Capítulo doce.

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                                                                           Darren

Mi pequeño duende sale de la cocina al escucharme entrar, se dirige hacia mí y me encierra en un fuerte abrazo.

—Estas cansado —su voz suena amortiguada contra mi pecho.

Se aleja, me da una mirada y una sonrisa triste.

Trae puesto un blusón grande color hueso, un pantalón corto y esta descalza, su cabello rojo recogido en un chongo mal hecho, cabellos salen en varias direcciones, le da un aspecto de adolescente, ella no cambia. Un escalofrió recorre mi cuerpo, lo ignoro y le sonrió, mi sonrisa debe ser igual de patética que la de ella.

Era mi día libre, vine a casa en cuanto supuse que mi amiga estaría despierta. La dejábamos mucho tiempo sola y eso no me agrada con todo lo que nos estaba pasando últimamente pero May necesitaba protección también.

—Por favor dime que no intentas hacer galletas de nuevo —suplique medio en broma, nosotros dos no cocinábamos en lo absoluto. Ella deja todo sucio y las galletas que nos teníamos que comer fingiendo felicidad era aun peor, incluso en una ocasión vertido sal en vez de azúcar.

Entró a la cocina sin contestarme.

Nuestro departamento era un cuadrado simple; tres habitaciones de tamaño normal lo suficiente para que sean cómodas, un único baño sencillo, la cocina que solo contenía la estufa, un estante para las cosas y un lava manos, la pequeña sala con un pequeño televisor una mesa de centro, un par de ventanas de tamaño mediano que dan hacia la calle están cubiertos por gruesas cortinas y todo parece gris dando un aspecto lúgubre.

Los padres de Maybret nos ofrecieron un lujoso departamento, mil veces mejor que este pequeño por alguna razón que mi otros dos compañeros no entendieron no la acepte.

—¿Cómo esta ella?¿Sigue teniendo las pesadillas? —hace la misma pregunta de siempre mientras dejaba caer dos galletas en un plato.

—Igual que el día que llegue y si sus horribles sueños continúan —me quede viendo el plato fijamente, odiaba no poder hacer nada por ella, algo para que no tuviera esos horribles sueños de los que no me quería contar.

—Come, él me dejo la mezcla yo solo las metí al horno —explicó para animarme.

Un consuelo, retuve un suspiro y me lleve una galleta a la boca. Ella me miro con ojos esperanzados. ¿Cómo podía decirle que no?

—¿Te molesta que él este con ella verdad?

Una encogida de hombros fue mi respuesta.

¿Qué si me molestaba? reí para mis adentros, lo quería asesinar cada que ellos estaban cerca, cada que la hacía reír, era frustrante verlos juntos. Temo perderla a cada momento.

—Tal vez pueda. . .

—No —la corte— nada de eso, aun no ¿Vale? —dije suavizando mi voz y tome su delgada y pequeña mano—ya hemos hablado de eso.

Pude ver como los ojos de mi amiga se cristalizaban, me acerque para darle un abrazo reconfortante.

—Todo saldrá bien Leen.

No debería de decir cosas de las que no estoy seguro.

Transgénesis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora