¿Acaso las bestias también son honorables? Los dragones son feroces, poderosos entes que parecen domar a la naturaleza, inclusive son despiadados y no tienen límites al demostrarlo.
Pero, ¿tienen honor?
Podrán alardear tener el honor de ser los qu...
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El insoportable sol asoló por completo la pradera que precedía a Vuggaffry, era un bochorno sorprendente para Misuto y Mezzer quienes iban a paso lento y constante, pero sentían que no podían más con tal bochorno que les calaba hasta en sus propias ideas. Lo poco que podían pensar era que, seguro entrando a Vuggaffry el calor sería de muerte para ambos; y eso que ya no era el medio día. Pero, la convicción de la vulpina era mucho más grande que el calor abrumador, y su deseo de reencontrarse con Ramlah lo era mucho más.
—Aún no es demasiado tarde chiquilla —le reprochó el insecto con claro disgusto—, en un rato estaremos de regreso en la fresca espesura.
—Ni hablar —expresó seria y convencida de sus pasos—, si este calor me vence, entonces seré incluso más débil de lo que era el llorón y prepotente de Jaws.
—Bueno, al menos antes me has dejado claro que sí tienes iniciativa y resiliencia... No hacía falta compararte con tal energúmeno.
Lo principal en ese momento era encontrar una fuente de agua que pudiera satisfacerlos, aunque Mezzer le dijo que aquello podría ser casi imposible por el intenso calor, el agua era una fantasía en un desierto cómo Vuggaffry, una pequeña charca era al menos imaginable en la pradera.
Aún si la idea de que en el arenero ardiente el agua fuera inexistente, Misuto no permitió que esa idea le hiciera retroceder, a lo mucho se expresaba con mullidos molesta y un tanto decepcionada por lo que acababa de decirle Mezzer, pero hasta ahí. Decidió comenzar a mentalizarse para cuando llegaran, yendo suave por las arenas, cuidando sus flancos y atenta a los sonidos tras su andar.
Para suerte de ambos, un pequeño charco, lo que quedaba de una charca más grande, quedaba entre la arena, bochorno y matorrales. Aunque pudieron desvanecer momentáneamente su sed, para ambos el beber de aquel charco que parecía devanerse en cualquier momento mientras bebían, era desmotivado y un fuerte presagio de lo que les esperaba. De todas formas, Misuto no desistiría de su deseo. Y por consecuencia, Mezzer tampoco podría negarse a romper la promesa que había hecho.
Una vez que terminaron de beber la poca agua que lograron encontrar, se percataron que, a medida que avanzaban, la tierra se volvía más fina, y el calor en sus pasos aumentaba gradualmente, una típica prueba de que el suelo que pisaban, ya era el famoso desierto. De ahí en más, lo que les esperaba a ambos, era un misterio que las arenas de Vuggaffry les mostraría si continuaban su travesía. Era hora de adaptarse también, a diferencia de Nevsnar, la vegetación y las sombras no te ayudan a ocultarte; la fortaleza de Mezzer se desvaneció en el vacío que dejaba la arena.
Ese no era su hábitat, pero si Ramlah había sobrevivido tanto tiempo fuera del suyo, y más aún considerando sus vivencias en Wawel, ellos confiaban en que podían seguir sus pasos. El sol, ahora mismo, ponía a prueba a los dos extraños del bosque. Pero, hasta alguien tan joven y pequeña como lo era Misuto tenía una voluntad y misión más grande que la circunferencia de cualquier astro de los cielos nocturnos, y el gran cazador tenía una experiencia amplia que no dejaría ser hecha menos por simple arena, sus afiladas guadañas no eran de nacimiento; afilar consta de tiempo y trabajo continuo, ese esfuerzo sería lo que le permitiría salir adelante.