Diecisiete

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Fingir


Estiro mis pies y sonrío ante la información que me envían, nunca dude de mi intuición. Miro a Varick de reojo, se encuentra revolviendo la salsa para el spaghetti que vamos a almorzar.

Sus músculos se tensan con cada movimiento que hace con la cuchara y me lamo los labios a medida que me acerco a su cuerpo, su perfume me llega a las fosas nasales cuando lo abrazo y se tensa.

- ¿Qué te sucede? Estás extraña.

- Te extrañe.

Se queda estático antes de voltearse hasta quedar frente a mi, su ceño se frunce e intento mantener mi postura y no hacer ningún gesto que me delate.

- ¿Quién eres y dónde está la Beatrice que estaría pateándome las bolas?

Ruedo los ojos antes de arrebatarle la cuchara para probar la salsa que acaba de hacer.

- Soy yo, solo que me di cuenta de unas cuantas cosas en el viaje.

Sobretodo con los mensajes que me envió Marina apenas pise Italia nuevamente, han de imaginar mi sorpresa cuando me enteré que el hombre con el que me acuesto es un infiltrado.

- Ten cuidado que esta con lo que más quieres, se estratega Beatrice.

- ¿Cuándo no lo fui? Va a arrepentirse.

Odio que me subestimen y eso ha quedado claro este último tiempo, no soy el juguetito para ascender de nadie y aún no entiendo cómo no pude darme cuenta antes. Marina me envió el verdadero expediente de Varick y ya puedo ir viendo sus puntos débiles así como él ahora sabe los míos; mis padres.

Según mis pensamientos su plan consiste en enamorarme y sacarme información valiosa, bien, vamos a hacer que crea que su plan va a la perfección.

- ¿De qué cosas te diste cuenta?

- De que quizá... podríamos conocernos más. - su ceño no se relaja mientras me mira agregar un poco de sal a la mezcla, cuando la pruebo nuevamente está perfecta.

- ¿Más?

Se hace el desentendido yendo hacia la otra parte de la cocina, fingiendo buscar ingredientes cuando no se encuentran de ese lado.

- Si, ya sabes... más a parte del sexo.

Noto los músculos de su espalda tensarse y sonrío por dentro, lo pongo nervioso y es algo que note desde un principio. Puede mostrarse frío y fuerte pero a mis ojos no es más que un niño jugando a ser grande.

- Podríamos intentarlo. - es su única respuesta antes de voltearse hacia mi con gesto serio.

No puedo negar que es inteligente, pero yo lo soy más, ahora no solamente tengo que lidiar con el clan Carrasco, también con una rata infiltrada en mi casa.

(...)

Paso mis uñas por su espalda a la vez que su cuerpo choca con el mío arrancándome gemidos, su polla se abre paso por mis paredes que la empapan de sus fluidos.

- Joder... - muerde mis pezones sin dejar de embestir

Podrá haberse metido en la boca del lobo pero el muy hijo de puta sabe cómo follar. Sus caderas chocan con furia contra las mías, su boca y sus manos dejan marcas por todo mi cuerpo a la vez que sus labios se pasean por mi cuello.

Cuando ambos caemos en el colchón agotados y veo el sudor bajando por su cuerpo, su rostro contraído por el placer, en ese momento mi cabeza comienza a maquinear las mil y un maneras de hacerle pagar haberse metido dónde no debía.

Infame ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora