Reinos de elfos

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Narra Mérida

Parpadeé un par de veces para cerciorarme de que no estuviera soñando. La oscuridad de la noche me impedía ver con claridad, sin embargo, distinguí su voz y al escucharla, sentí como la felicidad me inundaba lentamente.

—¡Legolas! Volviste, sabía que volverías— suspiré mientras me ponía de pie.

—Te prometí que regresaría, Mérida— respondió él acercándose lentamente hacia mí.

Sonreí, realmente me estaba esforzando mucho por dejar de llorar pero no conseguí que la tristeza se fuera.
Pude sentir sus brazos rodeándome cálidamente. Me daba mucho gusto que hubiera vuelto y sin embargo, me dolía saber que tendría que alejarme de él muy pronto.

—¿Qué sucede?¿Por qué lloras?— preguntó él dulcemente. Se separó un poco de mí para mirarme el rostro. Sentí las yemas de sus dedos limpiar mis mejillas con suavidad. 

—No sé cómo decirte esto, pasaron muchas cosas...— titubeé. Me sentía incapaz de poner en orden todos mis pensamientos.

—Empieza por tranquilizarte un poco, ven siéntate conmigo— indicó guiándome de nuevo a la orilla del rio. Ambos nos sentamos en el pasto. El silencio volvió a llenar la oscuridad. Me abrazaba y podía sentir los latidos de su corazón, calmando lentamente los del mío.

Cuando sus ojos se posaron en los míos, volví a sentir un poco de esperanza. Talvez mi futuro no estaba condenado después de todo, pero a esas alturas, no estaba segura de nada.

—Ahora sí, dime ¿Qué sucede?— preguntó Legolas con voz tranquila, mientras acariciaba mi cabello. Me sentía en paz al tenerlo cerca y confiaba en él. Tenía que decirle la verdad.

—Tuve que negociar mi libertad con mis padres, dentro de poco me voy a casar con uno de los hijos de los Lords, tengo que cumplir la misión que...—
En ese momento mis pensamientos se bloquearon.

—¡Legolas, por todos los Dioses! Fui al reino de los elfos, conocí a Lady Galadriel, la llave que me diste es... ¡Tengo que sellar los portales!— hablé tan rápido que sentí que el aire de mis pulmones me asfixiaba.

—Lo sé, Mérida y te pido una disculpa por no haberte contado de esto antes, pero tenía que mantener el secreto— explicó el elfo adoptando un ligero tono de preocupación. Lo miré en silencio y él prosiguió mientras yo le dedicaba una mirada de extrañeza.

—Meses después de que la Guerra del Anillo concluyera, la Dama Galadriel junto con algunos otros elfos, y gobernantes de los diferentes reinos de la Tierra Media, me encomendaron la tarea de buscar a la persona que se encargaría de cerrar los siete portales de Altera—agregó.

—Y decidiste que fuera yo... ¿Por qué?— pregunté con mucha curiosidad.

—Porque recorrí toda la Tierra Media y no encontré a una persona mortal tan valiente, bondadosa y leal como tú lo eres, vi el coraje que tuviste al pelear contra los orcos, supe del amor tan fuerte que le tienes a tu familia y eres la única humana capaz de hacerlo porque tu corazón es puro. Además, confío en ti más que en cualquier otra persona de ésta región— respondió él.

—Pues voy a hacerlo, prometí que lo haría y estoy dispuesta a cumplir esta misión cueste lo que cueste— respondí. Las lágrimas habían dejado de brotar finalmente. A pesar de mi tristeza, tenía que mantenerme firme.

—Y yo voy a acompañarte en tu misión— agregó él mirándome de nuevo a los ojos. —Estaré contigo hasta el final.

—¿Qué? ¿Lo dices enserio?— inquirí sorprendida. No podía creerlo, Legolas y yo realizaríamos la misión juntos. Apenas pude contener la emoción de gritar de felicidad.

El último suspiro "Legolas & Mérida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora