VIII

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Akuma todavía quedaba en el suelo, después de que Sanemi lo dejara caer de mala manera. Estaba claro que no se llevarían bien, y intentaría dar el mínimo contacto visual hacia el.

—¿Estás bien?—Rengoku se agachó y le ofreció la mano, para ayudarlo a levantarse.

Akuma sabía que después de lo que iba ha hacer, Rengoku lo odiaría un poco.

—Estoy bien, gracias—Se equilibró el solo, denegando el apoyo de Rengoku, mostrando así una herida grave en su pecho. Pues los golpes que había asestado Sanemi, habían logrado romper parte de su atuendo, por el pecho.

—No parece que lo estés— Rengoku siempre había sido buena persona, pero aún así lo sería más con Akuma, por alguna razón.

—Pues si lo estoy—La voz de Akuma pasó de animada, a triste, y después de aquello, a la de alguien arrogante.

—Pero no deberías estarlo, tienes una herida grave en el pecho, y se nota—Rengoku lo miró algo enfadado, no por nada, simplemente por su irresponsabilidad.

—Ya basta...

Fué ese un último suspiro de parte de Akuma, pues ya estaba desmayado en el suelo, Sanemi lo había logrado al parecer.

—Akuma...—Shinobu, por su parte, rápidamente envió a sus "camaradas" a llevarlo a su finca, para dejarlo reposar, al parecer al lado de un amarillento chico, Inosuke y Tanjiro.

—¡Akuma!—Dijo Tanjiro acercándose a la camilla donde lo llevaban.

—No te escucha esta desmayado—Por su parte, el camarada respondió.

—¿Que le ha pasado?—Preguntó curioso.

—Sanemi le ha pegado una paliza.—Dijo tan pancho, no le molestaba en absoluto, a lo que Tanjiro se sorprendió.

—Pero...— Fue callado por una mirada siniestra, y porfín pudo el hombre dejar en la cama a Akuma, que "Dormía"

Akuma estuvo así durante varios días. Días en los que alguien lo visitaba a escondidas y lo mantenía cómo podía. Al principio parecía un simple desmayo, pero... Por desgracia, poseía una Nichirin que acababa con los humanos más fácilmente de lo normal. Y al recibir tales golpes. Su posibilidad de sobrevivir bajó drásticamente.  Dejándolo en coma.  Un coma muy largo.

(Gentle Hands-Saule Kilaite) (Plis ponerla)

Un prado verde, frondoso, lleno de flores con colores vivos, llamativos y sinceros. Una casa era el único habitaje, una casa hecha de madera, al parecer, con dos habitantes, una mujer y un hombre.

Akuma decidió acercarse, tardó varios minutos en recorrer el camino hacia la casa, cuando llegó, logró divisar las caras de Tijuro y Rinma.

Lo esperaban, con los brazos abiertos, sonriendo y llorando de alegría, ver a su "hijo" con una Nichirin y ese atuendo que le quedaba tan bien, era un orgullo.

Akuma corrió hacia ellos como nunca lo había hecho con nadie, saltando a abrazarlos. Notando... ¿Nada?

...

¡Tijuro! ¡Rinma!—Akuma se desveló sudoroso, rápidamente notó que era un sueño. Miró hacia ambos lados, y vió a los tres compañeros de equipo durmiendo. Al parecer nadie se había  percatado. Un alivio para el.

—¿Que me ha pasado?—Se preguntó a sí mismo, saliendo de la cama sin parte de arriba, al ser de noche decidió salir y tomar el aire fresco.

Salió de la casa, y se acercó al pequeño lago que había cerca, sentándose de forma india, en la orilla del mismo.

Como me gustaría volver atrás... Ayudar a Tijuro con el huerto... Entrenar...—Decía en secreto, no tan en secreto, alguien se acercaba por detrás, notó enseguida la presencia de alguien.

—¿¡Quién anda ahí?!—Dió media vuelta, y dió un paso atrás al ver a Sanemi.

Sanemi solo pudo quedarse quieto, mirándolo, más bien, intimidandolo.

—¿Q-que quieres ahora?—Akuma intentaba mantener la postura después de aquella paliza que le propinó.

—No pueden existir débiles en este lugar—De nuevo, Sanemi asestó un golpe en su estomago, que todavía no se había recuperado del todo, y el impulso lo lanzó hacia el pequeño tío.

—Tsk—Akuma esta vez escupió sangre, ensuciando el rostro de Sanemi sin querer. Cayendo al río que por suerte no tenía la corriente alta.

Sanemi no se movió del lugar, seguía mirando a Akuma, que intentaba salir del río de alguna manera u otra.

—¡Ayúdame! ¡Porfavor!—Suplicaba el pobre chico, ahogándose.

—¡Ayúdame! ¡Ayúdame!—De nuevo.

—¡Vamos! ¡¿Que he hecho yo para que me hicieras esto?!—Dijo entristecido, pidiendo auxilio con la mirada.

Sanemi lo observó, y lo agarró desde los sobacos, lanzándolo a tierra.

—Tsk...—Chasqueó la lengua, pisando el cuerpo de Akuma, que respiraba escupiendo agua agitadamente.

—Nunca más... Vuelvas ha...—Escupió agua, no terminó la frase.

—¿Que no vuelva a que? Vamos, dilo— Está vez presionó con fuerza su cuerpo.

A una velocidad inalcanzable, Akuma se posicionó tras Sanemi. Escapándose de el augurio en el que se encontraba.

—¿Q-que?—Sanemi tardó en darse cuenta de lo que realmente pasaba en esos momentos.

—Al menos he conseguido... Escabuyirme...— Sonrió mirando a Sanemi, de nuevo desmayandose sobre su espalda. Era lógico que no aguantará mucho, pues su pecho había sido golpeado de nuevo, y sus fuerzas eran pésimas en esos momentos, como para mantenerse de pie.

—¿Q-que haces idiota?—Sanemi agarró a Akuma antes de caerse, y agarrado como un saco de patatas, lo llevó a su finca, obviamente quejándose durante el camino.

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Pd: Muchas gracias por todo. ☕

𝑴𝒂𝒔 𝒃𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒔𝒐𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora