Giros del destino

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Narra Mérida

La voz aspera de Gandalf recitando unas palabras en un dialecto desconocido, me regresó a la realidad. Pesadamente, abrí mis ojos y ví el cielo nublado.

Estaba recostada en el suelo, pero Legolas sostenía mi cabeza con suavidad.
Por su parte, Tauriel tomaba mi mano. Me había desmayado minutos antes y sentía que todo daba vueltas a mi alrededor.

Escuché los gritos de Gimli a la distancia, parecía estar reclamándole algo a las brujas.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿En qué momento el mago y el enano habían llegado. Pensé.

-Descuida Gimli, Mérida ya despertó- afirmó el mago y finalmente los gritos del enano cesaron.

-¿Mérida, qué pasó?- preguntó Legolas con calma.

Intenté incorporarme sin éxito.

-Aún no te levantes linda- exigió la anciana bruja, Gaellis.

-¿Qué fue todo eso?- pregunté frotándome un poco los ojos.

-El presagio de las brujas, viste algunas algunas cosas de tu destino- explicó.

-Pero, eso no tiene sentido, ví a Mord'u y a mi familia, también a Legolas- expresé y de inmediato recordé haber visto una herida en su pecho.

-¿Estás bien?- pregunté examinando al elfo.

-Tranquila Mérida, aún estás débil, la magia de las brujas tiene un fuerte efecto en los mortales- dijo Gandalf y enseguida comprendí que él había sido quien me restató de aquel trance, si no hubiera sido por el mago, seguramente seguiría perdida en mi propia mente viendo aquel presagio.

Lentamente y con ayuda de mis compañeros, pude incorporarme. Enseguida ví a las tres brujas quienes parecían inquietas, seguramente no les había gustado mucho que Gandalf hubiera interferido con sus poderes para ayudarme.

-Eres muy susceptible a la magia princesa, ten mucho cuidado con ella- advirtió la bruja obesa.

Asentí.
Lo sabía, sabía que yo me relacionaba estrechamente con la magia y claramente tendría cuidado con ella, no se puede jugar con magia e ignorar todos los peligros.

-¿Y bien? ¿Ese ritual te dio pistas acerca de la cerradura?- preguntó Gimli.

-No lo sé, no ví un lugar exacto- Afirmé y el enano rodó los ojos.

-Aunque, recuerdo haberte visto en tu cabaña- le dije a la bruja Gaellis.

-¿Mi cabaña?
Imposible ¿Por qué
Ehririon escondería la cerradura ahí?- preguntó la bruja.

-Quizá porque sabía que en cuanto él se fuera de Altera, no regresarías- dedujo Gandalf.

-¿Entonces debemos volver allá y buscar?- preguntó Tauriel

-Todo parece indicar que sí- respondió el mago.
-A menos que hayas visto otro lugar relacionado con las brujas en tu visión, princesa.

-No...- me apresuré a responder.
-Bueno, sí, aunque creo que no está relacionado con las brujas. Parecía más bien un reino de elfos pero era diferente a Rivendell y a Lothlorién, era más oscuro, había manantiales dentro pero poca luz y algunas plantas, creciendo como enredaderas por unas cavernas, se alzan por un muro alto y creo que un rio pasa por debajo- agregué.

-¿Viste el bosque negro?- preguntó Legolas y una sombra pareció cruzar sus ojos.

-No lo sé- me limité a decir. No había forma de saberlo, jamás había estado ahí antes.

El último suspiro "Legolas & Mérida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora