EPÍLOGO

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EPÍLOGO

SeokJin olía a manzanas verdes y una combinación exótica de hierbas que servían para tés, como la manzanilla. Era cálido estar entre sus brazos y sentir cómo su pecho se elevaba bajo la cabeza de YoonGi, el cual descansaba sobre éste; sus curiosas manos acariciándole el cabello le relajaban y oírlo tararear aquella canción que le dedicó antes de comenzar a ser novios hacía que se pusiera feliz. Si realmente fuera un gato, estaría ronroneando y enrollado a él.

Le gustaba mucho.

Su relación pintaba ir muy bien porque sabían cómo distribuir sus tiempos entre la escuela, los deberes hogareños, sus pasatiempos y el rato (que podían volverse horas) en que se dedicaban a mandarse mensajes románticos por las noches. No habían tenido una verdadera discusión, principalmente porque Kim era demasiado perezoso para hacerlo; a Min le parecía algo cínico porque sentía que no le daba la misma importancia que él a unas cosas, pero comprendió la razón apenas lo explicó: era mejor ignorarlo y dejarlo desahogarse, según Jin, ya que si él se molestaba sus egos chocarían demasiado y arreglar el problema sería más complicado.

Había mucha honestidad y comunicación en su noviazgo. Yoon amaba eso porque todo era muy cómodo y divertido. Actuaban con la normalidad de antes durante las tardes pero en las noches y en las mañanas eran una pareja demasiado cursi (a menos más de lo que esperó él debido a que nunca se imaginó a su novio así de lindo); se mandaban canciones, algunos audios nocturnos, bromeaban con sus personajes, hablaban de qué tal les fue en el día, lloraban por series de anime e hicieron la tradición de llamarse cada décimo día del mes para festejar un mes más siendo novios y ver una película por Internet.

Sus padres no sabían de lo que tenían, era algo secreto entre sus amigos más cercanos. Ambos estaban bien con eso. Mientras que SeokJin no había confesado su sexualidad aún, YoonGi no tenía idea de si su mamá pensaba que si la suya solo fue "una etapa de rebeldía"; sin mencionar que eran más del tipo "¿por qué debemos de tocar ese tema, si los heterosexuales nunca lo hacen?" Ante los ojos de los mayores, solo pasaban mucho tiempo mirando el teléfono.

El menor rozó sus nudillos por el rostro del castaño, haciendo que cerrara los ojos por la calma que le transmitió. Su mano estaba tibia y se sentía bien en sus mejillas, la punta de su nariz y la comisura de sus labios.

—Amor —fue el susurro que le hizo estremecer. Su voz era tan bonita y su acento marcado por haber vivido tanto tiempo en Japón le parecía un poco chistoso—. YoonGi —no quería responder. No aún—. YoonGi... Min... Necesitas entrar.

"No quiero," pensó y se escondió una vez más en su pecho. Necesitaba asegurarse de que recordaría aquel aroma, esa calidez y suavidad, hasta que volviera a repetirse. ¿Cuándo iba a pasar? ¿Esa noche, una semana, un mes?

—YoonGi... —La voz se oyó más áspera y molesta en esa ocasión—. ¡Con una mierda, Min YoonGi! Te dejaré encerrado en el carro si no te bajas.

Sin querer, el mencionado abrió lentamente los ojos y formó una mueca al tener tan cerca a TaeHyung, empujándolo lejos casi al instante. ¿No era obvio que su sueño era más bonito que verlo a él? Hubiera estado así por horas porque era de las principales imágenes mentales que se moría por cumplir apenas pudiera ver a su novio por primera vez.

De mala gana, se talló el rostro con sus manos y lentamente se levantó, contemplando su alrededor para recordar qué demonios hacía con Tae tan cerca unos segundos antes y tratando de ignorar el horrible dolor punzante de su cuello. Suspiró al reconocer el viejo auto de su amigo lleno de cajas y maletas. Ambos habían decidido irse a la capital dos semanas antes de que los cursos de integración de la universidad comenzaran para amueblar su departamento y acostumbrarse lo más rápido posible a la ciudad. Fueron aceptados en junio y gran parte del mes de julio se la pasaron buscando todo lo que necesitaban y divirtiéndose con HoSeok, Rosé, JiMin y JungKook.

Atte. Min YoonGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora