Difícil Decisión

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Narra Mérida

No tenía ánimos de nada. De algún modo sentía que mi madre me había traicionado y eso me dolía bastante. Pensé que había cambiado, qué el asunto de la boda se había borrado de su cabeza por completo desde el año pasado, pero todo parecía indicar que aquel deseo continuaba latente en ella.

Me puse de pie violentamente ante la mirada extrañada de los Lords y me alejé del comedor escuchando varios murmullos de ellos. No daría explicaciones, estaba harta de aparentar.

Al subir la escalera, corrí hacia mi habitación sin detenerme y cerré la puerta con fuerza detrás de mí. Me vería obligada a pasar tiempo con los jóvenes herederos de los clanes con el fin de enamorarme de alguno de ellos y aquello, sin duda alteraría el curso de mi misión. Aunado a ello, estaba el hecho de que no tenía intenciones de casarme, no todavía...

Mi corazón aún estaba confundido por Legolas, por la marca que permanecía en mí desde que lo conocí aquella noche.

Cada recuerdo estaba tallado en mi mente como rocas en una fortaleza... como habíamos peleado juntos en la muralla, la manera en la que hablamos durante horas y sobre todo, aquellas palabras de despedida.

De no ser por él, yo jamás habría descubierto este nuevo sentimiento que ahora me consume.

Tenía ganas de llorar, de gritar, de maldecir, de salir corriendo y desaparecer. Tome mi espada y la enterré en el doncel de la cama dando un par de estocadas de rabia.

Mi vida era totalmente injusta, pensaba que después de lo que pasó, mi madre me apoyaría, incluso consideré eventualmente decirle la verdad sobre mi misión en los reinos ocultos. Pero ahora, con todo esto, sabía que estaba sola y que no podía confiar en nadie.

Los hijos de los Lords eran unos idiotas, no lograba entender como habían aceptado involucrarse en una tontería tan grande. Yo no les interesaba, eso lo sabía perfectamente y no ganaban nada cortejándome y pretendiendo conocerme, seguramente sus amargados padres los convencieron de entrar en el sucio juego de mi madre con tal de que se quedarán con el trono de las Tierras Altas.
Jamás lograría completar la tarea que Lady Galadriel me encomendó con esos tres cerca. Debía planear algo y pronto.

Escuché unos cuantos pasos acercarse y sentí la madera de la puerta crujir. Me incorporé un poco. 

—Mérida, tenemos que hablar— suspiró mi madre abriendo apresuradamente  y entrando en la estancia.

Me di la vuelta sin intenciones de responder. Sabía que las palabras no servirían de nada en esas circunstancias.

—Vas a ir abajo y te disculparás por tu comportamiento— exigió la reina.
No la miré y tampoco respondí, necesitaba estar sola.

—Hija, entiende que el reino fue atacado, que estamos vulnerables y que tu matrimonio impedirá que DunBroch colapse, con los clanes de nuestro lado, la alianza que hagamos logrará...

—Ya conozco tu discurso, lo has repetido desde que tengo memoria, ahórratelo mamá— interrumpí en tono cortante mientras apartaba un mechón de cabello de mi cara.

—Y entonces ¿Por qué no lo entiendes? Sabes la gran responsabilidad que tienes como princesa de DunBroch, vas a ser la reina algún día— replicó mi mamá levantando la voz.

—Ya lo sé, y por eso mismo no puedo hacerlo, no quiero casarme y menos ahora... mamá, por favor, trata de comprender— insistí dando la vuelta para mirarla a los ojos, buscando en su mirada alguna pizca de piedad.

—¿Qué pretendes que pase hija? Escúchame bien, esto va a sonar duro pero si no lo haces por tu propia voluntad, si no escoges a uno de los jóvenes Lords, tendremos que obligarte a hacerlo y... me dolería mucho tener que forzarte Mérida, pero tarde o temprano habrá un nuevo rey sentado el trono y tu serás su esposa— puntualizó ella acercándose un poco a mí.

El último suspiro "Legolas & Mérida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora