El último suspiro "Legolas & Mérida"

La Dama élfica

Narra Mérida

Era una mañana soleada en el castillo del clan DunBroch, habían pasado unos pocos días desde que Legolas, Aragorn y Gimli dejaron el reino. Durante casi una semana, le ayudé a mi madre con algunas de sus tareas diplomáticas y seguí tomando mis lecciones de princesa con normalidad.

Todo parecía marchar bien, la paz volvió mas pronto de lo esperado y con ella, también las múltiples fiestas que suele organizar mi madre en el castillo, esa mañana estuvo bastante ocupada, era la despedida de los Lords que tendría lugar esa noche en el salón del trono, todos estaban bastante alegres... todos menos yo.

Extrañaba a Legolas, nunca pensé que extrañar a alguien resultara ser algo tan deprimente, a diario recordaba la tarde de nuestra despedida, debo admitir que ese último abrazo y aquellas palabras fueron muy cursis para mi gusto, sin embargo, después de algunas horas meditando lo sucedido, pude admitir que estaba sintiendo algo mucho más profundo por él, lo peor del caso era que no sabía hasta cuando volvería a verlo, podrían pasar muchos años y no sé por cuanto tiempo podré esperarlo y reprimir este sentimiento como el secreto más grande de mi vida.

Según lo que Legolas me platicó, los elfos pueden vivir por miles de años y yo sólo era una mujer mortal así que podrían pasar años antes de que Legolas volviera a poner un pie en Escocia.

Por ahora, solo me queda tener fe en que Legolas volverá a mi lado, mientras tanto conservaré su regalo y recordaré todos los bellos momentos que pasé a su lado.

-Mérida, apresúrate ¿Todavía no estás lista?- mi madre irrumpió en mi habitación y comenzó a apurarme.

-No y no pienso bajar a la cena- respondí apretando entre mis dedos la llave que Legolas me dio, me senté en la orilla de la cama y mi madre se acerco enérgicamente

-Hija no digas tonterías, tienes que bajar, es una cena muy importante para tu padre y para los Lords, así que apúrate o llegaras tar... ¿Qué es eso?- interrumpió de la nada. Mi madre había posado sus ojos en la llave.

-Nada- respondí secamente restándole importancia.

-No me mientas Mérida, dime que es lo que tienes ahí- exigió cada vez más molesta.

-Ya te dije que no es nada- insistí tratando de que dejara de presionarme con eso.

-Hija ya... por favor, dime qué es eso- suplicó mi madre pretendiendo relajarse un poco y bajando levemente el tono de su voz. Sabía a lo que quería llegar. Ella buscaba que no hubiera secretos entre nosotras, que sintiera que podía confiar en ella por mi propia voluntad, sin que influyera en mí, tal y como habíamos acordado tras el incidente con la bruja.

Resignada puse la llave en la mano de mi madre, quien de inmediato me miró extrañada.

-¿De dónde sacaste eso?- preguntó mi madre analizando la joya entre sus manos.

-Lo encontré mamá- mentí de inmediato.

-¿Dónde?- inquirió ella con curiosidad

-Eso qué importa...- respondí evadiendo por completo la conversación y dejándome caer en la cama boca abajo con pesar.

-Hija ¿Qué sucede?- mi madre me miró con preocupación, al parecer intuía que yo estaba desganada o incluso triste, por ello se acercó a mí y se sentó a mi lado.

-Nada, es solo que no me apetece ir a cenar y tampoco estar en la fiesta con los lords...- respondí haciendo un gran esfuerzo por no demostrar ningún sentimiento en particular en mi voz.

-No hablo de eso, me refiero a que últimamente has estado distinta, actuando diferente y en general te noto rara, en nuestras lecciones estás ausente y tampoco has practicado con el arco esta semana lo cual es inusual en ti- mi madre me regresó la llave sin mas preguntas pero lanzándome una mirada bastante preocupada.