Capitulo dos
Abstinencia
Apoyo la cabeza en la almohada cuando las manos comienzan a temblarme, meto en mi boca la pastilla que calmara un poco mi ansiedad e intento relajarme, la abstinencia de una adicción es una mierda.
Y los que no la viven no tienen el derecho a refutar nada, siento que el pecho se me pone pesado y me cuesta muchísimo respirar.
Me levanto del sofá respirando agitada y camino hacia la cocina, es de madrugada y mis padres duermen, pero un alma está despierta y no es la mía.
Apoyado en la cocina dirige sus ojos verdes hacia mi y frunce el ceño.
— ¿Te encuentras bien? Te ves un tanto extraña.
Me acerco a la nevera en busca de un vaso de leche, tratando de que ello calme un poco mis ansias.
— Solo es el jet lag.
Asiente no muy convencido e intenta terminar su vaso de agua lo más lento posible, al parecer no quiere perder de vista mis pechos enfundados por un camisón de seda que, sinceramente, no deja nada a la imaginación.
Soy una mujer segura, se lo que portó físicamente.Mi físico siempre ha resaltado, en misa era imposible obviar la mirada de todos aquellos se suponía eran “hombres de familia, dedicados a dios.” Hipócritas.
— ¿En dónde habías estado antes de volver a Italia?
Miro sus ojos que se ven más verdes bajo la luz de la luna, su mirada parece sincera pero hay algo que siento que no lo es en realidad.
Pongo la mano detrás de mi cuerpo en lo que me apoyo en la mesa, mis dedos rozan aquel objeto punzante que necesito, mi corazón bombea más fuerte anhelando aquello, anhelando el olor metálico de la sangre, escuchar el grito de dolor y las súplicas.
Ver esos hermosos ojos aguarse y luego que dejen de proyectar vida.
Anhelo corre por mis venas, la abstinencia se apodera de mí y estoy a punto de comenzar con mi estrategia cuando una sirena de policía se escucha fuerte, acercándose a mi casa.
Suelto el cuchillo y frunzo el ceño, creyendo que vinieron por mi.
— Estaba en Alemania, tu nombre y apellido son de ahí ¿Tu también?
Asiente mientras yo escucho las sirenas acercándose.
— Nací ahí pero me mudé con mi padre a Londres cuando cumplí 10 años.
Sonríe, recordando esos momentos supongo, está por hablar nuevamente cuando un golpe estruendoso en la puerta detiene nuestra conversación.
Me mira extrañado y despacio se dirige hacia la puerta principal, mi corazón bombea fuerte contra mi pecho mientras me asomo a la ventana para mirar el exterior, son tres patrullas, no podría acabar con ellos, son muchos para mí.
Aunque esté capacitada todavía necesito más práctica.El pánico deja mi cuerpo cuando escucho claro las palabras del policía hacia Varick.
— Estamos buscando al señor Alonso Rossi.
¿Qué?
— ¿Para que lo buscan?
— Debe acompañarnos.
Varick asiente y sube en busca de mi padre, el policía me mira y yo le dedicó la mirada más fría posible.
Mi respiración está agitada y eso hace que mis pechos resalten más de lo normal al respirar tan rápido, su mirada se pierde ahí pero mi mente no deja de imaginar su cuerpo sin vida gracias a un bonito corte en la yugular.
Es mi primer día aquí y ya se quieren llevar a mi padre, quien no ha hecho nada malo en su puta vida, es dueño de una pequeña tienda en la ciudad, el dinero que se gana con ella no es mucho pero sirve para aguantar las necesidades de la casa.
No nos falta dinero pero tampoco nos sobra, yo podría aportar ahora ya que dinero tengo por montón, mis padres lo rechazarían de igual forma.Es dinero sucio, que no gane siendo honesta, lo gane a base de sangre y no precisamente la mía.
Mi padre baja desorientado por tanto alboroto, mi mamá está igual atrás de él.
— ¿Qué sucede aquí? – me mira de reojo.
— Señor Alonso, tiene usted derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga puede ser usado en su contra, tiene derecho a un abogado, si no puede pagarse uno se lo daremos. Está arrestado.
¿Qué puta mierda esta pasando aquí?
Me acerco al oficial.
— ¿Por qué causas se quieren llevar a mi padre?
— Por robo y estafa al empresario Lorenzo Brambilla.
Me giro hacia mi papá que me mira con el ceño fruncido.
— Nunca he robado ni mucho menos estafado a nadie Bea, te lo juro hija.
Tomo su rostro con mis manos.
— Tu no tienes nada que jurar, pero te voy a sacar de esta, ve con ellos. – me giro al policía. – al menos puede cambiarse el pijama ¿no?
Asiente y mi papá va a hacerlo.
(…)
En el desayuno mamma no deja de llorar, he dormido con ella y su llanto era todo lo que se escuchaba en la habitación, estamos a punto de ir a la comisaría.
Mi MacBook me proyecta todo lo que debo saber de aquel supuesto empresario, en una hora se hasta a qué horas va al baño.
Varick se presenta en la cocina con un traje ajustado a su cuerpo.— Iré a trabajar señora Irina, ¿Usted se encuentra bien?
Mi mamá asiente.
— Estoy con mi hija Varick, ve tranquilo muchacho.
Besa la frente de mi mamá y me da un asentimiento que correspondo antes de irse.
Tomo un sorbo de mi café.
— ¿Hace cuánto vive aquí?
— Hace siete meses, es un buen chico, necesitaba un lugar y con tu padre nos pareció bueno rentarle tu habitación, ya que parecía que tú no ibas a regresar.
Se limpia la nariz con una servilleta de papel e intenta terminar su té.
— Si, por lo que he visto es buen chico.
No suelto más nada en la conversación y sigo observando la pantalla, aprendiendo de memoria todos sus datos.
Lorenzo Brambilla, esta noche tendrás una muy grata visita.
(...)
ESTÁS LEYENDO
Infame ©
Romance[La adicción a la sangre.] La cara angelical y el hermoso atractivo no debe de engañar a nadie, las curvas de su cuerpo son como el camino que te dirige al infierno. Ella es todo lo infame, lo prohibido que muy pocos tienen la dicha de tener y salir...