vii. the old town

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7. la vieja  ciudad.

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Una pila de maletas se acumulaba en la entrada de la casa, cada una de ellas cargada con las pertenencias esenciales para el viaje que definirá sus destinos. Adelaide, con el corazón oprimido por la culpa y la tristeza, cerró su bolso con movimientos mecánicos. Sus ojos, vidriosos y temblorosos, estaban a punto de desbordarse. Se sentía como la peor madre del mundo, incapaz de proteger a su hija de la amenaza que la había atrapado.

—¿Estás lista? —la voz de su amado la sacó de sus pensamientos. Klaus se había acercado sigilosamente, deteniéndose a su lado. Con un gesto tierno, extendió la mano para secar las lágrimas que no había notado que estaba derramando—. La salvaremos, amor mío. Todo saldrá bien.

—Debería haber sido yo quien enfrentara este peligro, no ella. ¿Por qué siempre termina expuesta? —la voz de Adelaide temblaba, llena de remordimiento y desesperación. Klaus la abrazó con fuerza, sus brazos envolviéndola en un refugio cálido—. Pase lo que pase, si debo dar mi vida por ella, lo haré.

—Nadie morirá ni se sacrificará. Escúchame bien —Klaus la tomó por los hombros y la obligó a mirarlo directamente a los ojos—. Me encargaré de hacer que tu hermano pague por todo el daño que ha causado.

Adelaide asintió lentamente, sus lágrimas mezclándose con el abrazo reconfortante que Klaus le ofrecía. Sentía el calor de su amor como una pequeña chispa de esperanza en medio de la tormenta que enfrentaban.

—Ya está todo listo, debemos partir —Agnes interrumpió el momento, cargando con las últimas maletas. Su tono era serio, pero su mirada reflejaba una promesa de cuidado—. La situación es complicada, pero confía en mi palabra, Hope estará bien.

—Solo espero que así sea —Adelaide susurró, la esperanza y la ansiedad entrelazadas en sus palabras.

La pareja se dirigió hacia la camioneta, sus movimientos lentos pero determinados. Depositaron sus maletas en la parte trasera, el peso de la carga física resonando con el peso emocional que llevaban. Subieron al vehículo y antes de arrancar, se dieron una última mirada a la mansión que estaba a punto de quedar atrás. Era un adiós cargado de promesas y un compromiso firme de no rendirse.

La camioneta comenzó a rodar, alejándose de la mansión mientras la luz del atardecer envolvía el horizonte en tonos dorados. La partida hacia Nueva Orleans había comenzado, y con ella, una esperanza renovada de salvar a Hope y enfrentar la amenaza que los aguardaba.

burning love - klaus mikaelson │²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora