Capítulo 5

298 52 23
                                    

—¿Qué sucede hijo? —preguntó el padre a su hijo ante su llamado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué sucede hijo? —preguntó el padre a su hijo ante su llamado. 

—Padre —exclamó el hijo con pesar—, tengo que contarte algo antes de que pierda tu respeto.

—Oh tranquilo hijo —le contestó con un tono tranquilizante—, no es la primera ni última vez que un descendiente de Wawel es derrotado en la final de las pruebas. 

—Aún así debo de confesarte esto padre mio —comenzaba a pronunciar con dificultad, mientras el resto de la multitud estaba celebrando a Ramlah, eso incluía a Tiamat y su amor secreto, Reeka. 

—Adelante hijo, dime que sucede. 

—Mi hermana, y el primer lugar de las pruebas, ya tuvieron contacto.

— ¿Contacto? —pronunció Sirrush más que confundido—, ¿a qué te refieres con contacto? 

—Al que tendría una pareja, de la cual tu hija forma parte —contestó Keera de manera seria—, y pienso que eso es algo que simplemente no puede permitirse. 

Sirrush quedó conmocionado por la noticia, no tenía idea de esto, aquellos permisos de su hija para ir por la aldea y salir de vez en cuando a pasear eran solo fugas para encontrarse con un chaval que a pesar de ganar las demandantes pruebas de Krakus, no merecía aun el hecho de ganarse la garra de su hija.

— ¿Padre? —lo llamaba el hijo—, ¿qué sucede?

—Sucede que, ahora tengo que hacer algo que no pensaba hacer desde hace más de ocho años —su mirada color ámbar se iluminó, la sangre le hervía y la causa era clara, la osadía de Ramlah.  

Ramlah solo se quedaba sorprendido de la atención que recibía de todos, aquellas burlas de hace ya muchos años, ahora solo eran alabanzas hacia su gran fuerza y habilidad, había logrado obtener el honor que tanto ansiaba. Pero algo interrumpió el momento, un fuerte rugido por parte de Sirrush; todos se inmutaron ante dicho acto. 

—¡Ramlah! —pronunció Sirrush con odio, a su vez que apartaba a su hija con su poderosa y protectora garra—, desde este momento, todas estas luchas, todo este honor y respeto que te has ganado de todos e incluso de mi parte, será equivalente a la nada.

Todos quedaron atónitos a tal declaración. "¿Por qué razón?", "¿qué ha hecho Ramlah?", "¿qué pasa con Sirrush?", todas esas preguntas se hacían los espectadores, los jueces y hasta el mismo Ramlah, tratando de recordar algo que hiciera y pudiera poner a Sirrush de esa forma, de ese humor.

—Por el atrevimiento de besar a mi hija, de acariciarla y de amarla, sin mi permiso. Has hecho caso omiso de nuestras leyes, y con ello has faltado el respeto de Wawel.

La sorpresa fue grande para todos, incluso para la propia Reeka. Ahora ese pequeño momento de grandeza para Ramlah solo era arena que se había llevado el viento.

Honor de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora