El Bosque Negro

272 20 15
                                    

Narra Mérida

Desperté al día siguiente de la boda de Hipo y Astrid. A mi lado, mi mamá dormía intranquila.

Tenía ganas de levantarme y reunirme con Legolas lo más pronto posible pero mi deseo por saber cómo estaba la reina era aún más grande. Era mi mamá y estaba preocupada por ella.

Después de lo que mi madre había dicho sobre aquel elfo del que se enamoró tiempo atrás, me quedé pensando mucho. Me dolía imaginar que mi madre no había sido feliz y que se arrepentía de la vida que había tenido.

¿Y si yo estaba destinada a lo mismo? Pensé.
No. Eso no, Legolas estará conmigo, él lo prometió. Él dijo que renunciará a su mortalidad para vivir una vida a mi lado. Ambos estaríamos juntos y tendríamos una vida increíble y llena de aventuras ¿Cierto? Aunque eso significara que el príncipe elfo deba perder sus largos años en éste mundo para tener una vida mortal.

En eso, un leve quejido de mi madre me hizo voltear a verla.

-Mi cabeza...- murmuró ella mientras lentamente abría los ojos.

-Tranquila mamá, estás bien- dije tomando sus hombros para ayudarla a incorporarse.

-Qué vergüenza, no debí beber de esa forma ¿Qué dirán Valka y los vikingos? ¡Por los dioses! ¿Qué va a decir Fergus?- expresó preocupada.

-Nada. No dirán nada porque no saben lo qué pasó- respondí.

Ella me miró confundida.

-Mamá tranquila, nadie te vio. Bueno, sólo Legolas y yo pero no te preocupes, no diremos ni una palabra- afirmé.

Con dificultad, la reina se puso de pie y ambas comenzamos a alistarnos pues ese día, regresaríamos al territorio del clan DunBroch por lo que tendríamos que empacar cuanto antes.

Quería volver a hablar con ella sobre su pasado, sobre aquel elfo que años atrás le había roto el corazón, pero no era el momento. Si mi padre llegaba a enterarse de eso habría problemas, además, no quería que ella volviera a sentirse mal o a ponerse triste recordando aquellos sentimientos.

En poco tiempo estuvimos listas, así que bajamos las escaleras hasta el salón princial, justo en el umbral, estaba Legolas de pie.

-Buenos días Mérida, Majestad- nos saludó el elfo con una leve reverencia al vernos a mi madre y a mí.

-Hola...- saludé con un hilo de voz temiendo que la reina arremetiera contra él de nuevo.

-Buen día mi Lord- saludó ella elegantemente.
-Le debo una disculpa. No debí ser grosera con usted. Fue un error culparlo por lo que en el pasado me sucedió a mí.

-Mejestad no tiene...- interrumpió él pero mi madre se apresuró a responder.

-Por favor mi Lord, aún no termino- insistió.
El elfo guardó silencio.

-Mérida, hija, estoy muy orgullosa de ti, eres una mujer muy valiente y se que serás mejor que yo- hizo una pausa y miró al elfo. -Sir Legolas, por favor cuide de ella, no dudaré de usted, sólo le pido una algo, amela tanto como ella a usted, porque se lo mucho que duele perder el amor y no quiero que mi hija sufra- finalizó y pasó una de sus manos por mi cabello corto.

-Gracias Majestad, así será, es una promesa, sonrió Legolas.

-Gracias mamá- agradecí y me atreví a darle un fuerte abrazo. Me sorprendió bastante aquel cambio de actitud en ella y sobre todo, me impactó el apoyo que ahora nos daba a Legolas y a mí, al parecer había reflexionado sobre lo ocurrido. ¿Qué la había hecho cambiar de opinión?

El último suspiro "Legolas & Mérida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora