Capítulo 23

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La fuerte emoción de culpa carcomía a Ramlah desde adentro, lo agotó por completo, aún más que cualquiera de las batallas que había librado, perdido y ganado

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La fuerte emoción de culpa carcomía a Ramlah desde adentro, lo agotó por completo, aún más que cualquiera de las batallas que había librado, perdido y ganado. Aquello trepaba desde sus patas, y lo llamaba al suelo para caer avergonzado, porque aun cuando había luchado por ellos, aquello que había ocultado no era una nimiedad, sentía que era un perdedor y mentiroso cómo muchos otros rufianes con los que se había tenido que enfrentar en el pasado. La situación lo hacía sentir de esa forma bajo la mirada de sus congéneres, de los Pokémon ardientes que lo rescataron e incluso frente a los dos amigos que había hecho en Harapas y con los que había luchado lado a lado para salir de aquel infierno; la culpa lo estaba consumiendo desde el momento en que evitó hablar del tema de su origen cuando estaba cautivo.
Pero ahora había acabado su misterio, su corazón se sentía tan oprimido por la culpa emanando en el bombeo del órgano vital que sentía el mundo detenerse nuevamente, para recordarle la escoria que era. Jack poco a poco pasaba entre la multitud que estaba sorprendida y que rodeaba al joven, mientras Ramlah temblaba de miedo, el pánico ya lo había inundado, parecía que se desmayaría en cualquier momento.

—Eso... —balbuceó Tahil mientras analizaba lo que le estaba diciendo su compañero, haciendo memoria de aquellas veces en que le preguntó acerca de su origen— Entonces era por eso que no contabas mucho acerca de tu hogar ni donde habías nacido...

—Me costó creer que creciste en Nevsnar Ram —confesó Zumrut—, ahora que confiesas esto, de verdad que no es sencillo el creer que tú provienes de un lugar cómo Wawel, del cual las historias de crueldad y terror superan a las de Harapas... 

Sus dos amigos se miraron a los ojos, cómo si tratasen de compartir pensamientos acerca de lo que acababan de descubrir, cómo si se quisieran pedir una ayuda mutua, no era para nada sencillo el saber algo cómo eso, el descubrir la verdad acerca del origen de Ramlah, hasta ese punto lo comenzaron a entender, el porque de su inseguridad al compartir algo tan personal. Pero, sabían que Ramlah con culpa o no, era el Vibrava más puro de corazón que hubiesen conocido, porque aun cuando era de Wawel, consideró la vida de los demás al no contraatacar en aquellas terribles peleas a las que se vieron forzados todos en Harapas, evitó que la muerte tarde o temprano llegara a todos. Tanto Zumrut cómo Tahil suspiraron, tratando de aclarar sus pensamientos, aquello que acababan de conocer no era algo sencillo de digerir, se trataba de su amigo, de descubrir su origen, uno que, asombraba y atemorizaba. 

—Ya me veía venir que no fueras de por aquí, muchacho —le comentó Jack al joven, mientras sus nudillos ígneos y pesados se enterraban en la arena que estaba esparcida en el suelo ancestral, estando detrás del hormiga león.

Sentir ese calor emanar desde su espalda, solamente provocó que una corriente de terror recorriera las alas de Ramlah hasta el resto de su cuerpo, se esperaba cualquier cosa, realmente cualquier cosa tras la muestra de poder en Harapas. Giró levemente su cabeza, para mirar de reojo a Jack, aquella sonrisa suya que expresaba hace unos momentos fue reemplazada por un semblante de seriedad, se debatía al igual que sus amigos acerca del caso que acababa de presentarse frente a sus ojos adornados con aquellas cejas ígneas, que ahora se habían reducido en volumen, pues estaba meditando al ver detenidamente a Ramlah. Luego recordó, que justamente le había pedido ayuda para recuperar aquellos huevos, pues se sentía culpable. 

Honor de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora