Parte 5 Fiesta del pijama

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Iba con el tiempo al cuello, con el culo apretado joder. Cuando volvieron a casa de la cena improvisada en el Kanh se tuvo que quedar casi toda la noche despierta con los putos capítulos del libro, menos mal que estaban todos escritos si no, hubiera flipado el doble. Su intención era dedicarles parte de la tarde también, pero sus planes se trastocaron o más bien los dejó trastocar muy a la ligera porque quería quedarse más tiempo con ella, se le pasaba exageradamente rápido y le gustaba verla reír porque por momentos la morena se olvidaba de su ex.

Ni se dio cuenta de las horas que llevaban hablando por teléfono hasta que no sonó la maldita alarma, no sabía que se pudiera hablar tanto con alguien, ni siquiera sabía que sabía hacerlo, normalmente las conversaciones le aburrían o no le interesaban y si era por teléfono nunca había durado más de diez minutos hablando con nadie. Pero con Lexa todo se le quedaba corto y era un poco raro. Jamás había tenido una relación con una chica de ese tipo y la verdad es que no sabía como catalogarlo, no sabía que era. Si fuera un chico, podría llamarlo amistad porque lo más parecido que conocía a eso era con su amigo Lincoln, pero es que a ella si pudiera, si su situación no fuera la que era, se la llevaría a la cama y esos labios seguían atrayéndola como el primer día, así que no podía llamar amistad a aquello, se quedaba en el limbo, ya le encontraría un hueco.

El corazón le dio un vuelco y se le contrajo el estómago cuando la escuchó gritar aquello, no se lo esperaba y era un sentimiento que se había empeñado en ocultar al máximo en un lugar dónde no molestara y le había ido genial y no había dado oportunidad a nadie para volverlo a sacar a la luz. Pero verla así a ella le removió cosas por dentro y por eso empezó a aporrear aquel coche con toda la rabia contenida que tenía.

Raven le hacía gracia porque tonteaba con los dos descaradamente y a ella le daba un poco de cosa seguirle el rollo si Lexa estaba delante porque no sabía que pensaba del tema, si le molestaba o no, pero si su amiga lo hacía estando ella era de suponer que le daba completamente lo mismo aunque pusiera aquella cara y por esa cara ella se cortaba un poco, pero es que la latina sabía lo que se hacía.

Tenía una reunión a primera hora de la mañana, así que después de dormir solo dos horas se tomó un café antes de salir, otro que sacó en una máquina expendedora de camino y otro al llegar a las oficinas del edificio y aún así sentía el sueño por todas partes. Encima no podía descansar ni siquiera después de comer porque tenía que ir al estudio de tatuajes a dejarse marcar la piel otra vez. Un Hamsa que ocuparía de cintura para arriba toda la parte de las costillas. Iba a doler que te cagas, encima iría cargado de detalles, pero ella nunca se había acobardado por nada y no iba a ser esa la primera vez.

Había quedado con Lincoln en que la acompañaría, era amigo del dueño de la tienda y la esperaría allí porque quería mirar el diseño de un tatuaje tribal que no sabía dónde pensaba meterse, pero el vería. El chico la inició el camino en el mundo des tatuajes, para su gusto el tenía demasiados y demasiado grandes todo. Pero tenía que reconocer que le quedaban de puta madre. Salió de la oficina dispuesta a avisar a Linc de que ya iba para allá y se encontró un mensaje de Lexa que no se esperaba y sonrió de medio lado antes incluso de leerlo.

Lexa: ¿Preparada para llorar como un bebé? Dicen que en las costillas duele un huevo

Clarke: Hola, buenos días ¿No te han enseñado modales? Nadie a visto llorar a Clarke Griffin y este tatuador no va a ser el primero

Lexa: Hola buenos días, que diplomática te has vuelto. Espero, por tu orgullo, que tengas razón. ¿Ya estás allí?

Clarke: Estoy yendo, Lincoln me esta esperando, en cuanto llegue empezamos

Lexa: ¿Me enseñarás una foto?

Clarke: No ¿Qué haces tu? ¿Me echabas de menos?

Lexa: No, solo quería saber si ya estabas gritando antes de salir a correr ¿Me contarás que tal ha ido?

She is SpecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora