Ocho

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Capitulo ocho

El mirar

Mis caderas se mueven con intención de provocar al caminar, se que llamo la atención de más de uno pero nadie me interesa, estoy enfocada en mi presa y en lo que debo de lograr.

No soy una mujer que no cumpla con sus trabajos, si algo prometo lo voy a cumplir y yo de esta gala horrible no me iré sin antes llevarme la puta cabeza del tal Raúl Carrasco.

Le sonrió al de seguridad al momento de llegar junto a él.

— ¿Nombre señorita?

Alyna Spryrou.

Observa la lista y al encontrar el nombre levanta la vista y me sonríe.

Que disfrute de la gala señorita Spryrou.

Asiento en agradecimiento y me adentro al lugar, la música clásica es dueña de la noche, un hermoso piano de cola se encuentra a mitad de la misma, según tengo entendido vendrá un pianista mundialmente reconocido a tocar.

— ¿Fan del piano?

Me giro hacia la persona que me ha hablado y, benedeci la mia fortuna, porque frente a mi está la presa de esta noche, mi premio mayor.

— Me gusta bastante.

— Algún día podría enseñarte unas piezas, una belleza como tú tiene que saber tocarlo.

Siento el asco al oír ese doble sentido en su oración, hay hombres que no tienen ni pizca ni sentido de la seducción, mientras que la mayoría de las mujeres sabemos manejarla perfectamente.

Estaría encantada de que me enseñe. – le sonrió seductoramente. — ¿Me daría el honor de decirme su nombre?

Raul Carrasco, es un gusto. – toma mi mano y besa su dorso.

Alyna Spryrou, el gusto es mío.

Que lastima que no tendrá mucho tiempo para investigar si soy la verdadera Alyna ya que de esta noche no pasa.

Un hombre se nos acerca y le susurra algo al oído, Carrasco me mira apenado.

Debo de ir a hacer acto de presencia con unos socios, espero me disculpe señorita Spryrou, fue un placer.

Le sonrío y lo próximo que veo es su espalda alejarse, continuo caminando observando a mi alrededor y captando la mirada de hombres, casados inclusive, sobre mi.

Más de una mujer me envidia, ya sea por mi físico o por mi forma de atraer a los hombres, por suerte la envidia no forma parte de mi vocabulario.

Me acerco a una mesa y observó todo lo que hay sobre ella, desde mariscos hasta snacks de todo tipo, muero de hambre ya que hoy no he comido por lo que tomo un plato y comienzo a poner algo que vea y me guste.

Observo a mi alrededor tratando de evaluar a la gente que se encuentra en la misma sala que yo, mujeres murmullan con la mirada puesta en mi y oculto una sonrisa antes de meter un bocadito de carne en mi boca.

Las mujeres de la alta sociedad son demasiado hipócritas.

— ¿Analizando la competencia? – me sorprende que alguien me hable en Italiano por lo que frunzo el ceño en dirección a la mujer que me mira con una ceja ladeada. – no crea que me engaña señorita Rossi.

Bufo y le sonrío cuando la reconozco.

— Solo hago mi trabajo, no me jodas Marina.

— ¿Tu no cambias no es así?

Infame ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora