XII

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—El... Es...—Su rostro miedoso y su cuerpo tembloroso por la presencia de aquel demonio, fueron suficientes para alarmar a Akuma de que era un peligro.

—¡Kyoujurou!—Dijo el demonio sonriendo tenebrosamente al parecer con los brazos cruzados.

—¿¡Quién eres?!—Dijo El pilar de la llama sin bajar la guardia y preguntándose por qué aquel sujeto era tan poderoso a simple vista.

—Soy una luna superior...—En un tono de broma, dijo aquello, que alertó a Tanjiro y sobre todo a Akuma.—¿No has sido capaz de detectarlo?—Preguntó retóricamente aún, con aquella sonrisa burlona.

—Hmph... Es un—No le dió tiempo a acabar la frase, pues aquel demonio había intentado asestar una patada vertical (de arriba abajo) a Tanjiro.

—Si que eres fuerte... ¡Como me habían dicho!—El demonio, en vez de estar asustado, lograba reírse más y emocionarse de manera divertida.

—Tsk...—Obviamente, con la Nichirin enfundada, impulsó al demonio hacia adelante, para poder concentrarse y pelear contra el.—¡No dejaré que ninguno de los aquí presentes, muera!

—Vaya... Vaya... ¡Vamos a divertirnos un rato!—Quien diría que aquel demonio estuviese alegrado de serlo. ¿Veía potencial en el pilar? Quién sabe.

El demonio, como si de un meteorito se tratara, hundió sus pies en aquella tierra barrosa, formando, pocos milisegundos despúes, la forma de un copo de nieve rojizo.

—¡Kyoujurou! ¡Estás a tiempo de unirte a mí!—Dijo con entusiasmo el pelirosado. Y empezando a azotar al aire, expulsando de aquellos tajos, unas cuantas "cuchillas de aire".

—Ni en sueños sería capaz de unirme a tal gremio, seres despreciables—Firmemente, esquivaba aquellos tajos, mientras decía aquello, con algo de nerviosismo.

—¡Vamos! ¡Sé que eres poderoso! ¡Únete a mí!—Todavía lanzando aquellas ráfagas de viento, conversaba como si nada.

—¡He dicho que no pienso unirme!—Esquivaba cómo podía todo lo que le llegaba, su cuerpo empezaba a cansarse, aún que, no estaba haciendo su mayor esfuerzo.

—¡Vamos, podremos seguir luchando infinitas veces! ¡Hasta que nos cansemos de ello!—Reía sadicamente, empezando a acelerar el ritmo de expulsión de ráfagas.

Akuma y Tanjiro, por su parte, junto a Inosuke, estaban alucinando, casi no lograba verse aquella pelea iban tan rápido, choques de puño, placajes, expansiones de aire, siluetas rojas, azules, naranjas...

—Tsk... No puedo quedarme aquí sin hacer nada...—Dijo Tanjiro intentando levantarse.

—¡Kamado-shōnen! ¡No te muevas! Tú concentración ha de basarse en cerrar la hemorragia, si te mueves, provocarás otra, y otra y otra, y así infinitamente—Dejó de hablar, un puñetazo le pilló desprevenido, aún así, lo esquivó y logró tener solo un pequeño rasguño en la parte derecha de su frente.

—¡Concentrate en la pelea Kyoujurou! ¡No seas idiota!—Un poco más serio, el demonio dejó de pelear, y se tranquilizó, apartándose varios metros de Rengoku.— Todavía estás a tiempo de...

—No... No lo haré... ¡No lo haré!—De nuevo, empuñó la espada, aún más firmemente que antes, asegurando que el, sería el ganador del combate.

—¿Estás seguro?—El demonio ya no sonreía, su rostro facial era serio, parecía que iba en serio.

—Estoy... Completamente seguro...—El pilar, respiró hondo, dejando escapar llamas de su arma, y también, con un aura rojiza y anaranjada que impresionaba al demonio.

—Vaya... Las cosas se van a poner interesantes—De nuevo, aquella sonrisa, apareció en su rostro, tardó muy poco en cambiar su parecer, pero a lo mejor era bipolar.

—¡Deja de sonreír!—Con un impulso, acató la distancia entre sujeto y sujeto, y al acercarse lo suficiente hizo un gesto repentino, colocándose tras su espalda y iniciando una postura.—¡Mar de Fuego!—En una área de dos metros de diámetro, el suelo, ya no era suelo, era fuego que acorralaba al demonio.

—¡¿Que mierdas es esto!?—Intentó escapar, pero ya era tarde, Rengoku le había clavado la Nichirin en su dedo índice, incluso haciendo presión.

—¡Terminaré contigo!—El demonio se resistía y ya no estaba tan contento, pues la poderosa arma de Rengoku hacia el corte más profundo con el pasar de los segundos.

—¡Maldito idiota!—El demonio intentaba escabullirse.

—¡Lo conseguiré!— Y por fin, después de un estallido por parte del demonio, logró cortarle el brazo. Aún que, para colmo, logró regenerarse en cuestión de segundos.

—¡Ahora sí que morirás en serio! ¡Te he dejado unirte y te has negado!—De nuevo, se alejó varios metros, y volvió a iniciar una racha de ráfagas de aire, que iban dirigidas a Rengoku.

Ya cansado, lograba esquivar los tajos, pero con suerte, pues sus habilidades físicas, al estar tan herido, no podían regenerarse tan fácilmente. Aún así, no se rendiría. Nunca.

¡Inosuke! ¡Ayúdalo!—En shock, Inosuke no reaccionaba, y Tanjiro, ya no quería despistarlo más, solo quedaba una opción.—¡Akuma!

—Q-que...—Akuma observaba la pelea con distancia, y precaución, pero con algo de lástima por Rengoku. Todavía no asimilaba aquel momento.

—¡Ayudalo! ¡Está en grave peligro...!—Tanjiro ya no podía hacer más, apenas podía moverse, e intentaba cerrar la hemorragia por completa o almenos, mantenerla así de calmada.

—P-pero yo...—Todavía estaba en shock, ni si quiera miraba a Tanjiro, la pelea era literalmente lo que veía, y no dejaba de mirar. Estaba, petrificado.

—¡Tú! ¡Si, tú! ¡Vamos!—Tanjiro ya no podía hacer más, se lo pedía a gritos, mirándolo con pena.

—Si me acerco... Si me acerco... El, el tendrá posibilidades más altas de morir... Yo no puedo ayudar...—Si, tenía razón, y mucha, puesto que aquel tipo de maldición que tenía la Nichirinto, afectaba a los del alrededor también. Akuma ya no tenía las ganas de antes de ser cazador, ya no admiraba serlo, era como si ya no sintiese el Espíritu De Combate que le daba su abuelo.

—¡Ayúdalo! ¡Aún que tenga más posibilidades de morir! ¡El podría salvarse también!—Ya no podía hacer más.

Una tremenda llamarada de almenos 15 metros de altitud, invadió al Demonio, junto a Rengoku, que al parecer intentaba cortarlo verticalmente por la mitad. El demonio estaba en apuros, y lo reconocía, pero Rengoku, Rengoku estaba en peligro de extinción.

—Rengoku...-San...—Akuma veía aquella llamarada espectante, nuevamente, petrificado y sin saber que hacer.

—¡Rengoku!—Tanjiro no lograba verlo del todo, ese era un problema, por eso pensó en gritar su nombre, era, un chillido de dolor.



𝑴𝒂𝒔 𝒃𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒔𝒐𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora