Capítulo uno

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Este escrito esta dedicado a ALLEJJ que no son uno mismo.  

Cielo nublado, lluvia cayendo a cantaros repiqueteando al chocar contra el asfalto. Un libro y una cobija eran los mejores aliados para una tarde como esta. Amaba los días así, sin embargo mis padres tenían sus maletas esperando por ellos en la habitación principal, listos para partir a quién sabe dónde, a hacer quién sabe qué sobre su trabajo. Nunca me decían y no quería pasar el poco tiempo que tenía con ellos haciéndoles preguntas; pasaban la mayor parte del año viajando por negocios y yo la mayor parte del año extrañándolos y sola. Me sentía un poco resentida por su partida.

Mamá se encontraba parada frente al gran ventanal de la sala mirando las gruesas gotas de agua serpentear y deslizarse. Yo estaba justo detrás de ella, recargada en la pared, observando las maletas negras que cargaban las posesiones de mis papás.

La sala era un gran espacio con sillones negros y una gran televisión, una mesa de cristal y unas cuantas decoraciones y cuadros que tenían pinta de ser costosos y ciertamente lo eran.

—Ya sabes que hacer cariño, tienes nuestros números, los de emergencia...

—El de Hank y el abuelo —La interrumpí continuando la oración que me sabía de memoria, la misma frase cada vez que se iba de viaje. Me dedicó una de sus miradas llenas de melancolía. No sabía por qué siempre decía que marcara a Hank, un completo idiota engreído y mi primo, sus padres murieron cuando éramos pequeños y desde entonces vivía con mi abuelo.

—Luci estará contigo de igual manera —añadió girándose en mi dirección.

Su cabello castaño caía sobre sus hombros en cascada, vestía un pantalón negro, un camisa blanca y un saco negro a juego con el pantalón ella tenía una complexión delgada y menuda yo ya era más alta que ella.

Papá entró en la habitación al teléfono y, pisándole los talones un chico que al verme me dedicó una gran sonrisa que mostraba sus perfectos dientes blancos y se le formaron unos hoyuelos. Una sensación de suma incomodidad y cólera me embargo al verlo.

—Es hora de irnos Emma —dijo mi papá sacándome de mis pensamientos acerca del chico que le acompañaba. Pero hubo algo más, no solía decirle Emma a mamá, tampoco portarse tan serio con ella.

—May él es Darren, y se quedará contigo mientras volvemos, estará en la casa las veinticuatro horas por lo tanto ocupará la habitación de huéspedes, cualquier cosa que necesites solo llámalo.

Alcancé a ver cómo le daba una rápida mirada nerviosa a mamá y ella le regresaba una totalmente cargada de ira. Definitivamente algo pasaba aquí, aparte del hecho de que no quería quedarme ni un segundo sola con el tal Darren. Le di a mis papás un abrazo de esos duraderos, mi padre me beso la mejilla, y madre con los ojos vidrioso me besaba la frente. Me preocupé, mis padres no peleaban y mi mamá jamás lloraba, ambos contaban con un carácter regio pero bondadoso, no peleaban ellos hablaban si tenían algún problema y lo resolvían. Tomaron sus maletas y los acompañé hasta el carro. Esperé a ver como doblaba la esquina y desaparecía. Me quede un momento más sobre la acera aspirando la geosmina de la tierra causada por la lluvia y entré a casa con el chico detrás de mí.

—Tus papás se han ido y yo soy tu niñera oficial. No me han ordenado mantener mi distancia así que... ¿Quieres ver una de esas películas de amor que les gustan a las chicas? —me dijo un tanto nervioso cuando entramos a la casa.

—A mí no me gustan las películas de amor y no digas la palabra niñera no tengo diez años —No quería hablar con él y no sentía entusiasmo alguno. Siempre me embargaba la tristeza cuando ellos se iban.

—¿Qué tipo de películas te gustan? Creí que a todas las chicas les gustan las películas de amor—Preguntó incrédulo.

—Entonces no sabes nada de chicas.

—Iré a conseguir una película cualquiera entonces, ¿quieres hacer palomitas o algo mientras vuelvo? — él se dio media vuelta para salir por la puerta, justo antes de que saliera hablé

—No tienes que tenerme lástima porque mis papás nunca estén, sabes, no me siento sola, no hay por qué ser amables y toda esa basura.

Su cara mostro sorpresa al principio, se acercó a largas zancadas y colocó su mano en mi cara. Me quedé congelada, él fijó sus enormes ojos en mí. Sentí como si lo conociera de hace mucho tiempo, como si muchas veces él ya me hubiera mirado de esa forma.

—No intento ser amable, tal vez sea yo el que se sienta solo— Diciendo esto se giró y salió.

Solté aire sin darme cuenta de que lo contenía, no podía pensar o no quería pensar. ¿Quién se creía él? Había invadido mi espacio personal, en cuanto regresara se lo diría, no lo quería cerca de mí. Con el último pensamiento me sentí extraña pero creía que era lo correcto. Me senté en el sillón y comencé a cambiar de canal, no había notado lo cansada que estaba hasta que empecé a bostezar y mis ojos se fueron cerrando poco a poco.

Transgénesis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora