14 •Suna Rintarō.

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Royal AU.

El baile estaba en su máximo apogeo. La gente bailaba, reía, las voces se alzaban en lo alto, felices y ajenas a cualquier desastre que pudiera suceder.

Miré un segundo a mi izquierda, pero ni siquiera mi hermana menor parecía dispuesta a hacerme más amena la velada, adormilada en su sencillo trono.

Ni siquiera quise intentarlo con mis padres, demasiado ocupados ocupando su papel de reyes sociables y amables como para preocuparse de sus hijas.

Inspiré hondo, hinchando el pecho apenas unos milímetros, lo máximo que el corset me dejaba. Me relajé un poco en mi propio asiento, notando como el vestido se estrechaba incluso un poco más a mi alrededor.

Todos los diamantes que mi madre había encargado coser tintinearon a la vez, reflejando su brillo violeta e índigo por todo el suelo a mi alrededor. Por mucho que ese vestido de raso negro estuviera considerado una obra maestra por los complejos patrones o entramados de los que estuviera compuesto, para mí era un arma asesina que solo deseaba quitarme.

Realzaba mi cuerpo, sí; era bonito, sí; pero no era lo que estaba acostumbrada a llevar ni lo que me habría gustado escoger. Pero era lo que tenía ser la hija de los dos grandes monarcas de ese reino, y pasaría por cualquier cosa con tal de cumplir mi objetivo de esa noche.

Había consumido ya varios años detallando diferentes planes, opciones, ideas... Y lo que habían empezado como simples sueños de una adolescente se habían acabado convirtiendo en la única vía de escape del reino.

-¿Señorita...?- Llamó mi atención una voz.

Volví a la realidad al instante para darme cuenta de que un joven bien ataviado se había detenido en frente, inclinando la cabeza en señal de respeto.

-S-sí, perdone...- Me disculpé.

-La preguntaba si me concedería el placer de tener un baile con usted.- Habló educadamente.

Un elegante sombrero le cubría parte del rostro, ensombreciendo sus facciones y haciéndome imposible la tarea de identificarle.

-Claro, será un placer.- Accedí.

Tomé la mano que me tendía sintiendo que se me hacía familiar de algún modo, aunque era prácticamente imposible.

Observé detenidamente a las personas a mi alrededor a medida que avanzábamos a través del salón, todos ellos estaban en sus propios mundos, inhibidos del peligro exterior. Solo eran un grupo de hipócritas a los que les gustaba disfrutar de una fiesta solo para lucirse y exagerar la última nueva...

-Pensé que tú no bailabas.- Murmuró mi acompañante cerca de mi oído haciéndome girar, con una mano en mi cintura y la otra entrelazada con seguridad a la mía.

Levanté la vista sorprendida, dándome cuenta de que hasta ese momento no me había fijado en quién o cómo era realmente mi compañero. Unos penetrantes ojos grisáceos con matices amarillos me observaban divertidos, a la espera de ver cuando me iba a dar cuenta.

El ala del sombrero dificultaba el reconocer su rostro, pero de algún modo todo él había cambiado.

Su pelo estaba algo más revuelto de lo normal, sus facciones más afiladas y atractivas, y definitivamente había crecido. Llevaba un traje negro muy parecido al que solía llevar cuando éramos adolescentes, pero ahora le quedaba mejor.

One-shoots | HaikyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora