Era una cálida mañana en las tierras de Wawel, la luz solar se filtraba por algunos orificios de una cámara que pertenecía a una madriguera no muy grande, pero acogedora. La luz de aquellos rayos de sol pegaba en la pequeña cara de Ramlah; un nuevo día había comenzado. El pequeño, algo desanimado, se intentó parar con sus cuatro extremidades y sólo para dirigirse a la entrada de su casa y abrirle la puerta a Tiamat; su cuidador. La puerta no era tan difícil de abrir en realidad, era muy básica: un trozo de manera a modo de tabla que ocupaba la entrada entera de la madriguera, sostenida con una gruesa vara de madera, unidas ambas cosas por una savia muy pegajosa, que ahora después de tanto tiempo se endureció tanto como una roca.
—Hola Ramlah —saludó Tiamat—, veo que te despertaste un poco más tarde debe lo usual.
—Bueno, es que no me desperté con muchos ánimos —contestó Ramlah—, hola igualmente —soltó una pequeña risa ante esa contestación, Ramlah era un poco nervioso y sus risas delataban dicha sensación en el pequeño.
—Oh vamos, hoy es el primer día del verano —le recordó Tiamat con un poco de entusiasmo—, creí que te gustaba esta época, el clima cálido y bochornoso de la estación.
—Y el hecho de que pronto empiezan las pruebas —dijo Ramlah con desánimo, mientras que su mirada y gestos se tornan en aflicción—, ¿debo reaccionar alegre ante mi propia matanza?
—Oh vamos Ramlah —exclamó Tiamat con optimismo—, sabes perfectamente que no eres un inútil, ni un débil. Y además —agregó—, ¿que no se supone que hace unas semanas ya derrotaste a cierto Deino bravucón?
—Bueno, en eso tienes razón —admitió- pero no creo poder vencer a ningún otro contrincante.
—Eso decía yo a tu edad, y ahora por algo me tienen respeto. Y no se debe a que sea el hermano menor del líder de Wawel.
Y era justo en esas pruebas que Tiamat había mostrado su valía como dragón. Las pruebas de Krakus, bautizadas así por ser el más fiel amigo de Wawel durante la guerra, en dichas pruebas se medía el potencial de cada infante de la aldea, todos los niños que tuvieran los ocho años cumplidos debían de afrontar dichas pruebas. Además de validar a los niños, las pruebas de Krakus servían para asignar el rol de cada habitante en la aldea, si ganaban un combate eran asignados como constructores y recolectores, ya sea para proyectos grandes dirigidos por el consejo, la restauración de algún hogar o recolectar recursos de diversos tipos. Si eras merecedor de ganar dos, tu deber en la aldea podría ser cumplir como guardia diurno o nocturno, vigilar siempre la llegada de algún invasor era necesario. De ganar tres, se te otorga el honor de ser parte del consejo, tu opinión contaría mucho en la aldea y claro, en las decisiones para todos los habitantes. Con cuatro combates ganados, eras incorporado de manera directa al cuerpo de poder dragón en protección de Wawel, la fuerza de combate de Wawel en pocas palabras, el cual era un grupo de dragones que de verdad tenían una fuerza abismal en comparación a la de los demás habitantes de Wawel y la región en general; poderosos y precisos es su lema. Pero la cosa no queda ahí, de ganar cinco combates, podías ser jefe de escuadrón. Básicamente desde niños, se instruye acerca del combate y tácticas. El cuerpo de poder de Wawel, representa la fuerza feroz de los habitantes de la aldea, y el modo en que se dividía esta fuerza, era en secciones —que constaba de cincuenta guerreros—, luego en pelotones —de entre veinticinco y treinta guerreros—, y al final en escuadrones —de quince a diez guerreros—, el jefe de escuadrón es el título más codiciado desde la infancia para muchos, ya que con el tiempo puedes escalar a títulos más grandes dentro de la fuerza de Wawel. Lastimosamente para Ramlah, era muy duro llegar a esa posición dentro de la aldea, así que prefería solo esforzarse para llegar a tener el puesto de miembro del consejo, y esperar a que con el tiempo, la aldea y sus habitantes lo aceptaran con el tiempo.
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Honor de dragón
Aventura¿Acaso las bestias también son honorables? Los dragones son feroces, poderosos entes que parecen domar a la naturaleza, inclusive son despiadados y no tienen límites al demostrarlo. Pero, ¿tienen honor? Podrán alardear tener el honor de ser los qu...