Nuevos aliados
—¿Y que sientes cuando asesinas? ¿Es verdad que te excitas? – pregunta uno de los compañeros de Varick, lo miro mal y parece intimidado. – No me mates.
—No me ensuciaría las manos con tu sangre mundana.
—Ella me da miedo. – susurra hacia el otro, quien tiene una computadora en su regazo.
Nunca imaginé encontrarme en esta situación, a mi lado Varick está enfocado en la tableta y yo solo juego con un cuchillo, ansiosa de que hagan algún comentario que me desagrade y poder ocuparme de ellos.
—¿Cómo fue que permitiste que te secuestraran? Eso es nuevo. – me dice el de la computadora.
—Bien Domenico… la verdad es que para tu sorpresa no soy un puto robot inmune, estaba con ganas de cazar y me hicieron una emboscada.
—Es Dominick.
—Cómo sea, Donato. – ruedo los ojos a la vez que cruzo las piernas.
El otro se ríe pero Varick no hace ni un gesto, llega a ser irritante llevar tantas horas en el mismo lugar sin que me hayan dicho nada acerca de quienes se supone estamos cazando.
—Entonces, ¿Qué le harías a Martha cuando la tengamos? – me pregunta el único que habla como cotorra.
—Tantas cosas explícitas que te horrorizarías niño. – me levanto del lugar en el que estuve sentada tanto tiempo que siento que mi trasero perdió forma. Apuñalo la mesa con el cuchillo con fuerza y tengo todas las miradas puestas en mi. – Llevan horas en esa mierda, ¿Ya podemos ir a matar?
—¿No puedes soportar la adicción a la sangre no es así? – inquiere Varick.
Le sonrío de lado y me estiro hacia él, acariciando su rostro con suavidad.—Tanto que muero por saborear la tuya en una copa.
No se muestra intimidado y tampoco esperaba que lo esté, me siento en su regazo y le quitó la tableta que tenía, leyendo lo que hay en ella.
—Martha no está en España, es caso perdido que la busques allí.
—¿Y dónde se escondería? – inquiere ese Dominick.
—Tienen un refugio en How Kong, específicamente no sabría en qué parte pero puedo averiguarlo.
Varick me empuja de su regazo y ahogó una risa cuando me mira mal.
—¿Y Matthew? – el de la computadora me mira expectante.
—Ese es fácil, está aquí pero no en Sicilia, su residencia está ubicada en Positano, él no se esconde, todo mundo sabe la residencia de los mayores mafiosos, irónico que el FBI lo pase por alto.
—Así que si sabes la residencia de todos… - el loro intenta formular una frase que comprendo al instante.
—No soy una soplona, si ustedes no lo saben es problema suyo pero no voy a darles a mis socios.
Comienzo a caminar a su alrededor, el atardecer nos alumbra y su rostro de frustrados me recuerdan el porque es mejor estar de este lado a estar de ese.
—Llevamos años tras el jefe de todo el bajo mundo. – sopla la cotorra.
—¿Nathan? – me río – está bajo sus narices, pero son tan idiotas que siempre lo van a pasar por alto.
—Bueno basta. – Varick se levanta y me estampa contra una pared, los ojos le flamean en furia dirigida a mi. – Me hartas con tu ego por el cielo, no voy a permitir que minimices nuestro trabajo cuando eres la única criminal y podríamos encerrarte en un chasquido.
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Infame ©
Romance[La adicción a la sangre.] La cara angelical y el hermoso atractivo no debe de engañar a nadie, las curvas de su cuerpo son como el camino que te dirige al infierno. Ella es todo lo infame, lo prohibido que muy pocos tienen la dicha de tener y salir...