Capítulo 11

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—¿Por qué niegan que sea algo tan desastroso en sus vidas?

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—¿Por qué niegan que sea algo tan desastroso en sus vidas?

—Porque —le respondió Hanatsu— agradecemos que hayas llegado a alegrar nuestros días, y nos ha honrado, desde el día que llegaste, cuidarte.

—Sí —asintió la pequeña—, nunca había tenido un amigo así, tan cercano a un hermano que me cuidara y jugara conmigo cada día —un leve sonrojo se hacía presente en su carita.

—Tu forma de ser, tu aprecio y la manera en que demuestras alegría... Eso me hace tan feliz, nos hace pensar que de verdad eres nuestro hijo.

Las lágrimas cayeron hasta el suelo, la mezcla de tristeza y alegría llenaba el corazón del joven con tanta fuerza que se había quedado sin palabras, su aliento era lo que de verdad transmitía lo que pasaba en su interior, algo sentimentalmente importante, tan asombroso que las palabras se le quedaban cortas a tal alegría, a tal tristeza y por supuesto una gran satisfacción pues pese a todos los problemas que se habían desatado, sentía gracias a las palabras de aquella madre e hija que de verdad encajaba; era parte de algo que no había podido tener y eso era una familia.
El hermoso momento quedaría grabado para siempre en las memorias de cada uno de ellos, y el anaranjado atardecer solo lo hacía más entrañable.

Tras una gran caminata y a poco tiempo de su hogar Hanatsu pudo distinguir un brillo singular en la ahora anochecida Nevsnar, y se acercó rápidamente con los dos pequeños corriendo tras ella; aquel brillo era Lune usando su potente luz.

—Amor —dijo esta al momento de poder acariciarse junto a su amado—, discúlpame por no venir ayer, pero me temo que sucedió algo muy malo como para regresar.

—Lo sé —dijo él—, pero creo que sería mejor que entremos a casa, ya se acerca la tormenta.

Y a paso rápido llegaron hasta la madriguera, rápidamente Lune le pidió a Ramlah excavar unos cuantos túneles de considerable largo y de longitud; quería que el agua terminara en dichos túneles a modo de drenaje para evitar una posible inundación. Ramlah simplemente le obedeció y tan rápido como pudo terminó su trabajo, justo al momento que una gota caía en la nariz de Lune haciendo que la respingara.

—Vamos a entrar muchacho —le hablo Lune al hormiga león, y ambos entraron con mucha tierra cubriéndolos.

—Ay mis dos hombres de la casa —exclamó Hanatsu con alegría—, mañana tendrán que darse un pequeño baño al menos. 

—Claro que sí mamá... —Ramlah había enrojecido de vergüenza al dirigirse así a Hanatsu.
—Tranquilo muchacho, no tiene nada de malo que le digas así —dijo Lune con una ligera risa— después de todo, eres un hijo nuestro.

Aquellas palabras conmocionaron a Ramlah, así como lo había hecho antes unas lágrimas brotaron de sus ojos hasta sus mejillas, Hanatsu igualmente se sorprendió pero no sólo eso, rompió en llanto. 

Honor de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora