Capítulo 12

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No sabe cómo llegaron a esto, pero después de estar completamente seguro que Sora no lo dejaría solo, se resignó a su insistente mirada

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No sabe cómo llegaron a esto, pero después de estar completamente seguro que Sora no lo dejaría solo, se resignó a su insistente mirada. Le había dado la espalda, tan lenta y silenciosamente como pudo y se sentó frente al arroyo, viendo el agua correr y cuestionándose si estaba haciendo lo correcto al tomar la decisión de quedarse. El mutismo entre ambos era tanta, que Alatus juraría escuchar los pensamientos del otro hombre ante todas las interrogantes que parece tener; de hecho, él mismo tenía un gran número de cosas que quería saber pero cuyas preguntas no sabía cómo formular con claridad sin parecer muy invasivo.

Ni siquiera está seguro si se le permite hablar. Teme que, si lo hace, su maestro pueda aparecer repentinamente para acusarlo de romper otra orden, matar a Sora ante sus ojos para luego...

─¿Por qué siempre estás herido? ─Lo escuchó cuestionar. La curiosidad era genuina en su tono de voz. 

No respondió inmediatamente, parpadea para despejar su mente y articula los labios sin decir nada en voz alta. LLeva años sin hablar, apenas ha pronunciado más de dos palabras en el ultimo mes, su voz sigue siendo desconocida para él y su garganta se siente seca cada vez que intenta decir algo, como si fuese a desgarrarse por los años en desuso.

 Arroja su capa, ahora inservible, a un lado e ignorando con éxito el movimiento a su espalda. Puede sentir la ansiedad emanando de Sora, ahora comprende que también es alguien curioso por naturaleza, pero se esfuerza por mantener los límites invisibles que él ha impuesto entre ambos.

Aspira bruscamente y sus labios tiemblan cuando intenta formular: ─¿Cómo ─guarda silencio, ¿su voz siempre ha sido así de aspera? Carraspea y lo intenta una vez más, modulando su tono y hablando mucho más bajo y despacio para evitar el evidente temblor que acompaña a sus palabras─. ¿Cómo aprendiste... este idioma tan rápido? ─Era la forma más sencilla de dirigir la conversación en dirección al punto que le interesa.

La respuesta no llega inmediatamente, nuevos sonidos de arrastre se escuchan a su espalda y un segundo después, Sora está sentándose a su lado. De reojo, puede ver como inclina la cabeza hacia un lado para mirarlo correctamente y, ante el movimiento, la cabellera rubia se desliza contra su mejilla y frente, cubriendo ligeramente parte de sus ojos. Sus labios se curvan en una sonrisa y su mirada destella con un brillo desconocido antes de resoplar con fastidio y apartar las hebras de su rostro.

Se obliga a apartar la mirada.

─¿Me creerías si te dijera que aprendo rápido? ─Alatus lo haría sin vacilar. Sin embargo, ni siquiera tuvo tiempo de afirmar o negar aquello, porque Sora continuó hablando─. No lo he hecho antes porque no lo veía necesario... siendo sincero, ni siquiera estaba dentro de mis planes aprender sobre este idioma, pero cuando te ví aquella vez, supe que era algo que tenía que hacer. Pensé que si se presentaba una situación similar a esa sería complicado manejarla, aun cuando no estaba dentro de mis planes cruzarme con alguien durante mi estadía por este lugar. Tal parece que, al final fue inevitable y preferiría evitarme los problemas, aunque todavía hay demasiadas palabras que no comprendo ─se detuvo para tomar aire y estirar sus pies─. También he de admitir que me tomó más tiempo de lo planeado. 

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