Capítulo ocho.

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—Que lluvia.—Fabrizzio suspira mientras mira por la ventana de la cocina y le da un sorbo a su café.

—¡Amo la lluvia!—grita Amellie emocionada, mientras levanta los brazos, incluyendo los cubiertos que sostiene en sus manos, con el pequeño tenedor rosado, lleno de un trozo de panqueque lo cual resulta muy gracioso. Fabrizzio y yo reímos viéndola.

—Amellie ama cualquier cosa.—dice Fabrizzio burlón y ella frunce el ceño mirándole.—Lo siento, Am.—el hace un puchero y ella sonríe comiéndose su trozo de comida.

—Am,¿me quieres acompañar a la sesión?—pregunto y ella asiente con sus mejillas hinchadas por la comida que lleva en la boca, no puedo evitar decir a cada rato que mi niña es hermosa.

—¿Nos podemos mojar?—dice sonriente un rato después y niego con la cabeza mientras le sonrío.—¿Por qué?—ella hace un puchero.

—Porque no quiero que te enfermes.—contesto dulcemente.

—Bueno mami.—responde ella con cierta tristeza.

Terminamos de comer y Fabrizzio se encarga de recoger los platos.

—Ve por tu paraguas y tu abrigo, Am.—ella sale corriendo a la habitación, suspiro. —Tengo miedo de sacarla.—murmuro, el me mira serio.

—Tienes la opción de llamar a la policía en el momento que se te antoje.

—No puedo hacer eso, ira a la cárcel Fabrizzio, entiéndelo.

—¡Beth no puedes estar con alguien que está amenazado de ir a la cárcel! Por el amor a dios, ¿acaso te escuchas?—el exclama molesto.

—No lo conoces.—murmuro mirando mis pies, el tiene razón pero...yo lo amo y eso no puede cambiar.

—¡Lo conozco lo suficiente como para ver lo peligroso que es!—me regaña y me siento como una niña pequeña.

—Lista mami.—Amellie nos interrumpe y volteo para encontrarla con su abrigo beis y el pequeño paraguas morado en su mano derecha.

—Nos vemos luego.—le digo a Fabrizzio y el asiente, me coloco mi abrigo y tomo mi paraguas, agarrando a Amellie con la otra mano.

Abro la puerta y una vez mas quedo completamente paralizada, estas sorpresas ya me están empezando a asustar.

Grant esta recostado sobre la pared con un pequeño oso blanco en una mano y una caja de chocolates en forma de corazón en la otra. Suspiro y cierro la puerta tras de mí junto a Amellie que le mira extrañada; antes de que Fabrizzio se de cuenta, porque no lo perdonaría, llamaría a la policía.

Sus ojos azules se clavan en los míos mientras yo trato de fulminarlo con la mirada pero no lo logro, porque de alguna forma su mirada me coloca nerviosa.

—Mami, ¿que hace el hombre malo del parque aquí?—Amellie murmura haciendo que el la mire y se agache.

—Grant vete.—murmuro pero el me ignora, esboza una pequeña sonrisa y se lame los labios.

—¿Amellie te gustan los osos?—el mueve el peluche un poco y Amellie asiente no muy segura.—Bueno, esto es para ti.—se lo da, suspiro y ella me mira pidiendo aprobación, y no puedo negarme, se cuanto lo quiere porque ama los peluches.

—Es muy lindo.—murmura Amellie dandole un abrazo al oso y el sonríe.

—Y esto es para ti.—dice tragando saliva mientras se levanta y extiende su mano para mostrarme la caja de chocolates.

—Grant, esto se acabo.—digo seria.—Vamos Am.—la tomo de la mano y camino hacia el ascensor.

—Beth, por favor.—grita tras de nosotras y procuro por cerrar rápidamente las puertas del ascensor.

Shades Of Collapse {2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora