Legolas, el elfo

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Narra Mérida

Cuando terminó la batalla, todos los guerreros bajaron de la muralla y se dirigieron al gran salón donde los curanderos del reino atenderían sus heridas, podrían descansar y tomar un baño antes de comer algo.

Mientras caminaba hacia la escalera, escuché a unos jóvenes de mi clan mencionar que esa noche se llevaría a cabo en el salón del trono, un banquete para celebrar nuestra victoria contra los orcos.

-Bueno princesa, fue un honor pelear a su lado esta noche- dijo Legolas, quién no se veía sucio, herido o cansado, como el resto de guerreros, incluyéndome.

-Yo... digo lo mismo- respondí evitando hacer contacto visual con aquél guerrero. Era evidente que su estilo de pelea era algo nunca antes visto, su naturaleza enigmática y su gran habilidad lo hacían un extranjero misterioso, lo cual no hacia más que despertar mi curiosidad.

-No me dijiste tu nombre- agregó el rubio.

-Mérida-solté de repente-Me llamo Mérida.

-Encantado de conocerte, Lady Mérida, mi nombre es Legolas- Él se acercó a mí y me dio un suave beso en el dorso de mi mano a modo de cortesía. Muchos caballeros habían tenido ese gesto para conmigo antes, pero nunca nadie lo había hecho de esa manera tan peculiar y mucho menos me habían provocado escalofríos.

Sonreí.

-Sólo Mérida está bien- respondí restándole formalismo a la presentación.

Todo en aquel hombre me resultaba de lo más extraño pues soltó mi mano lentamente sin despegar sus ojos de los míos.

-Te veré ésta noche, Mérida.

-Sí, nos vemos en el banquete- respondí.

-Hasta entonces- dijo él.

Tras escuchar las palabras de Legolas, éste se unió a sus compañeros cazadores en silencio.

Lo miré alejarse, no lucía para nada afectado por el arduo combate, e incluso se rió divertido cuando su amigo bajo de estatura le dijo unas palabras.

Esperé a qué se retiraran de la muralla y bajé a la armería, cuando me quite la armadura y el casco, finalmente me reuní con mi madre en el sótano del castillo, ella estaba realmente preocupada y cuando se enteró de que había salido a pelear casi se desmaya.

-Mérida, te dije que te quedaras aquí conmigo- me reprendió mientras me abrazaba con fuerza y acariciaba mi cabello protectoramente.

-Estoy bien mamá, tenía que hacerlo, por nuestro hogar- respondí.

Por fin pude ver a mi padre, quien abrazaba eufóricamente a mis hermanos trillizos. Al verme saltó hacia mí también.

-¡Lo logramos!- vitoreó levantándome un poco del suelo.

-¡Lo se! Aún no puedo creer que haya logrado matar a tantos orcos- respondí sonriendo. Me había superado a mi misma y estaba feliz por ello.

Mi padre enarcó una ceja, al parecer no sabía que yo había salido a pelear y sin duda aquella noticia lo sorprendió.

-Como lo escuchas Fergus, tu hija fue a la muralla y no volvió en toda la noche- acusó mi madre molesta.

-¿De verdad lo hiciste hija? ¡Felicidades, se necesitan agallas para luchar contra esas cosas! Dime a cuántos...

-¡Fergus! No podemos aplaudir estos comportamientos de Mérida- interrumpió la reina con tono indignado.

-Elinor pero si esta bien, actuó como toda una reina guerrera, defendiendo el castillo de los invasores- contestó mi papá revolviéndome aún más el cabello.

El último suspiro "Legolas & Mérida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora