Capítulo tres.

5.9K 473 56
                                    

El calor era asfixiante, llamas de fuego danzaban a mi alrededor amenazando con acercarse a mí, humo inundaba mis fosas nasales asfixiándome, la garganta me ardía. Di un paso hacia atrás, y una llama alcanzó la manga de mi pijama, devorando por completo mi brazo derecho, solté un alarido de dolor y caí de rodillas al suelo. 

Desperté sobresaltada, me tarde un tiempo hacerme entender que solo fue un mal sueño, la misma pesadilla todas las noches, mi corazón palpitaba con rapidez. 

Estire la mano y tome mi celular por si tenía algún mensaje. Nada. Mis padres no solían mandar más que dos o tres hasta que volvían, los extrañaba, odiaba ser sentimental. Me quede un momento observando la pantalla del teléfono, decidí llamar a Kyle, sonó unas tres veces antes de que contestara.

—¿Acaso te has olvidado de mí? —Pregunté en cuanto contesto el teléfono.

—¿Estás ebria? ¿Sabes la hora qué es? —Habló adormilado.

No pensé en la hora cuando le marqué, estúpida.

—No. solo te extraño.

—Oh cariño, ¿tus papás se fueron otra vez? Nena, tendré que sacarte a bailar en cuanto tenga tiempo libre, te conozco perfectamente y sé que después de la tristeza viene la frustración y el enojo, y enojada eres toda una perra— Podía sentir su sonrisa e imaginarla, yo también lo conocía a la perfección.

—Bien —dije riendo—. Lamento haberte despertado, espero verte. Te quiero

—Cuando quieras, te veré pronto— Y antes de colgar me dijo que también me extrañaba.

Después de la llamada a Kyle me sentía menos triste, era lo mejor que tenía después de mis padres y de Luci.


Había pasado semana y media desde mi llamada a Kyle, mi ánimo empezaba a decaer y él no aparecía por ningún lado. Tenía tres días sin ver a Darren por la casa pero sabía que estaba aquí; podía sentirlo, solo había tenido ansiedad y enojo desde que él había llegado. Necesitaba hacer algo urgentemente así que me puse a leer la reina roja una vez más. No hay mejor medicina que un libro.

Después un rato mi estómago gruñía por lo cual decidí bajar a la cocina y prepararme algo. Allí vi a Darren acostado en el sillón, se veía relajado, aun durmiendo y con la boca medio abierta se veía bien. Hacía frio, saque una manta y se la puse encima.

Introduje en el horno un platillo que luci dejo preparado especialmente para mí, no me gustaba que ella lo hiciera todo pero esto, sí que lo ameritaba, mis dotes de cocinera no eran muy buenos. A pesar de que mi mamá no era ama de casa sabía cocinar extremadamente bien. Otra punzada de melancolía me atravesó al recordarla. El microondas termino de calentar cuando escuché pasos. Darren.

—Gracias por la manta.

—No es nada.

Él iba a hablar de nuevo cuando el timbre de la casa sonó con tanta insistencia que ya sabía quién era.

—¡Yo voy!

Deje a un lado la comida y camine hasta la puerta principal y ahí estaba mi increíble apuesto mejor amigo. Le di un fuerte abrazo.

—Tranquila, déjame respirar.

—Te he extrañado enano.

Sí, era un enano, más bajo que yo. No pudo heredar los genes de su madre en ese aspecto, ella era tan alta como yo. En todo lo demás él y ella eran muy parecidos.


Recostados en mi cama que tenia puesto un edredón de la portada de mi libro favorito, era blanca con un ojo azul, parecía ser gélido como el hielo con toques de morado en el centro. Ahora que lo pensaba se me hacia algo infantil pero nadie más que yo entraba aquí.

—Bueno —comencé— Cuando mis padres se fueron, me lo dejaron a él, supongo que para cuidarme lo cual también es raro porque jamás habían dejado a nadie aparte de Luci conmigo. No es que haga la gran cosa pero como ves es atractivo. Siempre está sonriendo y eso me fastidia bastante. No lo soporto, no lo quiero dentro de la casa—. Hablé tan rápido que tuve que tomar un largo respiro terminando de decirle todo lo anterior.

—Para empezar no es que tú seas muy dulce. . .

Le aventé un cojín en la cara.

—Claro que lo soy. Es solo. . . que me hace sentir una mala persona.

La relación que tenia con mi amigo no siempre fue como ahora, un tanto tormentosa al principio. Nos odiábamos. Nunca he sido muy sociable, me gustaba mantener mi distancia con los demás chicos de colegio, no me sentía parte de ellos. Kyle creía que toda mi aura misteriosa era una farsa y yo una chica simplona. Y siempre me dije para mis adentros que él no tenía nada de provecho. Eso cambio con el tiempo, los dos nos tragamos nuestros prejuicios. Su madre y mis padres resultaron ser amigos y nos obligaban a pasar tiempo juntos. Descubrimos que ambos teníamos un excelente don la para biología y los idiomas, Kyle me ayudaba a aprender cosas que no sabía y me deleitaba con conciertos de piano y violín cuando me sentía sola.

Tocaron la puerta de mi cuarto tan fuerte que ambos nos sobresaltamos.

«Alguien aprendido algo de modales»

—¿Dime qué se te ofrece?

—No creo que tus padres te dejen estar con un chico en tu cuarto —Dijo Darren con la mandíbula un tanto apretada, y con los brazos cruzados en el pecho.

—Por supuesto que lo hacen. Ahora si no te molesta, estoy ocupada —Cerré la puerta.

—Vaya que si eres una perra –—Me dijo Kyle—. Jamás había visto que te comportaras así con alguien. Si, definitivamente eres una dulzura en comparación con esto.

—No me interesa —Sentencie.

—Sí claro, puedes decirle eso a alguien que no te conozca.

El sol se había escondido por completo cuando acompañé a mi mejor amigo hasta la puerta. Nos despedimos con un abrazo. Kyle y yo no nos veíamos como antes, el estudiaba en un conservatorio de música a un par de horas. Habíamos estado unas cuantas horas platicando, hablamos sobre mis padres, su mamá, la nueva escuela a la que él asistía y un infinidad de cosas sin sentido que carecían importancia alguna. Durante todo ese tiempo Darren no volvió a tocar mi puerta y una pregunta brotó en mi interior ¿Y si hablaba con Darren de la misma manera cómo con Kyle? idea que deseche así como había surgido, por otro lado no me sentía muy cómoda con mi comportamiento. Quería ir a su cuarto y pedir perdón por lo de la puerta pero con solo pensarlo me sentía enojada. Al fin opte por disculparme, estaba a punto de llamar, abrió la puerta, di un salto hacia atrás. Él estaba arreglado como si fuera a salir de fiesta.

—Hola ¿necesitas algo? —Preguntó amable.

«Irritante »


Transgénesis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora