Capítulo 23: Libres

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CAPÍTULO 23: LIBRES

Era de madrugada, pero los dos jóvenes amantes no podían pegar el ojo. Se oía a los grillos cantar en el patio, al aire golpear contra la ventana y el crujir de las ramas por el mismo. Un ambiente perfecto para relajarse en una noche de verano y, aunque lo estaban, parecía que cualquier pizca de sueño se les escapó por el momento. Aún llevaban el cabello algo húmedo por las duchas que tomaron hacía un tiempo y sus estómagos estaban llenos con la deliciosa cena que prepararon los señores Park para todos. Era la primera vez que se quedaban juntos hasta esa hora, ya que antes se reunían solo durante las tardes para la comida y hacer tareas o cosas por el estilo.

JungKook tenía su brazo herido, por lo que no podía acomodarse como le gustaría en la cama, sin mencionar que era un pequeño espacio el que lo separaba de su novio. Estaba vendado y tenía un ungüento especial para el dolor que olía a menta y otras hierbas, las cuales le calaban un poco en la nariz y garganta. Agradecía mentalmente que los padres de JiMin se hubiesen tomado bien la noticia y que les ayudaran a que saliera de su casa porque no quería estar más tiempo encerrado en ese sitio. Los golpes cada vez era más frecuentes y no había tiempo de sanar, sin mencionar a su madre que solo le provocaba estrés al verla tan perdida en su mundo, ausente de todo lo que sucedía.

Se consideraba un buen muchacho, ¿por qué le había tocado tener una familia como esa? Era la pregunta que más se repetía mientras estaba junto al chico pero, al verlo usar su celular tan cerca suyo, agradeció en silencio el haberse topado con alguien como él.

Aún faltaban muchas cosas por hacer para que hubiese paz en sus vidas, románticamente hablando. Seguramente el proceso de emancipación (ya fuese parcial o total) tardaría un aproximado de dos meses en realizarse, tenía que irse a hacer la prueba para comprobar si tenía el virus o no (y así asegurarse que podía vivir ya con la abuela Park o no) y las primeras semanas de trabajo serían pesadas; pero estaba feliz y aliviado. Sentía que ya podía respirar con tranquilidad pues se deshizo de demasiados pesos con los que cargaba en su espalda, entre ellos el ocultar su relación con su pequeño pollito.

Sus ojos oscuros pasaron del techo en tinieblas de la habitación al perfil de su compañero, iluminado apenas por el poco brillo de su celular. Parecía estar leyendo algún libro o algo así, pues estaba muy entretenido y ni siquiera le vio parpadear. De cualquier forma, le sonrió y la mano de su brazo sano se alzó para acariciar la mejilla más próxima de este. Viendo cómo cerraba los ojos ante su tacto le pareció que no habría nada mejor que eso; no había nada mejor que su Park JiMin.

Su piel era tersa y suave, con apenas algunas imperfecciones que casi no se notaban por el maquillaje natural que solía aplicarse durante el día. Descendió lentamente a su quijada y mentón, volviendo a subir para rozar sus labios y la pequeña nariz de botón que tenía. Tenerlo ahí le daba la seguridad de que todo estaría bien.

Dejó la mano sobre su pecho, sintiéndole respirar y cómo su corazón palpitaba rápidamente. Siempre le gustó saber que era él quien lo provocaba hasta ese punto.

—¿Ya dejaste de apreciarme en silencio? —Rio bajo por su pregunta, dejando que este se girara a él para verse fijamente. La luz del teléfono se apagó por el poco uso a la pantalla en los últimos segundos, pero aún lograba distinguir la perfecta silueta del más bajito. Sus papás debían de tenerles mucha confianza.

—¿Tú dejaste de leer y me prestarás atención? —El rubio lo imitó antes de juntar sus labios con suavidad. Él también era el único que podía hacerlo sentir en paz y, a la vez, como si el corazón fuese a salírsele del pecho por el entusiasmo. Sus brazos se entretuvieron en la cintura del otro, abrazándose y manteniéndose lo más cerca que su herida le permitía.

—¿Estás nervioso por lo que vendrá? —JungKook dudó en responder, lo cual no pasó desapercibido. Su pareja le tendió su pequeña mano y le acarició la mejilla como él lo hizo antes—. Sabes que podrás confiar en mis papás y en mí durante todo esto, ¿verdad? Incluso en mi abuela... Hobie, TaeTae, Suga...

—No tengo nervios —respondió por fin— porque sé que, como dices, los tengo a ustedes. Solo estoy un poco preocupado por lo que pasará con mis papás después de esto, ¿sabes? En especial con mi mamá. Ojalá la traten con cuidado.

No era como si les tuviese un especial afecto, ya que nunca fueron buenos padres y no llegaron a ser cercanos; solo los apreciaba por haberlo traído a la vida con la cual pudo conocer a la gente maravillosa que lo rodeaba en ese momento. Su familia ahora eran los Park y si sus padres en algún momento cambiaban serían recibidos con los brazos abiertos; según él, guardar rencores era muy anticuado y traía malestares innecesarios.

—¿Tienes idea de cómo le harás para la universidad? —Quiso saber el rubio a lo cual el joven suspiró. Ese era otro tema del que no quería hablar, por lo menos no en ese momento: había demasiado dinero en juego.

—Seguiré con la idea de estudiar psicología en la misma universidad a la que irán TaeHyung, Jackson y creo que YoonGi, la de la capital —dijo, lamiéndose los labios—; también irás tú y eso me hace feliz.

—Seremos los raros que van con pareja a la universidad —rio, a lo cual le secundó antes de besar una de sus mejillas—. Si es así, hablaré con mi madrina que vive allá para que platique con su esposo que trabaja ahí y... Bueno... Ya sabes, nos facilite la entrada.

—¿Eso no es trampa?

—Lo veo más como una ayuda. Es una universidad pública, ¿no? No somos de ahí y les darán prioridad a los que sí, pese a que tengamos las mejores calificaciones —muy apenas notó que entornaba los ojos, por lo cual sonrió—. El resto seguramente hará lo mismo.

En fin, temas en los cuales no sabían qué era lo correcto o no por la edad.

—Por el dinero no te preocupes —continuó el menor de los Park, haciéndole verlo de nuevo—. Podrás pedir algún tipo de beca. He visto que tienen muchos programas para la gente en situación similar a la tuya... También están de moda muchos trabajos en línea en los que podrías aplicar, ayudarle a Jackson con su negocio de personalización de regalos, expandir el menú de brownies con más postres... ¡Podría ayudarte con eso! Oh, ¿te imaginas abrir un local en donde trabajemos los dos?

—Eso me tranquiliza mucho —admitió, refiriéndose a todo lo anterior de la fantasía y conteniendo una risa más. Adoraba ver a su pequeño tan entusiasmado.

Se miraron en silencio un largo rato, sintiendo cómo la oscuridad los absorbía cada vez más y los encerraba en su pequeña burbuja. El aliento de uno chocaba con el otro, su abrazo adquirió más fuerza y sus corazones pudieron normalizar su latir al estar en una situación más tranquila.

—¿Me dejas subir a tu regazo?

Jeon nunca había sido capaz de negarse a esa pregunta, por lo que le dejó posicionarse sobre él sin desconectar sus ojos. Su brazo sano descansaba sobre uno de sus muslos descubiertos por un bonito short que combinaba con su pijama y, en ese momento, creyó que no había nada mejor que ver desde abajo a su chico (sin contar el verlo con la luz encendida para contemplar con claridad sus lunares y facciones).

—Estoy lastimado —le recordó, a lo cual JiMin carcajeó. Acercó sus suaves y pomposos labios para besarlo apenas por unos segundos y recostó la cabeza sobre el pecho del azabache.

—No seas malpensado, JungKookie. Sé cuándo detenerme.

—Eso no es cierto.

—Esta vez sí —el que haya tardado en responder le hizo gracia a JungKook—. Además de que no te pediría hacer algo estando mis padres.

—Es cierto. Te oirían —recibió un golpe en el hombro sano, pero no impidió que el mismo brazo descansara sobre la espalda del joven que estaba sobre él—. ¿Qué? Es la verdad.

—Nos oirían —corrigió.

—Nos oirían —repitió para no discutir sobre ello y porque era verdad.

Bajo la tenue luz externa que se colaba por las cortinas, los dos jóvenes fueron libres de amarse a partir de esa noche, lejos de los señores Jeon y brillando en el futuro del otro.  

Atte. Min YoonGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora