Capitulo V: La confesión de un pequeño Cisne.

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Capitulo escrito por @Pyresofvaranasi y editado por @VictorHugoNox

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CAPÍTULO V: LA CONFESIÓN DE UN PEQUEÑO CISNE.


Aparecieron en el bullicioso Londres Muggle, y como Helena jamás había estado en esa gran ciudad, el choque fue estridente... Sus sentidos se saturaron con la música, las cornetas, los autos, el metro, la cantidad incesante de gente por todos lados y en todas las direcciones... No tenía idea de cómo era ese mundo, pensó que moriría en un ataque de pánico.

-Respire, Swan -ordenó su severo profesor de pociones, sacudiéndola por los hombros.

Ella exhaló el aire que tenía contenido, en un rápido movimiento... sintiendo como la presión abandonaba su cuerpo y era arrastrado sin esfuerzo varias calles abajo.

-¿Dónde estamos? –se atrevió a preguntar, cuando una muggle tropezó y casi se la llevó con ella.

-Estamos en Square Mile, una zona muy antigua que nos proporcionará algún espécimen con quien practicar...-siseó, doblando a una esquina llena de bares y discos, a reventar de gente alcoholizada y drogada.

Helena hizo una mueca ante tantos aromas extraños, de cigarrillos que olían a bosque, sudor, calor con olor a piel y alcohol, que con la música a retumbar, la hacían sentirse mareada.

-Profesor... regresemos al castillo, esto está mal...-intentó razonar, pero Severus no entendía razones.

A la fuerza rodearon varios callejones y entonces, como si fuesen una especie extraña de depredadores, y su profesor se detuvo en seco, rodeado de oscuridad y ecos.

Entonces Helena le vio: Tambaleándose y muy fuera de sí mismo, venia un hombre que con dificultad enfocaba la vista y que llevaba una botella de licor, vacía, en las manos... muy perturbado, sin más lanzó la botella hacia los dos Helena respingó, pero Severus con un movimiento de sus dedos desvió el objeto justo antes que tocara su cuerpo.

El hombre gruñó, abriéndose los botones del pantalón. Helena apartó la mirada sintiéndose incómoda de pronto e incrédula ante aquella vulgaridad.

-Atáquelo -ordenó Snape, en un susurro.

Helena le miró aturdida, antes que él se posicionara detrás de su cuerpo y en un ritual retorcido, tomó su brazo derecho y apuntó con su varita hasta el sujeto.

El cuerpo de Snape estaba contra el de ella, presionándola, sujetando su brazo. Pudo sentir la respiración de su profesor en su cabello. Helena tembló como una hoja de papel por las emociones encontradas.

-Hazlo arrodillarse -el tono grave de la voz de Snape en su oído, hizo que la piel de ella se erizara.

No obstante, la perspectiva de herir al desconocido la hizo salivar de repugnancia, sintiendo su garganta quemar.

-Imperio –aun así decretó Helena, con los ojos cristalinos a punto de desbordarse en lágrimas.

El hombre volteó hacia ellos con la mirada perdida y las pupilas dilatadas en un hechizo antiguo y devastador.

-Arrodíllate- prosiguió Helena, dejando una lagrima salir.

El hombre se acercó como si fuese un costal muerto hacia ellos, pues ya no lo movía su cerebro, sino la magia oscura en su cuerpo.

Corazón ViolentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora