Capítulo 16

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«─No sé cuando sucedió ─Sora comentó un día, el aroma de las flores impregnadas en el aire y el canto de las aves como la música de fondo

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«─No sé cuando sucedió ─Sora comentó un día, el aroma de las flores impregnadas en el aire y el canto de las aves como la música de fondo. Ambos estaban sentados cerca de los límites de la morada de los adeptus, observando el ocaso o, mejor dicho, Sora observaba el ocaso y Alatus estaba perdido en el arrebol reflejado en la brillante mirada del chico a su lado─, pero desde hace mucho que no me he detenido a observar las cosas correctamente, siempre tan fascinado por querer aprender más, grabando todo rápidamente antes de pasar a algo nuevo, deseoso de conocimiento. Lo mismo sucedió con las personas, luego de perder la cuenta de cuántos "nuevos amigos" había hecho en el camino, nunca más me he detenido a conocer a alguien por más de cinco minutos y mientras más se acercaban a mí y más insistentes se volvían, menos interesantes comenzaron a parecerme.

El silencio los envolvió, Alatus no sabía qué decir ante eso.

Sora continuó, unos minutos después: ─¿Crees en el amor a primera vista, Alatus? 

La pregunta lo tomó de sorpresa. El mayor giró en su dirección y una oleada de nerviosismo lo atacó, sintió el calor subir a su rostro y, con rapidez, desvió la mirada, fingiendo que no ha estado observándolo por los últimos cinco minutos.

─¿No crees que sería un poco tonto amar a alguien que no conoces? ─Aunque su pregunta era evasiva, porque no, nunca siquiera se había enamorado de alguien y mucho menos conoció el significado de "amar", hasta que Sora llegó a su vida; también tenía curiosidad por saber lo que el otro pensaba al respecto.

Sora rió, una risa suave que calentó su corazón.

─Quizá lo sea ─coincidió, balanceando los pies de lado a lado. Su mirada volvió al frente y pareció pensativo antes de susurrar─. Cuando has estado viviendo por más de cinco mil años y has llegado a conocer tantas cosas sorprendentes, mientras más corre el tiempo, más complicado se vuelve encontrar algo que pueda hacerte perder el aliento... ─Alatus ladeó ligeramente la cabeza, observándolo de reojo sin comprender a qué venía esta divagación tan repentina y qué tenía que ver esto con el amor─; sin embargo, cuando te conocí aquel día, cuando ví la ferocidad de tu mirada y el ámbar de tus ojos, tan místico y mágico como el mismo atardecer frente a nosotros, no pude evitar pensar que eras hermoso. ─Su corazón se saltó un latido. Quería gritarle que dejara de hacer ese tipo de comentarios, porque no era bueno para él, porque no sabe cómo manejarlo y solo lo vuelve un manojo de nervios torpe e incomprensible─, era gracioso decirlo cada vez y que no me entendieras en lo más mínimo, ver tu mirada ofendida como si te estuviera soltando el peor de los insultos, cuando lo único que decía realmente era lo mucho que me gustan tus ojos y lo bello que eres.

─Cállate ─exigió, aunque salió como un balbuceo nervioso más que desdeñoso. Sora rió una vez más, dulce y suave, inclinándose ligeramente en su dirección para que sus hombros se tocasen.

Asuntos pendientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora