JARDINES

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WINTER, PRESENTE.

Mi mal humor se había disipado un poco desde mi charla ayer con Harry, cuando bromeamos que como me casaría con tipo con la cara de Dominic. Porque la cara de Azriel era una copia.
Intenté llamar a Crystal quién contestó el teléfono después de diez minutos.

—¿Hola?

—Crystal, soy yo, diez minutos llamando...¿estas bien?—Pregunté.

—Ah, pensé que era Henry.

—¿Henry?—El silencio en la otra línea me llamó la atención—. ¿Porqué estaría Henry llamándote?

—No me llama, pensé que me llamaba—Murmura algo y vuelve a hablar—. ¡Olvídalo! ¿Qué pasa?

—Me hicieron un atentando...—Dije buscando armar una frase coherente—. El consejo quiere que me case...No sé como...

—¿Qué?—El grito entrecortado de Crystal sonó—. ¿Qué? ¿Amiga, estas bien?

—Me vendría bien si te pudiera ver.

Mi amiga termina diciéndome que mañana a primera hora estaría aquí, conmovida por los hechos y el atentado...

Paseo por todo el castillo por primera vez desde que volví mirando cada pasillo, cada rincón y el pasadizo secreto que hay cerca de la habitación de mis padres. Sabía que tendría que casarme algún día pero deje de pensar en eso y olvidé que tendría que hacerlo por mi país. No sabía cómo sería un matrimonio, solo tenía de ejemplo el de mis padres y ese ejemplo me hacía no quererlo en absoluto.
Pero como Harry describió a Azriel, parecía de mi tipo. Desafiante y molesto.

Los eventos recientes seguían repitiéndose en mi cabeza y seguía con la pregunta, "¿Porqué debería tomar el trono?" Debí empacar mi maleta y devolverme a mi apartamento en el momento en el que papá me dijo que tu tratamiento estaba funcionando, no debí abandonar los domingos de wafles con helado de Crystal, no debí tomar decisiones con la cabeza caliente. Se suponía que sería feliz y elegiría con quién compartirlo.
Las raíces gruesas del jardín cubrían la mitad de la arquitectura, escalando por la piedra, así era como escapaba de mi madre desde mi habitación, me encantaba mi hogar, odiaba la gente que manchaba esa idea que tenía de él. Habían algunas flores en esta época del año pero el ambiente seguía gélido y los cielos seguían estando grises.
Me senté en la banca mirando al castillo, toda la gente que había puesto su vida para servirnos y todas esas historias que cargaban. La primera vez que me reí cuando bebé fue porqué, Dalia, una mujer que se encargaba de la cocina. Hizo helado con forma de animal para mí; un ratón, recuerdo. Las orejas eran dos galletas de chocolate y lo demás eran chispas. Tantas personas que cuidar, que apenas tendría tiempo para cuidar de mí misma.

Pero lo haría, este era mi deber desde que llegué al mundo, podría negarlo. Podría huir de nuevo y eventualmente me alcanzaría otra vez. Cuidar de las personas que cuidaron de mí sería lo único que haría con gratitud. Sería correcta y firme como el suelo de concreto.

Harry entraba al castillo con un tramo de carpetas en sus manos, trabajaba mucho para mi padre, solía estar celosa de lo cercano que era a los que me dieron la vida pero eventualmente descubrí que estaba celosa de su fortaleza, había perdido a su familia y trabajaba cada día para cuidar la que había encontrado aquí.

—¡Hey!

Lo llamé desde la distancia.

—Majestad—Me hizo una reverencia con la cabeza y yo sonreí un poco—. ¿Que puedo hacer por usted?

—El prospecto...—Su atención se centró en mí—. Invítalo a la corte, quiero conocerlo. Quiero ver si la alianza favorece a mi país.

—Majestad—Soltó con un tono burlón—. Estarías desposando al hombre. ¿Estas segura?

Asentí y él hizo lo mismo, aceptando mi pedido.

Entré al castillo y el ambiente se sintió más frío, buscaba a mi hermano, pero encontré a Virginia revolviendo papeles en su escritorio.
Virginia y mi hermano, la amistad más extraña que había visto surgir, ellos se odiaban y ella me odiaba también, al tiempo entendimos que tan solo buscábamos descargarnos de la pesadilla que era nuestra casa con la otra, mi hermano sin embargo le ofreció amistad y protección. Y ella había aceptado por su propio bien.
Vivía en el palacio, y tenía su propia habitación aunque siempre terminaba apareciendo en la de Dominic.

—Hola tu, ¿Ocupada?

—Oh—Se sobresaltó—. Lo siento, tenía que enviar un montón de cartas, encontrarte un marido no es fácil.

Me reí y ella se llevó los brazos a las caderas.

—Ya elegí a uno para que se uniera a la corte, no creo que debas trabajar más en ello hasta que yo descarte al primero.

—¿Qué?—Soltó furiosa—. ¡He trabajado cinco horas en esto, como es posible que no me dijeran!

Corrió a la ventana y gritó: ¡Jodete Darkmoon, jodete!, Tan fuerte que mis tímpanos rechinaron y puedo jurar que escuche la risa profunda de Harry desde el piso de abajo. Era gracioso como todos éramos opuestos exactos y terminamos encajando.

—Es un idiota—Repitió—, Me pone baches en el trabajo todo el tiempo, es un tonto.

Después de verla romper cinco o más cartas, y de tomarse un litro de agua su cara volvió al tono normal, era bonita y parecía una pequeña niña, siempre me parecía tierna incluso cuando era mas como un demonio.

—Winter...—Dijo luciendo triste—, Se que aún no te han preguntado el porqué... ya sabes, el porqué te fuiste...Pero yo quería decir que lo siento, te di un montón de motivos en la academia y fui horrible.

—No tuvo que ver contigo, no tienes porqué disculparte—Le aseguré—. Yo tampoco fui amable contigo, siempre competíamos, yo sabía que tenía ventaja y lo hice de todos modos para lastimarte...

Ella sonrío y tomó mis manos.

—Tú y tu hermano—Sus ojos redondos y cafés me miraron—...me salvaron.

La abracé, yo la quería, veía lo que mi hermano veía en ella. Luz.

—Y estaré en deuda con ustedes eternamente.

—Ni por un segundo pienses eso, V.

Se sentía bien echar raíces, se sentía como si por primera vez encontraras algo tuyo que jamás podría ser arrancado de ti.

LA ELEGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora