaleo haciendo ruido innecesario, Severus conecto con su mirada, y su varita cayó al suelo... allí estaban otra vez, jugando con los hilos del destino que se empeñaban en torcer sus vidas.

Severus hizo una mueca muy parecida a una sonrisa, estaba preciosa.

La adultez le había sentado de maravilla, entonces todo explotó entre ellos, deseo, dolor y amor... justo como antes.

No puede ser... fue lo último que pensó Helena antes de salir corriendo fuera del castillo.



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Corazón ViolentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora